|9| SOLEDAD.

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El aire se tornaba cada vez más denso en aquel pequeño lugar repleto de gente trajeada de negro, hablando entre sí y repartiendo lamentos a medida que el tiempo avanzaba muy lentamente.

No podía evitar jugar con un pequeño hilo rebelde que había escapado de mi vestido hace ya más de una hora, los funerales no eran de mis lugares favoritos. Menos cuando se trataba de uno de mis mejores amigos. Que aunque se haya comportado como un completo imbécil los últimos días seguía siendo el mismo que me llevó a mi primer paseo en bici, quien me dio ánimos para confesarme a un chico por primera vez y el mismísimo que se encargaba de mofarse de mi,  Scott y nuestra relación con tan solo una oración.

Sonreí triste levantando la vista y me encontré con unos profundos ojos de color verde, la sola presencia de Scott era capaz de iluminar toda la sala disfrazada de negro, me sostuvo la mirada unos instantes antes de apartarla con indiferencia. Lo que hizo que tragara saliva intentando reprimir las ganas de llorar.

No habíamos vuelto a hablar luego de una larga charla en el hospital en el que él me pedía explicaciones de lo sucedido, estaba furioso porque nadie le creía y los policías no iban detrás de Caleb por razones desconocidas, trate de todas formas hacerle creer que había tomado de más aún sabiendo que Scott era la clase de chico que sabía controlarse. Pero no me creyó. Recuerdo muy bien su dedo elevándose en mi dirección, acusándome de proteger a quien había asesinado a nuestro amigo, había sido lo que estalló una batalla entre ambos de forma definitiva. Desde allí no volvió a dirigirme la palabra, tampoco lo volví a ver durante los cuatro días que pasaron y cuando por fin lo volví hacer lo único que recibía de su parte fue desprecio. Hostilidad y lo que era decepción. Me dolía tanto como a él pero no podía exponerlo.

No podía contarle lo de Caleb, de tan solo pensar lo que me había sucedido a poco de conocerlo prefería mantenerlo lejos de todo aquello hasta que acábese. Hasta que Caleb rompiera la alianza y se marchara dejándome ser feliz sin miedos ni preocupaciones.

Y no le iba a ser cosa difícil, puesto que no lo había vuelto a ver desde que se marchó del cementerio con el libro. No es que deseara hacerlo, en aquel momento era lo menos que quería y lo odiaba sin dudas. No solo por asesinar a Fred sin preocuparse en buscar otra solución, lo odiaba aún más por escapar como un cobarde, dejarme sola y pérdida.

Lo necesitaba conmigo y escapó.

Lizzy... Ella apenas si me llamó para suplicar que la fuera a ver luego del funeral. No salió de su casa desde el accidente, tampoco había tenido noticias suyas hasta esa mañana, solo sabía que no recordaba nada de aquella noche. Gracias a la droga.

-Nos vamos- mamá tomó mi brazo caminando en dirección a la salida y negué con la cabeza.

-Aún falta el entierro.

-No me quedaré más tiempo bajo la mirada de esta gente curiosa- espetó molesta- despídete del padre Young y vayámonos. Estaré en el auto, no quiero que demores más de tres minutos- sentenció antes de marcharse.

Se apartó de mi oído tomando su típica pose sería y  caminó detrás de papá a solo centímetros.

No quería marcharme y apartarme de Scott, que aunque no me hablara, me conformaba con su presencia. Si no podía sentirme bien físicamente al menos bastaba con satisfacer una parte de mis sentimientos.

Con mis piernas tan débiles a punto de fallar avancé hasta el padre y me despedí con un rápido abrazo recibiendo su bendición y disculpas, lo que me hizo sentir aún peor. Después de todo yo era la culpable.

-Ve en paz, hija- sonrió y asentí.

¿Que pensará la Iglesia de los vampiros y seres sobrenaturales?

VALENCEWhere stories live. Discover now