Creo que lo merecemos

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Prendo de nuevo la televisión para distraerme un rato.

¿Por qué no han bajado las mamás? ¿No deberían estar como locas yendo y viniendo para preparar todo con sus hijos?

Ya me urge ir a mi habitación y el pasillo sigue infestado. Cabe la posibilidad de que ni siquiera sean personas de mi escuela, pero es verdad cuando digo que no quiero arriesgarme.

Sin embargo, hago algo que no hice desde que me levanté: Ver la hora. Abro el menú de búsqueda en la televisión y por fin encuentro una esquina donde puedo realizar mi cometido.

Trato de enfocar mis ojos pero... ¡¿Qué?! ¿10:30 a.m.?

¿Están jugando? Los camiones salen a las 11 y yo sigo con la ropa de ayer, no me he bañado, no he desayunado y mi maletita no está del todo lista.

¿Por qué parecía que eran las nueve todavía?

Bueno, solo esto me faltaba. Que en una de esas vaya a perder el autobús y mi gran ilusión se vaya por el caño.
¡Esto es Gingham! ¡No puedo arruinármelo!

Moraleja: nunca confíes en el cielo matutino y tus cálculos sobre la hora.

Me debato entre salir corriendo o esperar a que la gente de afuera se mueva, pero esto definitivamente es más importante. No me voy a encerrar aquí todo el día, ¿verdad?
Aunque en realidad supongo que si fueran las mamás, ya hubieran bajado a desayunar desde hace rato y no lo han hecho.

Por eso me armo de valor y salgo corriendo sin siquiera voltear a ver a nadie en el camino.
Solamente tomo el elevador y voy en línea recta a mi cuarto.
Aquí ya estoy fuera de peligro.

Me meto a bañar en lo que son menos de diez minutos, pero tengo un pequeño problema para encontrar mi vestuario para el concurso.
Definitivamente no es el mismo de ayer, pues esto es mil veces más especial y artístico, así que rebusco en mi maleta grande.
Tardo por lo menos cinco minutos en recordar que lo metí adentro de un cierre, y en cuanto lo hago lo paso a la maleta pequeña que llevaré.

Para colmo, mi celular tiene solo 47% de pila y ésta me tiene que aguantar hasta las diez de la noche si nos va bien con todo eso del concurso. Mientras más categorías avancemos, mejor. Aun así ya había mencionado que mis esperanzas no están a la altura suficiente, pero sí nos quedamos por lo menos hasta las siete seguro.

Salgo al pasillo y pido el elevador. Luego luego bajo al lobby corriendo como una loca, pero a través de la ventanilla no alcanzo a divisar el movimiento de los camiones. Estoy segura de que faltan por lo menos algunos minutos para que salgan.

¡¿Por qué no están?!

«No, no, no»

Salgo por fin para asegurarme de que no están doblando la esquina, pero lo único que siento es el calor y la humedad invadir mi piel y atravesar mis poros.

Y rastro de mis compañeros, bien gracias.

¡No hay nadie!

Vamos, no pudieron haberse ido sin esperar siquiera unos segundos, ¿verdad?
¡No es tan tarde, no puede ser!

Digo, la salida de casa fue bastante puntual, pero no faltaba nadie. Ahorita falto yo... ¿Es en serio que no me esperaron?

Mi respiración está más agitada que nunca y estoy sudando a cántaros. Comienzo a correr por mis alrededores en la espera de que alguien dé una señal de vida. Pero no hay nada.

«Por favor díganme que esto no está pasando»

Y aquí va de nuevo mi sentimiento de impotencia, abandono y frustración.

Es una apuesta ©Where stories live. Discover now