|43| TARDE. (final)

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El ardor en mi pecho era inexplicable y el de mis ojos lo era aún mucho más. Mis manos pesaban y todo mi cuerpo dolía intensamente, algo tiraba de mi arrastrandome como si fuera una bolsa de papas. Levanté la cabeza con dificultad pero esta volvió a caer una vez más hacía atrás sumiéndome en otro profundo sueño. 

Para desgracia de las personas necias, la muerte es otro enemigo, el hecho de que hubiera aceptado que moriría no significaba que lo deseara. Algo en mi interior lo rogaba a gritos para acabar con el sufrimiento. Pero otra parte quería levantarse de un ágil movimiento festejando el haber ganado la batalla con la muerte.

Pero eso no fue exactamente lo que sucedió. Al contrario.

Un estruendoso ruido estalló a mi lado terminando por acabar con el trabajo de Sara al mismo tiempo que mi cuerpo salió volando. Eso me hizo recordar cuando aún era presa de los sueños, cuando me tocó ser una observadora, era casi lo mismo sin embargo en aquel caso no podía ver, moverme. Mi cuerpo era prisionero de un experimento.

El calor abrazó mi cuerpo, recorriendo desde mis pies hasta la cabeza y comencé a preguntarme como se vería el infierno, lo podía sentir pero ¿Y si a la vista era mucho peor?

Un eco resonó a los lejos, llamando mi nombre y esperé a la aparición de la tan famosa luz al final del túnel. Un golpe estrelló contra mi mejilla e hice todo lo posible por abrir mis ojos.

-¡Stella!- la misma voz. No recuerdo cuanto tiempo mi nombre salió de sus labios pero si pude contar las veces que mi mejilla ardió.

Mis ojos se despegaron con dificultad. Un pequeño trazo de luz naranja se asomaba, del mismo color que el fuego, mis mejillas ardían y no precisamente por los golpes. El fuego a mi alrededor me consumía.

-¡Stella!- gritó de nuevo y el aire volvió a mis pulmones de golpe. Me incorporé rápidamente provocando un mareo instantáneo y volví a caer, esta vez mis ojos se mantuvieron abiertos observando al dueño de aquella voz. Quien logró detener otra penosa caída con sus manos.

Juro haber visto una sonrisa surcar el rostro de Ryan, soltó una risa mirando en frente. Suspiré intentando comprender donde estaba y porque todo a mi alrededor se encontraba en llamas. Las manos de Ryan tomaron mi cuerpo elevándome del suelo y saltó alto escapando de las llamas, hice una mueca al aterrizar puesto a que solo provocó que mis huesos se quejaran.

-Pensé que morirías- dijo sincero.

-Umh...Creeme que fue lo primero que desee hacer al despertar y ver tu rostro.

-No eres graciosa- sus labios se aplanaron. Sostuvo mi cuerpo de tal forma que quedé sentada entre sus brazos observando parte el bosque perderse en llamas, podía sentir su respiración acelerarse a mi espaldas.- los ángeles llegaron segundo después de que te desmayaras. Deberías haber visto aquello, fue un espetaculo.

-Cállate y ayúdame a ponerme de pie- sugerí, mi culo estaba comenzando a adormecerse en aquella posición. Ryan me miró pensando en mi propuesta pero al ver que estaba un poco mejor asintió colocando sus manos debajo de mis brazos.

Bendita sea la hora en la que Caleb me brindó sus poderes curativos.

-Ten cuidado.

-Dios, ni que estuviera embarazada.

-Buena manera de engañarnos para hacernos creer que nos reunir...- las palabras se cortaron a medio camino al igual que mi tacto con el de Ryan. De un solo empujón nuestros cuerpos se separaron, haciéndome trastabillar y perder un poco el equilibrio, escuché una queja detrás de mi pero por desgracia en aquellos momentos mi atención la ocupaba otra persona.

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