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Froté las palmas de mis manos contra la tela de mi sudadera verde y observé otra vez todo el entorno de la habitación de mi amigo el ojiverde.

No me esperaba la organización que su cuarto presentaba; que sus paredes estuvieran pintadas de un gris claro haciendo combinación con el blanco del techo y algunos muebles de madera siendo el soporte de cuadernos, lapiceros, un pequeño equipo de música y, por supuesto, la guitarra acústica reposando en una esquina.

—¿Y? —dejé de actuar como si estuviera nerviosa o inquieta porque no lo estaba, debía parecer rara frente a Reece porque su expresión algo divertida lo decía todo.

—¿Y cuándo empezarás a contarme? —repuse, cruzándome de brazos.

—¿Estarás parada en la entrada de la habitación mientras lo hago? —cuestionó.

Retuve un suspiro entre dientes y di un par de pasos para sentarme en la silla que tenía frente a su escritorio con la laptop encima, todo bajo su atenta mirada.

—¿Vas a hablar alguna vez? —insistí.

—Oye, no me presiones, ¿quieres? Necesito mi momento.

Rodé los ojos, pero algo dentro de mi se encendió al oír que rompía con la tela de incomodidad con una de las bromas que tanto extrañaba que hiciera.

Un momento, ¿lo extrañaba? Eso sin duda fue bizarro viniendo de mi.

Entonces, luego de aniquilarme y sostener miradas por al rededor de un minuto, él empezó.


Reece's POV.

Caminé entre la extensión de casilleros, esperando encontrar a que alguno de los chicos estuviera cerca para ir juntos a almorzar luego del recreo. Creía que donde estuviera uno, podría encontrar a otro. El único rostro conocido que pude distinguir fue el de Mc.Callister, con la soberbia de su jodida actitud de siempre, reteniendo a una chica castaña junto a los casilleros, no pude ver quien era pero no es como si me incumbieran los problemas de ese patán.

Retrocedí para no ver algo más de la penosa escena, y al momento que supuse que mis amigos ya debían estar en la cafetería y con la intención de ir allí, choqué con un débil cuerpo distraído que vagaba por los pasillos al igual que yo.

—Uh... yo, disculpa —balbuceé al notar que se trataba de una figura femenina que cubría su cabeza gacha en la capucha de un hoodie marrón.

—N-no pasó nada.

La voz salió rasposa de su garganta, pero lo que me permitió averiguar a quien le pertenecía fue el cabello rojo que escapó de un costado de su rostro. Lo ocultó rápidamente y trató de esquivarme para seguir caminando.

—¿Eres tu, Kennedy? —inquirí, haciendo detener su paso—. ¿Ocurre algo?

En un suspiro respondió:

—Nada.

Pero no siguió su camino, en cambio de eso noté que su espalda y hombros liberaban tensión contenida por un buen tiempo, el hoodie le quedaba enorme, achicando la magnitud de su cuerpo haciendo que parezca indefensa, los puños a los costados de su cuerpo se disolvieron. Y un sollozo.

Mis sentidos se activaron en una alarma de las posibles vías de escape a la situación, sabía que no podría ocurrir nada bueno de esto, pero sería falta de cortesía al menos no preguntarme que le pasaba.

Me acerqué hasta tenerla en frente otra vez y ella alzó la mirada.

Lágrimas teñían sus mejillas rojizas y continuaban descendiendo sin cesar.

Hopeless - NHCDonde viven las historias. Descúbrelo ahora