La primera prueba

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Una vez llegando al centro comercial, Alex me pide ir directo a comprar lo que quiero a cambio de salirnos de la fiesta a una hora decente. Accedo a su propuesta debido a que no pienso estar esperando a que decida llevarme a mi casa hasta las 4 de la mañana. Entonces intento ir solamente por un vestido para no tardar más de una hora. Al fin y al cabo, esto lo hice tan solo para molestarlo (y, en parte, porque nadie más me lleva al centro comercial).

Cuando entro a Forever 21 y me fijo en unos aretes preciosos que hay en la entrada, además de recordar que pocas veces uso aretes, logro percatarme de que Alex ya no se encuentra detrás de mí cuando miro a través de uno de los espejos del estante.

«Genial»

Decido no preocuparme demasiado, ya que seguramente no me dejará aquí tirada. Entonces continúo mi recorrido por la tienda, y, por supuesto, me es imposible ir directamente a los vestidos. Me encuentro con todo tipo de ropa atractiva que me incita a desviar mi camino. Cuando comienzo a buscar en la zona de ofertas, suena mi celular para avisarme que han dejado un mensaje.

─Te veo en la fuente ─alcanzo a leer bajo el nombre de Alex. Cabe aclarar que por cuestiones de logística, me vi obligada a pasarle mi número.

«Valiente chico»

Termino llenando la bolsa con un par de blusas, un collar y el vestido que usaré hoy. Pago apresuradamente para no darle una excusa más a mi acompañante para no llevarme a casa temprano, y me dirijo a la fuente del centro de la plaza.

Sin embargo, antes de eso corro al baño para cambiar mi atuendo. Me pongo el vestido azul celeste y lo combino con el collar que compré y los zapatos negros que ya traía, los cuales resultan ser unos botines bastante adecuados para cualquier situación.

Una vez en el centro de la plaza, intento buscar a Alex pero decido sentarme en la fuente porque no lo encuentro. Solo esto me faltaba. No obstante, al momento de levantar la vista lo veo hablando con un chico en una mesa de la comida rápida y cuando me mira se apresura a despedirse de él. Su compañero me señala y se propone a acercarse, pero Alex se lo impide bruscamente y el otro chico se da la vuelta para irse, rodando los ojos.

─Vaya... ─comenta Alex en cuanto está lo suficientemente cerca de mí y se pone a analizar mi atuendo de arriba a abajo, lo cual me incomoda bastante─. Casi no te reconozco.

─¿De qué hablas? ─pregunto con cara de extrañeza debido al reciente episodio con el otro chico y el simple hecho de que me haya abandonado en la tienda.

─No pensé que pudieras... ya sabes, arreglarte y toda la cosa.

Casi parecía que hablaba en serio hasta que soltó una pequeña sonrisa al ver mi cara de pocos amigos.

─Solo bromeo, te ves muy bien.

Decido no hacer demasiado caso a su comentario y entonces agrego rápidamente:

─¿Sabes algo? No puedes simplemente abandonar a la gente.

─Tenía que encargarme de algo... ─responde encogiéndose de hombros─. Además, ¿para qué me querías ahí viendo cómo comprabas un montón de cosas?

─Pudiste avisar.

─Avisé.

─Ya vámonos ─digo deseosa de que se acabe nuestra pequeña discusión y podamos acabar con esta noche de una vez por todas.

Manejamos por poco más de veinte minutos hasta que llegamos a una casa enorme dentro de un fraccionamiento en las afueras de la ciudad. Ya está oscureciendo y la música retumba por toda la cuadra. No sé cómo los vecinos soportan aquel sonido... Y más cuando parece que se prolongará hasta el amanecer.

Es una apuesta ©Where stories live. Discover now