La cita (y sólo quiero)

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—No elegiría nada de este pasillo —confirmo después de recorrer toda la sección de frutas y verduras.

No me había dado cuenta, pero la verdad es que el lugar está bien ambientado. Si es que eso es posible en un supermercado.
La luz es tenue pero no demasiado, alumbra lo suficiente. Y los estantes son negros, al igual que ciertos detalles de las paredes. Hace un clima agradable y además parece que lo remodelaron hace poco.
Aparte los pasillos no son demasiado grandes y tienen lo necesario.

—¿Estás segura? Porque no hay marcha atrás, no vamos a volver —dice Alex analizando unos cilantros.

Sí, definitivamente es una imagen muy graciosa.

De hecho, no lo había pensado, pero él está acostumbrado a hacer el súper porque vive solo. Yo... No tanto. Definitivamente tiene una gran ventaja para ganar.

—¿Por qué no volveríamos? Quizá más tarde sí quiero algo de este pasillo —respondo.

—No hay cambios ni devoluciones. Este pasillo va a destruirse en cuanto salgamos de él.

—¿Cuál es la necesidad de destrucción? —me río de él.

—Hay que ser extremista contigo, si no no me haces caso —responde con una sonrisa.

Eso es verdad, río para mis adentros.

Al final él tampoco toma nada de frutas y verduras, entonces vamos en dirección a los lácteos y refrigeradores.

—Espera... ¿dónde tenemos que sobrevivir? —pregunto una vez que analizo más la situación, con el objetivo de tener una ventaja—. No es lo mismo saber que pasaremos los próximos tres días en nuestra casa refugiados que luchando por nuestra vida en la calle.

—No lo sé.

—¿Cómo que no lo sabes? Es tu juego, tienes que saber.

—Uno no sabe dónde acabará después de una crisis. Podría ser la selva con insectos mortales.

—Alex, ¿cómo acabaríamos en una selva?

—Usa tu imaginación.

—Pero si es un lugar donde hay mosquitos probablemente debería llevar repelente porque soy algo así como alérgica, entonces podría morir y...

—Tienes que imaginar todo. Tú imagina a dónde irías y qué llevarías contigo —explica en un tono tan relajado que me altera un poco —. Pero tu casa no es opción, está invadida.

—¡Alex!

—Okay ya. Solo ninguna casa es opción. Ninguno de nosotros puede entrar a una casa porque la invasión es solo en las casas. El chiste es que no puedes entrar a ninguna por tres días. Podríamos ir a un refugio, quedarnos en la calle o lo que tú imagines. Es la última regla que voy a poner. Lo demás te lo dejo a ti, prohibido hacer más preguntas.

—Pero tú pensarás en un lugar, yo pensaré en otro y al final no podremos comparar.

—Alana... —voltea a verme—. Confía en mí, pensé en todo.

—Bien, dejaré de cuestionar y lo haré como tú quieres —digo exagerando. 

—Lo que siempre quise escuchar —me guiña el ojo y se adelanta al siguiente pasillo, pasando de largo los lácteos. Como yo tampoco quiero nada de ahí, lo sigo.

—Igual no sé nada de supervivencia —digo en voz alta para que me escuche.

—Mejor así. Más real —dice todavía avanzando delante de mí.

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