Capítulo 21: ¿Cómo se despierta un corazón dormido?

471 116 2
                                    

Al ver aquella servilleta, me di cuenta que Minerva había estado engañándome, no era muda, solo era muy observadora, había puesto cada punto específico con cada una de las observaciones que había hecho al callar y prestar atención a los detalles. Al leer el último punto de la lista, estaba seguro de que podría cumplir todas las condiciones que requería el contrato tan informal que habíamos improvisado en cuestión de segundos, ya que Minerva y yo solo somos amigos.

Cuando terminé de leer la servilleta de papel blanco, me quedé un rato mirando por la ventana, veía como la gente caminaba ocupada yendo a alguna parte específica, pero no veía nada diferente, nada distinto a lo que veía por la ventana de mi apartamento, porque gente que se dirige a algún lado siempre va a haber, no entendía qué era lo que mi hermana quería que descubriera de esta ciudad.

Cuando me di cuenta de que había estado embobado unos segundos, decidí reaccionar a su contrato:

  — Solo le veo dos pegas al contrato, el resto lo veo correcto— se sorprendió ante mi comentario.

— Tienes toda mi atención— puso sus dos manos apoyadas su barbilla y enfocó su mirada en la mía, hizo un gesto señalándome con la nariz, incitándome a que comenzara.

— El primero y más importante es que al final de cada frase que has puesto te falta un punto, y el segundo es que tu letra es un horror, me ha costado mucho entender lo que escribes en ella— la ortografía era algo que nunca podía dejar pasar de largo, mi amor por los números era casi tan grande como por la buena ortografía, era algo superior a mí.

Ella soltó una sonrisa ladeada, como si le hubiera recordado algo y entonces comentó:

— Esos comentarios son muy propios de ti, Douglas, pero te digo una cosa, como te vuelvas a meter con mi letra o me corrijas te pego con un diccionario en la cabeza— la amenaza me asustaba, sabía que tenía un enorme diccionario en su casa— . Exacto, el enorme diccionario rojo con letras en blanco que tengo en una de las estanterías de mi habitación, a ése me refiero— me leyó la mente.

— Es que es muy desordenada— debería de haber cerrado mi enorme bocaza, pero no, en vez de eso, digo esta estupidez, ¿pero qué me pasa?

— Mi letra es muy bonita, no digas tonterías— me asombraba la seguridad en sí misma, pero la realidad es que la letra era como si un torbellino se hubiera comido a un tornado y hubiera desencadenado un tsunami y éste se hubiera pegado en un papel.

— Bueno, vamos a dejarlo en que no he visto nunca una letra igual— intenté quedar bien.

Se llevó un dedo a la comisura de su labio inferior y tras fingir que reflexionaba dijo:

— Respecto al comentario de que no sabes ofender, lo retiro— ¿se había ofendido?

— Dejémoslo en que aprendo rápido.

La pierna de ella agitándose contra el suelo con celeridad, hacía que la mesa retumbara, parecía que la silla en la que estaba sentado era de ésas de las que te dan masajes, y no era así.

Ella cogió la servilleta y fue punto por punto señalando uno por uno con su dedo índice y luego soltó:

— De los puntos que te he señalado, ¿todos te parecen correctos?— parecía extrañarle mi comportamiento.

— Todo correcto, aunque el punto ocho es bastante obvio, tienes novio y yo te considero mi amiga, no sería de ésos que se meten donde no le llaman— abrí los brazos  hacia los lados con las muñecas dobladas en paralelo con el suelo.

—¿ Sabes que en todos los libros y películas habidos y por haber, nosotros seríamos los protagonistas perfectos de una historia de romance?— no entendía qué me estaba queriendo decir con aquel comentario, pero asentí intentando simular que lo había entendido a la perfección.

— He entendido a lo que te quieres referir, pero, ¿te importaría darle otro enfoque?— nada, mi mente estaba en blanco ante aquella referencia, pero no podía permitir que ella supiera que en esta ocasión se había adelantado a mi mente.

— Que esta historia que está comenzando, por lo que cuentan las películas, por lo que relatan en los libros, inevitablemente termina en romance— ahora sí que lo entendí.

— No te preocupes, no entiendo el romance, nunca he salido con nadie, por lo que no vamos a enamorarnos— le sonreí de forma amistosa.

Se quedó con la boca abierta, y luego preguntó impresionada:

— Espera, ¿nunca has salido con una chica?— me estaba avergonzando, porque lo dijo en voz alta y en medio de aquella nube de personas desconocidas que desayunaban a nuestro alrededor.

Me quise explicar, ya que estaba pareciendo un bicho raro:

  — He centrado toda mi vida en tener una carrera y en encontrar un trabajo que estuviera relacionado con lo que me gustaba estudiar, no he tenido tiempo para enamorarme de nadie— a medida que las palabras salían de mi boca me notaba cada vez más un pringado.

Su cara lo decía todo, pero quiso responderme:

— Siempre hay que tener tiempo para el corazón, Douglas— no sabía si lo que había en su mirada era pena o era decepción.

— No siempre hay que escuchar al corazón, cuando las personas maduran, se despiden de sus padres, y se embarcan en la aventura de la búsqueda del trabajo, escuchar al corazón ya no es tan primordial, pero hacer caso a lo que te dice tu cabeza sí.

— Es una pena Doug, estoy segura de que si hubieras tenido otro pensamiento, serías de los chicos populares que tienen a todas las chicas detrás de ellos—yo no le daba importancia a esas cosas, pero si era cierto que tenía que volver a escuchar a mi corazón, encontrarme de nuevo con él y descubrir cuál es su plan en la vida.

— ¿Y cómo despiertas a un corazón que lleva mucho tiempo dormido?— ésa era la pregunta que llevaba tiempo rondando mi mente.

— Si me prometes que vas a cumplir todas mis condiciones y firmas el contrato, prometo ayudarte a que tu corazón se reactive, ¿tenemos un trato?— me ofreció su mano para que la estrechara.

Lo pensé reiteradas veces, había muchas probabilidades de que este viaje acabara mal, pero aun así tenía que hacerlo por mi hermana, cuando tuve clara mi respuesta estreché su mano y dije:

— ¿Y con esto ya estoy perdonado?— esperaba conseguir lo que pretendía.

— No, para nada, pero es un principio— ¿un principio?

— Esperaba que todo fuera más fácil, no te engañaré— le confesé.

— Viajar nunca lo es— no quise decirle que no me refería al viaje sino a la situación tan peculiar que había entre nosotros.

— Supongo que tienes razón— miré el reloj para ver la hora.

Al percatarme de que nos habíamos propasado en cuanto a la hora, me levanté con prisas y dije con los pies caminando en dirección a la puerta:

— Se nos ha hecho tarde, debemos irnos, París nos espera— agarré su mano y tiré de ella hasta el ascensor.

Subimos a nuestro piso, nos lavamos los dientes y fuimos a la salida una vez terminada la acción.

El Corazón De Douglas #Wattys2018 [Completa]Onde as histórias ganham vida. Descobre agora