|27| DÍA 4.

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Trueno mis dedos impaciente antes de ir por el puente de mi nariz y frotarlo hasta seguro dejarlo rojo.

Otra vez no.

-Por favor mamá... ¡Por favor!- insistí tomando su brazo pero aún así continuó haciendo la comida cómo si nada sucediera a su alrededor- es el cumpleaños de Parker.

-No, ese chico no me da buena espina. Es uno de los populares- respondió y rodé los ojos.

-¿Y eso qué?- pregunté y  el cuchillo se congeló en el aire, por un momento creí que moriría joven y desgraciada, el que mi madre se pusiera así no significaba nada bueno.

Me miró obvia.

-¿Cómo "Y eso qué"? Cervezas, drogas y sexo. Solo con mencionar esas tres cosas ya deberías estar pidiendo perdón al padre por pensar en meterte en aquel lugar- sus palabras brotaron tan rápido que apenas si le dio tiempo a ella de respirar y a mi de comprender lo que estaba diciendo. Había momentos en los que ni siquiera lograba entenderle.

Solté su brazo poniendo mi mejor cara de pobrecita y miré impaciente el reloj, eran las seis de la tarde. Todo el día me lo había pasado en mi habitación adelantando mis deberes y estudiando lo suficiente como para recuperar lo perdido en mis días del "retiro" y necesitaba con urgencia el permiso de mi madre para asistir a la fiesta de cumpleaños de Parker. Quería estar allí porque Caleb lo haría y por alguna razón estos últimos dias se habían convertido en una batalla, faltaban solo cuatro días para el maldito final y con cada segundo que pasaba mayor era mi necesidad de estar con él.

Maldita la hora en que nuestros cuerpos se convirtieron en prácticamente uno sólo.

Tomé el borde de mi remera y lo presioné tan fuerte que por poco logro sentir mis uñas perforar la piel.

-Por favor, mamá- rogué por última vez sintiendo mis ojos arder, volvió a tomar el cuchillo para continuar cortando las cebollas.

-No- respondió. Cerré los ojos con fuerza a punto de estallar como una niña caprichosa y pise fuertemente el suelo con mis zapatos antes de retirarme directo a mi habitación- y no te olvides de tu oración- gritó sobre el ruido de la maldita radio.

Claro, eso era lo único que le importaba. Pensé llegando a mi habitación, abrí la puerta y me tiré sobre la cama haciendo una larga lista mental sobre las posibilidades de ir a la fiesta sin ser descubierta. Y al final de todo solo quedó en blanco. Intentar escapar de mis padres era casi tan imposible como que yo dejara de pensar en el vampiro.

Suspiré escondiendo mi rostro en la almohada. Había pasado mucho tiempo que no lo hacía, el hablar con Dios. Desde que pasó todo aquello en las Vegas y posterior me había olvidad por completo de hablar con el, hasta mi relación con Lizzy decallo estos últimos días y si me ponía a pensar apenas hablaba con los demás. Era cómo si tuviera mi mente anclada y solo pudiera pensar en una cosa.

Caleb.

Y allí estaba de nuevo, maldito desgraciado. Idiota ¿Acaso le pasaba lo mismo que a mi?

-Ah- ahogué un grito frustrada, aunque me gustara era irritante el pensarle todo el tiempo.

Estaba decidida. Durante el tiempo que pasamos juntos Caleb y yo la mayoría yo ayudaba, y si el no me venía a visitar yo tampoco lo haría.

-Me estoy vlviendo loca- murmuré- Diosito ayudame... Esto es tan loco ¿Vampiros?¿Hechicería?¿Puras sangre? Contigo y el innombrable me conformaba y ya era mucho ¡Rayos! Claro que me estoy volviendo loca ¿Estoy hablando en voz alta?

-Stella- mamá golpeó a la puerta- Stella se que estas depierta así que levantate, tu padre vendrá con unos invitados y debemos presentarnos como la familia que somos.

VALENCEWhere stories live. Discover now