Fiesta universitaria

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—¡Kieran! —exclama una chica alta y morena con cabello castaño, pestañas muy largas, y una sonrisa extremadamente amplia.

Acto seguido, lo envuelve en un corto abrazo para a continuación dirigir sus amistosos ojos hacia mí, abriendo un poco más la puerta.
Su mirada lo dice todo, le da gusto recibirnos. Parece ser la dueña de la casa, pues destella alegría, calidez y seguridad.

—Torres —dice Alex cariñosamente respondiendo con una sonrisa de la misma magnitud—. Ella es Alana —se gira hacia mí casi al instante para presentarnos.

—¡Qué nombre! —sonríe con los ojos bien abiertos—. Me encanta —asiente con la cabeza y pronto comienza a agitar sus manos para hacernos pasar y evitar que sigamos parados en el frío de la noche.

Me sorprende altamente poder escuchar lo que dice, ya que la música que se escucha es muy leve y el único otro sonido es de algunas voces más cercanas. Quizá la fiesta sea en el sótano o algo por el estilo.
A decir verdad, yo también querría conservar mi casa intacta. Más con tantas artesanías colgando de las paredes de la cocina y el cálido aroma natural del hogar.

—Yo soy Dalia —afirma a mis espaldas después de cerrar el paso del aire que se colaba por la puerta.

Aquí adentro hace un calor tan agradable que probablemente deba quitarme el suéter pronto.
Todo a mi alrededor es precioso. Lo primero que veo son unas cazuelas de barro sobre un estante de la cocina y varios adornos de cerámica sobre las repisas.
La luz es tenue pero muy acogedora, incluso huele a comida hecha en casa. Parece una cabaña dándote un cálido y cariñoso abrazo enmedio del bosque.

«Creo que esta es mi definición exacta de hogar»

Observo todo un tanto confundida, pero unas voces provenientes del pasillo logran desviar mi atención.

—¡Ya llegaron! —Veo a un chico rubio de cabello corto aproximarse y entrar a la cocina, con un delantal amarillo cubriendo su cuerpo y una cuchara en la mano.

«¿Fiesta universitaria...?»

Detrás de él viene otra figura femenina con el mismo color de cabello y ojos azul celeste, sosteniendo una taza roja de la que desprende humo.
Trae puesta una falda larga muy colorida y sandalias cafés.

Las dos presencias se acercan a mí y me miran expectantes y alegres.
Entonces Alex coloca su mano sobre mi espalda y, ante el gesto, los chicos le sonríen.

—¿Tu novia? —señala el muchacho como si ya supiera la respuesta.

Entonces encuentro los ojos de Alex dirigiéndose a los míos con nerviosismo antes de contestar.

—Sí —me apresuro a afirmar cuando percibo su duda—. Alana, mucho gusto —extiendo mi mano y ambos la estrechan.

—Felicidades, amigo —dice el chico con mucha alegría, palmeando el brazo de Alex—. Bien ahí.

Espero que no note mi sonrojo, pues debo trabajar mucho en eso si quiero sobrevivir a la noche.

Alex solo suelta aire y sonríe, llevando la mano que tiene libre al bolsillo de su pantalón.

—Soy Gina y él Matt —informa la rubia con entusiasmo.

Yo asiento y pronto me giro hacia Dalia, quien está sacando unos platos de la alacena encima del horno.

—Vayan pasando, los demás están en la sala —dice ella cerrando la puertita —. Mientras tanto dejemos a mi cocinero hacer su magia —le dedica una sincera sonrisa a Matt, con algunos platos en la mano, y se acerca a él para darle un tierno beso en los labios.

Es una apuesta ©Where stories live. Discover now