Capítulo 2: Una invitación sorprendente

1.4K 327 40
                                    

Querido hermano:

He reescrito esta carta más de mil veces, sé que nunca comprenderás por qué me quedé en vez de marcharme como tú, digamos que decidí perdonarle por lo que hizo mal, había hecho tanto bien, que su equivocación, aunque dolorosa, no me permitía tratarlo de manera diferente.

Sé que estuvo mal, no espero que lo aceptes, pero me gustaría invitarte a pasar un fin de semana cordial en mi casa, así revivimos los viejos tiempos y me cuentas que es de ti, ya que hace mucho que perdimos el contacto. Te envío la dirección en el dorso de la carta, espero que dejes atrás las diferencias y vengas sin poner pegas cabezota.

Con mucho cariño, tu hermana

NOÊLLE


Y ahí estaba la orgullosa de mi hermana pidiéndome disculpas, había tardado cinco años, pero por fin estaba buscando lo que yo quería, hacer las paces, lo cierto era que en todos estos años, me había sentido solo sin ella, siempre que tenía conflictos internos ella sabía resolverlos, porque además de mi hermana era mi amiga, mi consejera, mi confidente,...etc.

Coloqué la carta sobre la cama y miré al techo intentando rememorar los viejos tiempos, lo pasábamos genial cuando pequeños, me vino a la mente la vez que creíamos que la lavadora era una nave espacial, y ella y yo éramos los astronautas que iban a emprender un viaje a lo desconocido.

Con aquellos recuerdos presentes, me metí en mi ordenador y saqué un billete de ida y vuelta para el fin de semana, seleccioné el aeropuerto que más cerca estaba de la dirección. Hice las maletas, con alguna ropa y utensilios para casos de emergencias, además de llevarme mi cubo de rubik y mi tablet.

Finalmente, el producto de un día agotador de trabajo y lleno de emociones además por culpa de la carta que me recordaba mi pasado, terminé por cerrar los ojos y sumergirme en un profundo sueño.

Al día siguiente me levanté con la cara pegada al ordenador, me di una ducha y me hice una tostada, leí de nuevo la carta de mi hermana y me dispuse a marcharme. Salí de mi casa temprano, sobre las nueve y media, cogí un taxi y me dejó en el aeropuerto, una vez allí, tomé el avión de las diez y media.

En el avión hablé con un empresario que viajaba todos los días por trabajo, me contó que siempre llevaba una almohada a todas partes, se había convertido en el elemento indispensable de sus viajes, pero que no se quejaba, porque había encontrado el amor gracias a estos viajes y porque podía viajar a muchas partes del mundo. Darill, que así se llamaba, me estuvo relatando detalle por detalle cómo había conocido al amor de su vida, despertando en mí la añoranza de un vago recuerdo que viajaba por mi mente de la infancia.

Tras la charla con Darill, las dos horas restantes me las pasé escuchando música. Cuando el avión aterrizó, esperé a que la gente se bajara y luego caminé, salí hasta encontrar la casa de coches alquilados, con mi sueldo me pude permitir un Citroën Cactus blanco con detalles en negro, me recordaba mucho al color de mis zapatillas cuando aún era un crío que iba a la escuela por primera vez.

Pagué el alquiler del coche, me monté en el mismo y conduje hasta el primer restaurante de carretera que encontré, allí comí hasta decir basta, estaba hambriento, así que me alimenté con todos los productos típicos del país, así quitaba la gastronomía de mi lista.

Con el estómago lleno, volví a montarme en el coche y conduje hasta que vi el atardecer asomando por las bellas montañas de Francia. Sabía que estaba llegando al lugar porque a lo lejos se veía una enorme casa muy bien decorada, solo mi hermana Noêlle era capaz de decorar de una forma tan bonita una casa rústica.

Estaba llegando al lugar cuando una moto negra con detalles plateados me pasó como una exhalación, iba rapidísimo, aparcó delante de la casa de mi hermana, llegando antes que yo.

Al aparcar mi coche, pude observar como el motorista se quitaba el casco, pero no me creía quién era el dueño de la moto, una chica morena de ojos castaños, muy normal, que me miraba con cara de pocos amigos. No había dicho nada y ya se estaba acercando, se puso en frente de mí y me dijo:

      — Conduces como una tortuga—una sonrisa blanca como la nieve de las montañas asomó por sus labios, me estaba insultando y aún así me daba igual, dejaría que se metiera conmigo una y mil veces si podía contemplar aquella sonrisa.

      — ¿Y tú eres?—era muy normal, tenía una belleza que pocas mujeres tienen, de esas que te encanta con solo una mirada, es como si sus ojos excarvaran en el alma de las personas buscando los sentimientos más profundos.

      —Me llamo Minerva, he venido a visitar a mi amiga Noêlle, me ha mandado una carta pidiéndome que viniera—con solo escuchar su nombre, mi piel empezaba a cargarse de la electricidad que recorría el aire, no podía creer que ella era la chica que había hecho que descubriera lo que es el amor, la chica con la que tuve mi primera amistad, fue como si en aquel preciso instante me hubiera caído un relámpago inmenso encima, haciendo que mi cuerpo se imantara con su esencia.

¿Por qué tenía que ser ella? De todas las personas que hay en el universo, ¿por qué mi hermana había escogido a Minerva Martín como su amiga de confianza?

No me vi capaz de afrontar un encuentro tan improvisado, así que le mandé un mensaje por el móvil al contacto que tenía de mi hermana excusando mi tardanza, le dije que iba a llegar tarde, y que mejor la visitaba mañana.

Me monté de nuevo en el coche, conduje hasta el motel más cercano y me acosté, bueno, en realidad me metí en Instagram y en Facebook para ver si podía encontrar cosas acerca de qué había sido de la chica de la que antes lo sabía todo, pero el usuario de Minerva era complicado de encontrar, finalmente terminé cayendo en la cama rendido.



El Corazón De Douglas #Wattys2018 [Completa]Where stories live. Discover now