|6| Parte 2. (Caleb)

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Caleb:

-Porque de todas formas morirás si no lo hacemos, al igual que yo. Y no quiero depender de ti para sentirme bien, tampoco estar junto a ti todo el tiempo. Deseo con todas mis fuerzas que ese día llegué para poder largarme de este mugroso pueblo- escupí algo molesto por su pregunta y era cierto, deseaba que ese día llegara pronto.

La alianza me afectaba tanto a mi como a ella y volver a sentir algo por una chica después de tanto tiempo me volvía loco.

Había visto la expresión de Stella cuando volteo a verme, ella podía sentirme cuando estaba cerca y parecía tan... feliz por mi presencia que no pude evitar que aquello me afectara.  No quería que el día en que me tocara asesinarla me observara con decepción, le estaba mintiendo como un maldito desquiciado, aprovechando su ingenuidad y ella solo se dedicaba a confiar en mi ciegamente. Y aunque mi primer plan había sido enamorarla para que todo resultara mucho más fácil y menos complicado, lo último que deseaba en aquel momento era que viniera con aquellos juegos de niñas.  De todas formas, una persona no se podía enamorar tan rápido.

Pero estaba allí.

Viéndome como un maldito ángel cuando en realidad era todo lo contrario.

Mis palabras parecieron haberle afectado porque desvió la mirada con un pequeño brillo en sus bellos ojos, golpee mi cabeza contra la palma de mi mano por haberme referido a ellos como "bellos" y me tiré al suelo junto a su cuerpo comenzando a hacer flexiones. En aquellos momentos no me convenía que estuviera enojada.

-¿Estas bien?

-Si- respondió tajante con la mirada fulminante y sonreí. Esa era la Stella que prefería.

La que solía recibirme con una no tan grata mirada fulminante.

-No seas tonta, puedo sentirte y lo siento- respondí una de tantas mentiras, la alianza llegaba hasta cierto punto. Pero no podía sentir lo que ella, aunque si podía sentir algo de culpabilidad.

-Es solo la alianza- soltó y me conformé con su respuesta.

-De todas formas quiero pedirte un favor,  oí tu conversación con ese tal Fred, ¿A que se refería con el circulo?- pregunté curioso por saber más.

-No quiero hablar de eso.

-Se que estas enojada, pero necesito cuidarte.

No, esas palabras no acaban de salir de mi boca ¿Por que negarme? La maldita alianza.

-Solo estábamos jugando, el sacó un libro de la biblioteca y nosotros lo acompañamos. Tenía velas y decíamos unas lineas.

-¿Como cuales?

Que no sea lo que estoy pensando.. Su silencio se hizo largo y giré a verla, tenía la lengua atrapada entre sus labios y pequeños cabellos rebeldes caían en forma de rizos pegados a su frente por el sudor mientras pensaba. El recuerdo de ella en los vestidores vino a mi mente haciéndome sentir un maldito pervertido. Había ido con la intención de hablar  sobre la conversación acerca del cementerio y me quede por admirar su cuerpo, que, aunque grandes manchas se extendían por el seguía siendo incluso más hermosa.

- No importa, ¿Como se llamaba ese libro?

-Los ojos... crónicas, no, la luna dedicada.- parecía confundida, pero mis antiguas sospechas y presentimientos solo me confirmaban una cosa.

Habían abierto el portal y ahora los demonios no descansarían hasta encontrarla a ella y sus amigos, como si no fuera bastante, debía cuidar a cuatro insoportables adolescentes.

Así que lo de hoy no era un pura sangre... Eso no era del todo confortable.

-La luna endemoniada- la corregí y su ceño se frunció, sonreí,  seguía molesta- Stella, necesito que vayas a esa fiesta y unos cuantos favores más.

No respondió, así que empuje su hombro haciéndola caer al suelo y embarrar su ropa. Gritó euforicamente y con su mano sostuvo un poco de barro antes de tirármelo a la cara, sostuve su muñeca entre mis manos e intentó safarse pero fui más rápido y le devolví el favor. El equipo comenzó a gritar y una guerra no tardó en llegar.

-Eres un estúpido- gritó sobre los ruidos intentando ocultar una sonrisa, lo que me hizo sonreír y agarrarla por la cintura llevándola en medio de todos los chicos.

Siendo la única chica, todos se encimaron a ella arrojándo su cuerpo a mitad de campo.

(...)

Stella:

Mándame un mensaje con tu "plan".

Sonreí leyendo el mensaje antes de comenzar a teclear, abrí la puerta de mi casa procurando dejar los zapatos sucios fuera y entré. Aun no puedo creer que siga desconfiando de mi, aunque debería hacerlo.

-Por tu ropa y expresión diría que tuviste un buen día- levanté la cabeza en dirección a Sara, había cambiado su cabello a un color gris y llevaba uno de sus tan extraños vestidos que solía utilizar con frecuencia dejando a la vista su clavícula.

-Algo- respondí cambiando de expresión, tiré el aparato sobre la mesa de cristal quitando mi remera.

-Parece que después de todo no se llevan del todo mal.

-No- la miré a los ojos y se puso de pie con una sonrisa maliciosa en su rostro, el labial rojo se extendió junto a sus labios antes de posar una mano sobre mi cuerpo.

-Tengo la pequeña intriga de que es lo que sucedió para que llegaras con la ropa embarrada y una sonrisa tonta- presionó su uña sobre mi pecho de forma provocadora- espero que no estés... empezando a sentir. Ayer ni siquiera llegaste a dormir- apoyó su cabeza sobre mi hombro, inclinando el cuello.

Sabía exactamente lo que quería.

-Claro que no, se había enojado y necesitaba alguna forma para pedirle favores.- mentí- todo fue para manipularla.

-Espero que ese favor no haya sido beber de su sangre, eso me pondría celosa.

Todo lo hace, pensé.

Sara era como mi... pareja, cómplice, entre nosotros no existía ningún tipo de sentimiento pero tanto como ella me necesitaba, yo la necesitaba. No era una vampiro, ni mucho menos otra cosa, era un tonta humana que creyó que relacionarse con un vampiro durante las vacaciones sería la gran cosa, esperando a que un día decidiera transformarla,   a veces la necesitaba para solo satisfacer ese sentimiento de soledad que tienes cuando eres un ser de más de seiscientos años otras para creer que al menos alguien estaría esperando por mi en algún lugar del mundo.

Más de una vez se planteó  la idea de que entre nosotros había algo y más de una vez le dejé en claro que no era cierto, sus celos a veces se tornaban insoportables así como también me atraían.

Y si, ella fue mi primera opción y quizá si no hubiera escogido a Stella aquel día no tendría que preocuparme porque algo malo sucediera.

Sara no habría luchado, todo lo contrario, hubiera aceptado y ahora sería un pura sangre.

-Claro que no- volví a mentir por última vez en el día antes de hundir mis colmillos en su piel.  

VALENCEWhere stories live. Discover now