Capítulo 5: Una noria movidita

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Ayer llegué a mi casa temprano, esta mañana me he levantado, me he dado una ducha, he desayunado y me he puesto ropa cómoda, porque ayer Minerva me dijo que hoy el día no iba a ser tan alborotado, así que me puse unos botines y una camiseta, además de mi sudadera burdeos.

A las diez y media de la mañana el ruido del motor de su moto resonó en mi puerta, salí a su encuentro, no llevaba chaqueta, solo una camiseta blanca y unos pantalones largos, parecía un poco hippie, pero estaba igual o incluso más guapa que siempre.

Me volvió a tirar el casco, me monté en la moto y arrancó, llegamos en menos de veinte minutos a nuestro destino, eso sí, seguía sin hablar de nada.

—Mira allí vamos a montar hoy—me señaló una noria gigantesca.

Tan pronto como la vi, me entraron ganas de correr en la otra dirección, pero tenía que parecer valiente, no quería que descubriera que le tengo miedo a las alturas. Compramos los tickets, caminamos en la dirección de la noria y nos subimos, la monstruosa y mecánica noria empezó a elevar los brazos, haciendo que sintiera el vértigo recorrer todo mi cuerpo. Una vez arriba del todo, la noria se detuvo, y empezó a moverse bruscamente, fue entonces cuando temí por mi vida. Tuve que confesarle a Minerva mi miedo a las alturas:

  — Minerva, tengo miedo a las alturas, me quiero bajar— su cara parecía reflejar preocupación así que la mía tenía que ser un cuadro.

— Douglas le he pagado veinte euros al de la noria para que reproduzca el accidente de Lille, pensé que te haría ilusión— esa locura acabaría por matarnos a los dos.

— ¿Qué has hecho qué?— comencé a hiperventilar, no podía respirar, veía como la noria se tambaleaba de un lado a otro y poco a poco estaba perdiendo el conocimiento.

Cuando estaba a punto de darme por vencido, ella agarró mi mano y soltó:

— Agárrate fuerte a mí Douglas, te prometo que no va a pasarte nada— ahí estaba de nuevo, esa electricidad maravillosa e incomprensible, recorriendo cada fibra de mi cuerpo, imantando el imán de mi corazón, volviendo locas a las agujas de mi reloj arterial.

Hice lo que me dijo, de repente la noria se tambaleó hacia la derecha haciéndome perder el poco equilibrio que me quedaba, caí sobre el hombro de Minerva, ella me sujetó con las dos manos, y entonces, estando en aquella situación en aquel instante, el tiempo se detuvo, porque nuestras miradas se encontraron en el límite entre adrenalina y excitación, parecía que el brillo de sus ojos perseguía el mío en las profundidades de su pupila.

Pasaron los minutos, se acabó el tiempo, la noria bajó, las puertas se abrieron, pero ninguno de nosotros hacía nada. Fue ella la primera en reaccionar:

— Ya han abierto las puertas— se echó para un lado separando su mano de la mía.

— Camina para la salida, yo te sigo— aquel instante había sido irrepetible, ese día descubrí algo que me dejó perplejo, en lo más profundo de mis miedos, Minerva alumbraba mi valor y despertaba a la incertidumbre, haciendo que aquellos temores infundados se volvieran mentiras pasajeras.

Volvimos a coger la moto, no hablamos de lo sucedido, no hacía falta, había sido uno de esos momentos que suceden y no puedes explicar por mucho que lo intentes.

Llegamos a casa de mi hermana de nuevo, era el momento de despedirse, tomamos el té y charlamos:

— ¿Lo habéis pasado bien tortolitos?— vaya hombre, a mi hermana no se le iba a olvidar que nos conocíamos en la vida.

— ¡Que no estamos saliendo!— nuevamente al unísono.

— Bueno, está bien, lo que ustedes digan— se notaba que no se creía ni una de nuestras palabras.

— No ha estado mal, tu hermano ha recibido el tradicional duchazo de Lille, y hemos batallado contra una noria diabólica, ¿verdad Douglas?— me miraba para que le dijera a mi hermana que me lo había pasado de escándalo.

— Sí, me encantó mojarme hasta los huesos y también ha sido emocionante subir a la noria, tengo el mal de alturas aumentado y es posible que me reviente un pulmón del resfriado que he cogido, pero a  parte de eso ha sido una visita magnífica.

— Hablando de cosas que se rompen, ¿no tienes nada que contarle a Douglas?— Minerva le guiñó un ojo con complicidad.

— Hermano te he mentido— ¿espera qué?

— ¿Cómo que me has mentido?— no podía creer lo que mis oídos escuchaban.

— Estoy enferma "D"— debía de ser algo bastante preocupante, ella solo me decía "D" cuando se encontraba en problemas.

— ¿Qué te pasa?— mi primera reacción fue preocupación.

— Tranquilo, mi médico dice que me voy a poner bien, aunque tengo que operarme en una semana.

— ¿Qué es lo que tienes Noêlle?— me estaba empezando a asustar, no me gustaban los hospitales, tengo la teoría de que cuando entras allí, sales más asustado y más agraviado de como entras.

— Tengo una enfermedad que he heredado de nuestro bisabuelo, el síndrome de Guillain-Barré, estoy perdiendo la movilidad y la respuesta de mi cuerpo ya no es la misma— se le notaba el miedo en su mirada.

— Pues no me pienso marchar hasta que sepa con seguridad que estás curada— si algo tenía claro era que no podía perder a mi hermana pequeña, me había pasado años sin hablar con ella, no podía perderla, no ahora.

— ¿Ves por qué no quería contárselo?— mi hermana se giró para hablar con Minerva, que la escuchaba atentamente.

— Está preocupado, es normal, es tu hermano, no creo que igual de preocupado que yo, pero se le nota asustado— le explicó Minerva a mi hermana.

— Estoy perfectamente Douglas, no puedes dejar tu trabajo ahora que has encontrado uno que te gusta, simplemente quiero que me prometas que volverás a verme cuando me hayan operado.

— Te lo prometo— agarré su dedo meñique, cumpliría esa promesa aunque fuera la última cosa que hiciera en el mundo.

Cogí mis maletas y me marché, me conseguí el teléfono de Minerva a regañadientes, me prometió que me informaría de todo lo que ocurriera.

Regresé a mi apartamento, en el avión había tenido que aguantar a una señora que mientras cosía me contaba todas las cosas que le habían sucedido en su vida, a ella, y a su marido, por lo que llegué al aeropuerto exhausto. Fue llegar a la cama, caer sobre el colchón y dormir profundamente. 

El Corazón De Douglas #Wattys2018 [Completa]Where stories live. Discover now