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15 horas después decidimos jugar a verdad o desafío.

22 horas después se nos ocurrió hacer torneos de ajedrez.

29 horas después era tiempo de juego de cartas simulando el Mortal Combat.

35 horas después nos recostamos a mirar las nubes —desgraciadamente, estaba demasiado nublado, más que otros días y las abundantes nubes carecían de forma. Yo sólo veía una mancha gris en el cielo.

Y ahora sólo faltaban tres horas restantes hasta que terminé el reto. Para este entonces habíamos encontrado otras actividades para entretenernos y las que enumeré arriba eran sólo unas cuantas de todo lo que habíamos hecho.

—Creo que se acerca una lluvia muy intensa.

Todos contemplamos el cielo una vez más, cuando la mamá de George anunció su premonición y salió al exterior del jardín delantero a guardar algunos muebles que habían llegado a su casa. La mujer rubia de cabello corto firmó unos papeles que el repartidor le entregó y le sonrió cuando el camión de entregas partió hacia otro rumbo.

—Pauline, ten— le lanzó una pelota de fútbol y la rubia la recibió con el pie—. Diviértanse un rato, pero cuidado el balón; es nuevo.

—Gracias, Natasha.

Ella era demasiado agradable, ya sabía de dónde George había sacado su carisma... y la mayoría de sus cualidades. Además le gustaba que la llamaran por su nombre de pila para "no sentirse vieja". Sí, definitivamente me caía bien.

—Yo quedo en el arco —Reece se posicionó entre dos pedazos de rocas señaladas como arco y se agitó tratando de entrar en calor

—Lori está en mi equipo —señaló Pauline. Levanté las manos resignada y me coloqué del otro lado de la calle sin ningún problema para comenzar el improvisado juego.

George silbó.

—¡Comiencen!

***

—¿Qué se siente perder contra dos chicas, eh?

—Estamos empatados.

—No, no es verdad. Yo conté once a ocho.—protesté.

—¡Reece, deja de tenerles compasión!— gritó George—. Blake, ¿por qué no vienes a jugar?

El nombrado estaba sentado sobre el césped de la casa desde hace cuarenta minutos, lucía perdido o cansado. Su actitud de hoy era extraña, lo notaba con pocas ganas siquiera de hacer algo. Quise acercarme y preguntarle qué ocurría... pero ¿y qué le diría? Y luego yo me sentí mal por no tener un poco de tacto hacia él. Es decir, era mi amigo, yo lo consideraba como tal, y aún no podría entablar conversación entre nosotros. Estaba comenzando a odiarme por aquello. ¿Por qué simplemente no podría ir y preguntarle que rayos ocurría?

El castaño miró a ambos lados y luego bufó pesadamente, irguiéndose, se acercó y tomó el balón de los pies de Pauline.

—Aprendan a jugar.

Minutos después, todos estábamos con la respiración agitada pero eso no nos detenía. Cada quien anotaba sus goles en los diferentes arcos y celebraban gritando o chocando las manos cuando conseguían un punto más.

—¡Patea Bibby y...!

En ese instante la pelota salió despedida fuertemente a la casa de enfrente y rodó unos cuantos metros sobre el seco pasto hacia el interior del patio delantero, unos metros antes de la puerta de entrada.

—Eres un tarado, Bibby.—se quejó Blake.

—Anda, Messi, ve a buscarla.

Rodó los ojos pero se acercó unos metros.

Hopeless - NHCDonde viven las historias. Descúbrelo ahora