Capítulo 46: Tengo los pies helados

349 61 8
                                    

Llegamos por fin al hotel, no tenía piscina, pero las vistas a la playa eran inmejorables, nos dieron la habitación 312, pero antes, dejamos a Ana en un hotel enorme, el suyo sí que tenía una gran piscina.

Entramos en la habitación, lo primero que hice fue contemplar el mar desde mi balcón, luego me dejé caer en la cama y me quedé mirando el techo, estaba superado por todo lo que había sucedido desde que salimos de Madrid, en realidad, un poco más para atrás, desde que salimos de Francia.

Minerva, que estaba arrastrando la maleta desde la puerta, la dejó en una esquina y se echó a mi lado, apoyando su cabeza en mi pecho.

  — ¿Estás cansado?— tuve que controlarme, mi respiración se estaba acelerando, por eso hice como si estuviera bostezando, para tratar de justificar el hecho de que tenía que hacer una respiración de inspiración y exhalación profunda sin ningún motivo aparente.

— Estoy un poco cansado, supongo que se me está acumulando todo, este viaje está siendo una locura.

MINERVA

>>Si supieras lo que te viene encima— me dijo mi mente ante las palabras de Douglas.

Traté de disimular mi tristeza con una sonrisa lastimera.

— Seguro que se trata de algo pasajero, las cosas solo pueden ir a mejor, ¿no crees?— tenía que ver el lado positivo, me estaba matando por dentro saber, que era posible que no consiguiéramos que Douglas cumpliera su promesa.

De verdad que en el fondo esperaba que hubiera una mejoría.

DOUGLAS 

  —Aún así, me alegro de haber empezado con este viaje de locos, y que tú estés en él conmigo, no podría haberlo hecho sin ti— le agarré la mano, tratando de ignorar la pequeña corriente de átomos que estaban chocando a nuestro alrededor con el simple hecho de un roce de su piel.

— ¿Aunque me tuvieras que engañar con un concurso de chocolate? ¿Y con tu primo compinchado contigo para ganarme?— arqueó una ceja y me miró sonriendo.

— Sobretodo de que te tuviera que ganar aquel concurso, piénsalo— me detuve unos segundos—. Es gracioso, si no te hubiera ganado, ahora no estaríamos aquí, no habríamos conocido a Lucienne, nada sería lo que es, ni siquiera hubiéramos arreglado nuestro pasado, y todo por la diferencia de un chocolate o dos.

— Era el destino— murmuró hacia el aire, dejando un eco suave y profundo que se recreó por toda la habitación.

— El destino no existe, fue casualidad.

— Las cosas pasan por algo, Douglas, todo tiene un orden— se apartó de mi pecho y se echó en el lateral de la cama cerca de mí— . Eso me recuerda otra cosa que pasó y que si no hubiera sido por un simple detalle, ahora no estaríamos aquí, porque no nos habríamos conocido.

— Eso también fue la casualidad— era imposible que algo que desconocíamos fuera capaz de planear tan al detalle lo que nos estaba sucediendo.

— Piénsalo, cabezota, ¿qué hubiera pasado si te hubieras aprendido a atar los zapatos antes de conocerme?

Nunca me había parado a pensarlo, si no hubiera ido con los cordones desatados, nunca la habría conocido.

— Bueno, es cierto, eso es algo bastante poco probable, pero no quiere decir que haya un destino de por medio en todo lo que nos sucede.

— Por cierto, ¿qué le pasó a aquellos botines tan bonitos? No te los quitabas ni para dormir— empezó a recordarme el pasado.

— Esos botines— normalicé mi respiración—. Mi padre los vendió para pagar unas facturas.

El Corazón De Douglas #Wattys2018 [Completa]Where stories live. Discover now