En completa sintonía

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Antes de salir tomo mi suéter y en verdad me arrepiento de no haber traído algo más, pues el frío de la noche se cuela por mis piernas, además de la delgada tela de la prenda.

Sin embargo, al acercarnos al fuego puedo sentir el abrasador calor que desprenden las llamas y mi temperatura corporal se ve beneficiada por éste.

Froto mis manos antes de tomar asiento en uno de los troncos perfectamente acomodados alrededor de la fogata, justo como en las películas.

Esto, sin duda, es verdaderamente encantador. El jardín de la casa es igual de precioso que el interior y juro escuchar grillos por doquier.

Puedo asegurar que jamás imaginé nada de lo que esta noche ha tenido para ofrecerme; es mil veces mejor.

En serio estoy feliz.

Esta reunión no le pide nada a ninguna fiesta a la que haya ido, donde los adolescentes beben hasta morir y sus voces pueden apenas ser escuchadas por encima de la música.

Yo prefiero platicar hasta reír y escuchar lo que la gente tiene para decir.

Esto es a lo que yo llamo pasar un buen rato, ¿cómo no lo descubrí antes?

(...)

—Tengo un gato —suelta Dalia sosteniendo un malvavisco encima de la fogata—, me gustan las uvas y odio a Taylor Swift.

Félix se queda pensándolo por un rato hasta que habla por fin.

—Es mentira que tienes un gato. —Recarga sus codos sobre los muslos y se inclina hacia adelante—. Y en verdad me alegra que lo sea porque me aterran. Siento que en cualquier momento van a saltar del techo y te van a clavar sus garras en el cráneo.

—Te equivocas, esa no era la mentira —dice ella con total seguridad—. De hecho mi gatita está atrás de ti.

El chico da un salto y voltea rápidamente para confirmar que se trata tan solo de una broma.

Dante comienza a reír con muchas ganas al igual que varios de los presentes.

—Bien, no tengo gato, pero la mentira era lo de Swift —explica Dalia muy risueña—. Amo a esa mujer. Sus canciones son excelsas.

—Entonces dijiste dos mentiras, amor —confirma Matt pasando una mano por su espalda—. El juego va de decir dos verdades y solo una mentira —explica rodeándola con el brazo y acercándola a él.

Ella en vez de responderle se echa a reír y aprisiona su rostro para juntar sus labios con los suyos y seguir riendo entre ellos.

«Creo que la magia de los brownies comienza a surtir efecto»

—Tu turno, Alex —dice Damián desde el otro lado de la fogata, sentado en el piso con las piernas extendidas y el brazo recargado sobre el tronco donde se sientan Dante, Érika y Ben.

—El verde es mi color favorito, le temo a las serpientes —dice a mi lado sin vacilar un segundo—, y estoy enamorado.

Algo en mí me obliga a dirigirle toda mi atención a su respuesta. Sus declaraciones hacen que mi cabeza gire en su dirección y me obligan a tragar saliva.

—El chiste era ponernos a pensar, hermano —expresa Damián echando su cabeza hacia a atrás—. Todos sabemos que las serpientes son tu amor platónico —dice como si la respuesta fuera tan clara—. Lo del color es la mentira —añade con tal seguridad que me cala los huesos.

«¿Qué hay de la tercera declaración?»

Tardo un poco en reaccionar y, en lo que lo hago, todo tipo de ideas cruzan por mi cabeza, inquietándome a grandes niveles.

Es una apuesta ©Where stories live. Discover now