Capítulo 4: La feria de Lille

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Me puse una camisa de color crema y unos vaqueros azules desgastados y esperé a escuchar la moto de Minerva en mi puerta. Llegó sobre las ocho y media/nueve, es decir, una hora tarde aproximadamente, ni siquiera se bajó de la moto, me tiró el casco desde la distancia y dijo:

—Sube tortuga, te voy a enseñar cómo hay que conducir—me estaba empezando a cansar que me llamara tortuga, me hacía sentir discapacitado.

Decidí ignorar el comentario, me subí a la moto sin rechistar y inició su marcha. Por carretera ni siquiera me dirigió la palabra, tenía dos teorías, o estaba muy enfadada conmigo, o es que de repente se había vuelto muda, me decantaba por la primera, ya que la segunda me parecía imposible.

Llegamos al centro de Lille, al parecer hoy era la feria, había tiovivos, puestos de comida, e incluso hasta un concierto. Aparcó la moto en un callejón alejado y comenzó a caminar:

—¿Cuánto tiempo vas a estar ignorándome?—ya me estaba cansando de que no me hablara.

—¿Cuánto tiempo te vas a quedar?—me preguntó desafiante.

—Solo voy a estar el fin de semana—le expliqué cohibido.

—Pues no esperes que te hable—me miró con indiferencia mientras caminaba en una dirección que evidentemente, para mí era desconocida.

—¿Entonces cómo vas a ser mi guía?—la pregunta iba en serio, no sabía cómo me iba a indicar los lugares si no pensaba hablarme en toda mi estancia en Francia.

—Tendremos que jugar a la mímica—se cruzó de brazos.

—¿Sabes que me estás hablando, no?—me hacía gracia cuando ella se confundía, porque hacía un gesto muy peculiar, se acariciaba las yemas de los dedos con suavidad.

—Bueno, ya voy a parar de hacerlo—me repondió molesta.

—A ver cuanto aguantas, ¿no se te cansarán las manos de hacer tantas indicaciones?—me estaba riendo por dentro, creo que le había ganado.

—Está bien, esto es una tontería, te hablaré, pero solo para hacerte las indicaciones pertinentes, no vamos a hacer nada más.

—Me parece bien, entiendo tu enfado, me porté mal contigo—intenté disculparme, pero no era sencillo, porque se tapaba las orejas y se marchaba caminando.

—No quiero tus disculpas, no quiero saber nada—era como una niña pequeña cuando se enfadaba, acababa de aprender una nueva cosa que no sabía de ella.

—¿La feria no está para el otro lado? A ver, que no es que sea un experto, pero es que las luces y los tiovivos se ven en aquella dirección—señalé con el dedo lo que mi vista contemplaba.

Ella caminaba hasta que se dio cuenta de que mis indicaciones eran ciertas, cambió su rumbo y se dirigió en mi dirección, eso sí, seguía con las orejas tapadas.

Me cansé de que no me escuchara, me acerqué a ella, le cogí las manos, las aparté de sus orejas y le dije:

—Esto es absurdo, te estoy pidiendo perdón, escucha mis motivos y luego si quieres no me vuelvas a hablar—le pedí con amabilidad y desesperación.

—No quiero—sí, exacto, en ese momento salió corriendo en dirección a los puestos de comida.

La seguí y comenzó nuestra visita de la feria:

—Hoy estamos en la feria de Lille, donde los quesos son el producto principal a utilizar, se comen, sirven para decorar, sirven para jugar,...etc.—era un lugar interesante, ese producto no era esencial en mi país, por eso me llamaba la atención, no sabía que tenía tantas utilidades.

El Corazón De Douglas #Wattys2018 [Completa]Where stories live. Discover now