Es la verdad

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Es lunes y no le he dado una respuesta.
Estuve dándole vueltas todo el fin de semana, pero no logro encontrar la mejor manera de decirle: "no gracias, no sería adecuado".

Porque no lo es.

Y aún así insistió en que me quedara con el boleto.
Claramente, antes de bajarme del coche traté devolvérselo... Pero ya saben cómo es Alex.
Ni siquiera me dejó decir nada, solamente dio a entender que la decisión estaba en mí y si al final me animaba solamente apareciera en el evento y ya.
Pero obviamente no haré eso. Si planeo ir le avisaré.

«Pero no planeo ir»

¿Entonces qué? —retumba la molesta voz de Samara haciendo que casi tire el lápiz con el que estaba escribiendo.

Tomo mucho aire y volteo a verla, buscando la mejor manera de llenarme de paciencia.

—¿Con qué? —pregunto sin tardarme más de lo necesario en volver a lo mío.

—El proyecto —dice a secas y de mala gana.

«¿Qué proyecto? ¿El que solamente hemos hecho Alex y yo? ¿En el que estoy trabajando ahora mismo mientras tú te pintas las uñas?»

¿Dónde se va a hacer la fiesta? —pregunta soplando en sus manos para secar el barniz.

O sea, es en serio que se está pintando las uñas. En clase.

—Ya veo, ahora sí te interesa —suelto sin preocuparme mucho por guardarme mi opinión.

—¿Disculpa? —dice levantando una ceja y enderezando su columna.

—Que sí te interesa ahora que llegamos a la parte de la fiesta —respondo seriamente y con franqueza—. No tengo problema, solo no pienses que va a ser tan fácil como imaginas —digo mientras me taladra con la mirada sin decir nada—. Ya tengo algunas ideas, pero va a ser un poco tedioso planearlas.

¿Recuerdan que habíamos hablado acerca de dar una fiesta que promueva la lectura?

Creo que no pensamos en el tamaño de tontería que eso es. Y, lamentablemente,  aún así sigue siendo nuestra mejor opción.

Al parecer Alex tiene una gran urgencia por sacar una buena nota en este trabajo en específico y está empeñado en que tendremos un enorme diez por la creatividad de dar una fiesta. 

Aunque igual no entiendo, ¿qué se supone que está aprendiendo en estos dos meses extra de preparatoria que lo obligan a hacer? ¿A dar una fiesta?

No digo que el proyecto sea todo lo que hemos hecho este mes en literatura, pero sí una gran parte.

—¿Dónde está él, por cierto? —pregunta Samara como si supiera en quién estoy pensando. Aunque lo cierto es que seguramente ella lo ha tenido en su cabeza desde que entramos a clase y no lo vio aquí sentado.

Lo peor es que sé la respuesta a su pregunta. Esta mañana, Alex me mandó un mensaje diciendo que tiene que ir a ver lo de unos papeles a la universidad y que probablemente no llegaría a clase.

—No lo sé —confirmo, evitándome todo el rollo de: "Alex tiene 22 años, ¡sorpresa!".

—Qué extraño —dice incorporándose en el asiento y estirando sus uñas, como si tenerlas pintadas justificara hacer ese movimiento—. Podría hablarle para preguntar.

«Dios, esta chica»

—Podrías hacerlo —respondo con indiferencia, volviendo a lo mío.

Se queda un rato en silencio pero pronto comienzo a escuchar un insistente tamborileo en la mesa.
Sin embargo, me propongo a continuar escribiendo sobre las hojas blancas encima del folder rojo.
Con el marcatextos, comienzo a resaltar las respuestas más recurrentes dentro de nuestro trabajo de investigación.

Es una apuesta ©Where stories live. Discover now