|18| SUEÑO.

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Correr. Ese es el primer instinto de las personas en ocasiones como aquellas.

Un chillido perturbador proveniente de la neblina me hizo retroceder sin apartar si quiera un segundo la vista de aquello, Caleb soltó mi remera deslizando la mano hasta dejarla junto a su cuerpo y maldecir unas cuantas veces antes de ir por mi mano y sostenerla con fuerzas.

-¡Quédate dentro!- gritó en dirección a Parker que no tardo en desaparecer cerrando la puerta con fuerza, las farolas a nuestro alrededor explotaron sumiendo la calle en la oscuridad y grité sintiendo un ardor repentino en el brazo izquierdo-¡Stella, muévete. No tenemos tiempo!

Caleb volvió a tirar de mi brazo una vez más y giré en su dirección corriendo junto a él, no sabía a que lugar nos dirigiamos ni donde acabaríamos, lo único en lo que podía pensar era en el hecho de que mi cuerpo por más que estuviera al lado de su aliado no era capaz de seguir el paso de un vampiro. Yo no era uno de ellos, era una adolescente escapando de algo completamente desconocido y fuera de lo común.

Mis pies se hundieron entre la hierba al abandonar la carretera y entrar en el bosque, lo reconocí al instante, estabamos cerca de casa y lo podía saborear. Era el bosque que me rodeó toda la vida, desde que era una bebé hasta aquellos momentos. Una vez más mi nombre hizo acto de presencia por parte de Caleb en un fallido intento de hacerme acelerar el paso, esquivé una rama saltando sobre un conjunto de rocas que se movieron al impacto y tragué aire de forma bruta para recuperar la postura luego de que mi tobillo se doblara. Grité.

-¡Caleb!- sin respuestas-¡¿De que esca...pamos?!... No- me detuve dando un paso hacía adelante, mis piernas fallaron y una mano detuvo la caída. Miré hacía arriba, a sus azules, su rostro estaba tan cerca del mio que fue imposible no recordar el beso que hasta hace unos minutos había sido lo más preocupante. Me arrodille sobre la hierba soltando su mano- no puedo.

No dijo absolutamente nada. Tomó mi rostro entre sus manos en silencio y desvió  la vista a mis espalda, sus ojos se iluminaron y se volvió a mi con decisión.

Mi piel comenzó arder ante su tacto provocando que soltara un bufido.

-La alianza... Me permite gozar de algunas habilidades de los pura sangre- dijo cerrando los ojos y llevando la cabeza hacía atrás- pero es solo cuando te tengo cerca y necesito de mucha energía... Puedo darte la mía. Necesitamos llegar a la iglesia, los demonios no pueden entrar allí.

Abrió sus ojos dejando ver una linea rojiza recorrer de sus ojos a mentón. Sangre.

-Caleb...

-Descuida, no me sucederá nada- explicó con calma, su mano se encontró una vez más con la mía ayudando a ponerme de pié. Presioné el agarre- solo corre, olvídate de que tus piernas estan cansadas, el peso de tu cuerpo. Olvídate de la gravedad, que algo está detrás de ti y hagas lo que hagas no sueltes mi mano hasta llegar a la iglesia del pueblo ¿Esta bien?

Asentí tratando de coordinar mis pies, a lo lejos se veían las luces del pueblo como una meta esperando por mí, nuestros cuerpos comenzaron a moverse pero aún así no pude notar la diferencia. Mis pasos eran incluso más lentos qur antes. No podía concentrarme, no sabiendo que algo me perseguía, mucho menos creyendo que Caleb estaba débil porque si él lo estaba no existía ninguna probabilidad de poder combatir con lo que acompañará la niebla.

No pienses.

Es como volar...

No pienses en que tu vida depende de ello, solo servirá para que te frustres más.

Cerré los ojos presionando mi mandíbula con fuerza, los pies se me elevaron y en menos de dos segundos una fuerte ráfaga de viento impactó en mi rostro aumentando la velocidad. Fueron los minutos más gratificantes de mi vida, mi cuerpo no pesaba, apenas si notaba la presencia de mis piernas y todo alrededor parecía viajar más lento. Hasta me atreví regalarle una mirada a Caleb, no se percato del pequeño detalle cosa que me disgustó un poco, era extraño verlo tan concentrado e intranquilo perdido en su propio mundo que hasta logró preocuparme mucho más. Las aceras se volvieron a extender ante nosotros y temí por el hecho de que alguien nos viera, luego recordé el toque de queda y seguí el camino hasta la iglesia, divisé las puertas a solo unos pocos metros y en una cantidad de tiempo fugaz me encontraba abriendola de par en par.

VALENCEWhere stories live. Discover now