|11| SANGRE.

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Cielo era su nombre, pensé jugando con mis dedos. Llevandolos uno arriba de otro y así sucesivamente.

Había estado intentando toda la noche recordar aquella película y su protagonista, entre otras cosas. Como en que día cumplía mamá, mi primera mascota, dónde deje la ropa y los ojos de mi abuela. Cosas tontas pero muy importantes como para que se me olvidaran.

No podía dejar de pensar que estaba muriendo y no había absolutamente nada que hacer, tampoco podía ir al hospital y decir que un vampiro me había mordido teniendo en cuenta que mi visita aquella semana terminó en una "simple fiebre". Eso sería loco puesto a que apenas si notaban mi degrades.

-Te ves terrible- dijo y detuve mis movimientos suntiendo mi cuerpo estremecerse, giré la cabeza para observar la hora y me sorprendí al ver que eran las tres de la madrugada.

Sorpresa, la hora del demonio.

Cerré mis ojos. No quería hablarle y eso era más que evidente,  para mi podía mantenerse tres metros lejos de mi y un poco más, hasta donde la alianza hiciera efecto y creo que mi sillón era suficiente. Tenerlo cerca solo serviría para sacarme de mis casillas comenzando una nueva guerra mundial, todavía tenía ganas de gritarle luego de ver aquella escena en su casa y decidir marcharme sin mi toque de energía. Sus manos en el cuerpo de aquella chica me provocaban náuseas.

Caleb resopló de forma sonora tirando su cuerpo hacía atrás y apoyando un hombro en el marco de mi ventana.

-No pensaba venir hoy- soltó algo molesto- quería esperar a que las cosas avanzaran, un mes quizá.

El silencio se instaló en la habitación y pensé, que si aquello fuera una novela, el "vampiro sexi" nunca habría dejado sufrir a su "humana tonta", cortarse una mano antes de que ella soltara una lágrima sería su primera opción. Sin embargo se marchó dejandome con un mar en mis ojos, un profundo hueco en mi corazón y sin preocuparse por los dolores que me hacían sufrir cada día desde que se fue. Eso sin contar que parecía un zombie y yo allí guardando su secreto.

-¿No piensas hablarme?- preguntó y retome los movimientos.

-¿Podrías recordarme tu nombre?

-No es gracioso- cambió el tono de voz y me tente a levantar la vista, pero aún así no lo hice.

Bostecé. No estaba de ánimos ni siquiera para molestarme en gastar palabras con él y ser hosca ¿A mi que me deba que estuviera con la señora trapos de colores? Yo tenía a Scott, lo tenía porque en aquellos momentos no lo hacía.

Él si se hubiera quedado.

-Háblame- insistió y como no lo hice solo le tomó unos segundos colocarse sobre mi a toda velocidad, tal como lo había hecho el día en que me confeso que era un vampiro sus manos se hundían a mi alrededor y sus rodillas a cada lado de mi cintura. Escondió su rostro en mi cuello respirando con dificultad por el esfuerzo- hice mal en esperar tanto tiempo, pero estoy aquí y nunca creí que me afectaría tanto Stella. Tuve que hacer cosas importantes.

Como estar con otra, quise responder. Su aroma llegó a mis fosas nasales y desvíe la vista en dirección a la ventana, que permanecía abierta, sientiendo mi cuerpo despertarse.

-Tengo que hablar contigo.

-En serio, no recuerdo tu nombre- adimití con algo de vergüenza mirando esta vez a sus ojos con sinceridad, estaba pensando en él incluso antes de que llegara pero aún así no recordaba como es que se llamaba.

Su mirada se suavizó pareciendo algo arrepentido, pero era normal, seres como ellos solo buscaban lavarte la cabeza con sus cosas y estúpidos cliché.

Lo tenía en la punta de mi lengua...

-Caleb, mi nombre es Caleb.

-Oh, cierto- mordí mi uña al momento que mi cabeza hacía un "clic". De repente sentí algo incomodarme- puedes apartarte.

-No quiero-sacudió la cabeza y muy en mi interior le agradecí, un instinto me llevó a colocar una mano sobre su pecho.

Seguía furiosa y por alguna razón el hecho de que otra lo tuviera para ella me provocaba cólera, así que levanté la cabeza quedando a centímetros de su rostro y sintiendo su respiración mezclarse con la mía de forma bruta. Nuestros cuerpos se estaban recuperando de a poco.

-Stella...

-Hoy te fui a buscar.

-Lo sé- respondió de inmediato-  te sentí.

-Sin embargo no abriste- dije desviando el rostro y esquivando sus labios.

Estuvo a punto de besarme.

-Stella, por favor- suplicó hundiendo su rostro en la curvatura de mi cuello con desesperación.

Quería tener su cuerpo más cerca. Y no era mentira.

-Esta alianza me esta matando, te necesito. No me hagas esto. No se que hacer.

-Pues no lo desmuestras- miré sus ojos molesta, todo tipo de deseo había desaparecido- mataste a mi amigo y te fuiste. No te preocupaste por mi y en saber como estaba, que por cierto, fueron las dos peores semana de mi vida... ¡Dios, Caleb ni siquiera te pedía que me abrazaras solo necesitaba alguien!

Su rostro se contrajo por mis gritos y recordé a mamá y papá en casa, me callé. No tenía caso discutir con él.

Presioné inconscientemente mis dedos en su blusa sintiendo los huesos debajo de ella, quería deslizar mis manos por cada parte de su cuerpo y besarle. Pero la razón me lo impedía, esto no era deseo de verdad. Era la alianza queriendo unirnos.

-Te necesito. No me hagas repetirlo otra vez- cerró los ojos rozando su nariz en un camino desde mi mentón a cuello- necesito tu sangre.

-¿Cuanta gente has matado?

-Eso no viene al caso.

Claro que lo hacía, no iba a permitir que bebiera de mi sangre sin saber si pararía o no. Era como intentar suicidarme. Un camino directo al infierno sin más ¿Y si moría aquella noche?

Mordí mi labio inferior sintiendo sus dientes rozar mi piel, un escalofrío recorrió entre mis muslos cuando presionó su cintura con la mía uniendo ambos pechos. Soltó un cálido gemido y cerré los ojos esperando el impacto.

¿Dolía? Claro que lo hacía, pero eso no era lo sorprendente.

Clavé mis uñas en su espalda con fuerza sintiendo la sensación más agradable de todas, era como beber un elixir, tener un orgasmo o incluso la droga más perfecta de todas.

-Tocame- pidió sin abandonar mi cuello y llevé mi otra mano a su cintura sin pensarlo. Abrí los ojos mirando al techo.

No queriendo que se apartara.

VALENCEWhere stories live. Discover now