Con ganas de más

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—¿Qué fue eso? —le pregunto cuando salgo de mi ensimismamiento y salgo de la alberca para alcanzarlo junto al camastro.

—Creo que no tengo que responder para que lo sepas —voltea a verme secándose el rostro con la toalla, pero lo veo levantar una ceja y sonreír detrás de ella. Su traje de baño está escurriendo, y a mí me pesa demasiado el maldito short que me dejé puesto. Al ver mi cara perpleja comienza a sonreír más. 

«¿Por qué demonios está sonriendo?»

¿Cómo se te ocurre hacer eso? —me cruzo enfrente de él para alcanzar mi toalla y la tomo bruscamente, pero en vez de cubrirme con ella solo la sostengo.

—¿Besar así de bien? —Una nueva sonrisa crece por el lado izquierdo de su rostro.

Llevo mis manos a la cintura y desvío la mirada, también doblo ligeramente mi rodilla para pasar el peso al lado derecho.

—¡Solo irte! —agrego casi gritando—.¿Qué clase de mujeriego, playboy, engreído hace eso en vez de seguir? —reclamo y me llevo la mano a la frente.

«La clase que quiere jugar contigo»

¿Qué? —pregunta riendo, haciéndose el inocente. Como si no supiera de qué le estoy hablando.

—No puedes solo irte así y manejarme a tu antojo. ¿Piensas que por apartarte y dejarme con ganas de más me voy a enamorar de ti? —entrecierro los ojos y levanto los brazos para dejarlos caer a mis costados después—. ¿En serio piensas que así funciona?

De pronto comienza a mirarme con una expresión que no alcanzo a descifrar. Pero sus ojos están calmados y la sonrisa es apenas una sombra.

—¿Te dejé con ganas de más? —pregunta y la felicidad vuelve a tomar forma en su rostro desde cero, como si fuera nueva.

No, ya, deja de hacer eso Alex. No puedes acomodar todo como tú quieres.

Comienzo a mover mi pie con desesperación y negar con la cabeza viendo al cielo.
Me hierve la sangre y estoy molesta.
Molesta porque parece como si él fuera el único que puede tomar las decisiones y yo solamente me tengo que sentar a observar, pero activamente.
Entonces tomo mucho aire y saco todo el enojo que se está acumulando en mi estómago.

—¡Pues sí, idiota! —lanzo sin siquiera pensarlo y mis propias palabras me caen como un balde de agua helada. Me quedo respirando muy agitadamente y mi pecho sube y baja—. ¡Ya! —alzo los brazos y llevo mi mirada al piso—. ¿Okay? —digo volviendo a mirarlo a él y calmándome un poco—. ¡Está bien! Me gustó lo que sea que hayas hecho —me muerdo los labios con ansias y aprieto la toalla que tengo en la mano.

Definitivamente a mí no me sorprenden tanto mis propias palabras como a él, quien con tan solo dar un corto paso al frente ya está demasiado cerca de mí.
Aunque creo que fui yo la que se acercó mientras le gritaba.

—¿Qué? —pregunta haciendo que sus pupilas se dilaten.

—Que eres un idiota por creer que puedes usar esa técnica para ganar la apuesta —explico desviando la atención de lo último que dije.

—¿Esta técnica? —susurra pasando en  un abrir y cerrar de ojos sus labios por encima de los míos como si le pertenecieran—. ¿Es esto lo que te gustó que haya hecho? —dice con los ojos cerrados respirando sobre mi rostro.

—Pero eso no significa nada... —le digo haciendo referencia a la apuesta en sí, mientras me pierdo en el momento y vuelvo a sus labios buscando terminar lo que él se dignó a interrumpir. Quizá más con ganas de no darle el control.

—Ajá... —murmura entre mis dientes provocándome escalofríos.

—Solo significa que... —lo separo por un segundo para continuar hablando—. Que sabes lo que haces...

Él sigue con los ojos cerrados mientras yo paso una mano por su cabello, cosa que parece provocar algo en él, pues se acerca más a mí y yo sonrío.

—Hora de cenar —me separo lentamente y hago lo posible para fingir una sonrisa triunfante.

Pero no es tan fácil porque no tenía planeado hacerlo así, aunque quedó perfecto.
Mejor eso a seguir admitiendo que algo se siente cuando besas a alguien.
Aunque ya se lo dije más que claro. ¿A quién se lo oculto? Ni modo.

—¡Ya! —me dice riendo y casi suplicando, llevando sus manos a mi cintura para agitarme suavemente fingiendo desesperación—. ¡Deja de hacer eso!

—¿Hacer qué? —pregunto sonriendo esta vez más y mi voz tiembla un poco por el movimiento.

—Tratar de volverme loco —deja caer su frente sobre la mía—. Vamos a dejar de hacerlo, ¿sí?

Yo también comienzo a reír un poco, pero siento un nudo en el estómago.
Alex suelta una última risa que casi es un grave suspiro y se aleja de mí.

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¡Qué emoción! Aquí les dejo el link del grupo de Face, ya está listo.
Gracias a las que me ayudaron ❤

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Es una apuesta ©Hikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin