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¿Conocen el famoso refrán "luego de la tormenta siempre vuelve la calma", o "los cambios traen algo bueno"?

Bueno, pues, ese cambio no llegará y seguirá lloviendo.

También hablo literalmente porque el clima aquí es horrible, y en cierto modo, me identifico con el cielo gris.

-Lori, desempaca tus cosas.- habló tía Mary mientras ingresaba a la nueva casa con dos cajas de cartón en sus manos.

Mientras yo estaba parada en lo que se suponía sería la sala cuando todo esté amueblado. Observaba con una mueca las paredes color café de el lugar.

No soy muy fanática del color café, y mucho menos en las paredes de la estancia. En cierto modo los muros combinaban con el día.

Algo de mediana estatura golpeó mis pantorrillas ocasionando que resbalara con el piso de madera, y Devon pasaba a mi lado a una gran velocidad para un niño de 5 años.

-¡Muévete, Lori!- gritó con apenas su vocecita aguda llevando un carrito del Rayo Mc.Queen en sus diminutas manos, subiendo la escalera.

Rodé los ojos y tomé una de mis cajas del suelo y con mucha torpeza pero tratando lo mejor de que no se cayera nada subí al piso de arriba.

Dos pasillos en distintas direcciones señalaban las habitaciones. Fui por el de la derecha encontrándome al final de este, con dos puertas. Uno el cuarto de Devon, y el otro el mío.

Abrí la puerta de madera. La habitación era de un color celeste, un estante blanco- de lo que sin duda sacaría provecho- estaba ubicado contra la pared, una "cama", si se le puede llamar así, y una gran ventana por la cual entraba la poca luz. Coloqué la caja sobre la cama e inspeccioné el lugar. Mi antigua habitación era más grande, un color coral le daba vida a las paredes, mi gran cama, un escritorio con algunas fotos en el, esa era mi habitación.

Despierta, Lori.

No volverás a ese lugar nunca más.

A veces los recuerdos hieren más que las palabras.

Pero no lloraría. Me prometí a mi misma no llorar.

Estaba tan absorta en mis recuerdo y pensamientos, que dos toques en la puerta me sacaron de mi trance.

-¿Qué tal la habitación?- preguntó tía Mary adentrándose y observando cada rincón de ella.

-Bueno, las paredes son celestes...

-Podemos cambiar el color si no te gusta.

-No, es un bonito color.- admití.

-De acuerdo- asintió-. Bien cariño, acomoda al menos la cama. Llamaré cuando la comida esté lista- avisó dirigiéndose a la puerta-. Oh- asomó la cabeza por la abertura-, luego podemos dar un paseo por el nuevo vecinadario- guiñó un ojo.

Le sonreí y salió cerrando la puerta.

Okay. A ordenar.

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-¿Cómo vas con tu cuarto?- inquirió tío Rob mientras enredaba el espaguetti y lo comía.

-Mhmm... bueno es grande, pero aún tengo que decorarla- moví los fideos en el plato.

-Le dije que podríamos cambiarle el color- Mary hizo su aparición con un plato de comida para Devon. El muy caprichoso no comía espaguetti, comía papas fritas.

Hopeless - NHCDonde viven las historias. Descúbrelo ahora