Stiles gruñó y sin pensarlo se lanzó al suelo y tomó a Theo por el cuello de su chamarra.

—Ahora me odias, pero eventualmente lo entenderás —dijo Theo—. Esta es la parte difícil. Porque no puedes ayudar a Scott y salvar a tu papá. Todavía tienes tiempo, Stiles. Todavía tienes tiempo.

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Stiles entró corriendo por las puertas de la escuela, sabiendo que no encontraría a Hannah con su padre. La conocía, y Scott siempre sería su prioridad. Es por eso que cuando entró, y vio el frágil cuerpo de Hannah cubierto de sangre y heridas sobre el de su padre protegiéndolo no podía creerlo.

Stiles corrió a su lado inmediatamente y se arrodilló para estar a su altura.

—¿Hannah? —la llamó suavemente.

—Está vivo. Llegué tarde pero está vivo —murmuró Hannah. Stiles la ayudó a ponerse de pie, pero tan pronto como lo intentó se cayó del nuevo al suelo, demostrando sus heridas.

Hannah esperó en el suelo mientras Stiles checaba a su padre, pero tal y como ella había dicho estaba vivo y en Beacon Hills era todo lo que importaba al final. Una vez que estuvo satisfecho, volteó a ver a Hannah.

Su camiseta estaba totalmente desecha, siendo ahora simplemente un par de jirones. No había rastro de piel donde no hubiera sangre y aun sangraba por todos esos lugares. Una gran herida pasaba por todo su torso, desde la clavícula hasta el ombligo. Su pie izquierdo estaba totalmente roto y su pierna derecha estaba deshecha en piel y sangre. Pero no era esa la herida principal que preocupaba a Stiles, sino la que atravesaba el ojo izquierdo de Hannah, el cual estaba completamente inyectado de sangre.

—Estoy bien —mintió Hannah—. Se curará. Incluso el ojo.

—¿Puedes ver? —preguntó. Hannah dudó sobre decir la verdad o mentir, pero finalmente negó con la cabeza.

—Solo con un ojo. Ahora llama a una ambulancia —dijo en su lugar. Stiles asintió, pero apenas se había volteado para marcar al 911, Hannah ya estaba intentando pararse de nuevo.

—Ey, ey. Espera. Siéntate un momento.

—No puedo. Tengo que encontrar a Lydia —Stiles le miró, como si no pudiera creer que su novia ciega de un ojo, con un pie roto, una pierna desecha y una herida por todo el torso pensara en esas cosas. Hannah lo malinterpretó y se explicó—: Estaba esperando a que llegaras porque no quería dejarlo solo. Ahora estás aquí y tengo que buscar a Lydia.

—No estás hablando en serio.

—No puedes detenerme.

—¿En serio? Porque como estás ahora, creo que podría derribarte totalmente.

—Tomé la decisión más difícil de mi vida, Stiles —la voz de Hannah se cortó—. Scott podría estar muerto y lo peor es que no puedo sentirlo. Ya no. El vínculo se rompió totalmente. Nada. Ayudé a tu padre y ahora debo de buscar a Lydia... ¡y ni tú ni nadie va a poder detenerme porque no dejaré a Allison morir!

—Dijiste Allison —observó Stiles quedamente—. No Lydia.

—Da igual. La historia no se repetirá esta noche mientras yo siga respirando. Aunque sea lo último que haga.

Hannah tomó aliento antes de enderezar el hueso de su pie. Con lo que quedaba de su blusa se hizo un torniquete en la pierna y sin decir nada más, salió de ahí con la cara en alto pero el corazón a diez metros bajo tierra.

Stiles se quedó esperando a la ambulancia mientras tomaba la mano ensangrentada de su padre. Definitivamente Hannah se había llevado la mayor parte de las heridas pero aun así su padre no lucía tan bien. Solo quedaba esperar a que la ambulancia llegara y a que Hannah estuviera bien. 

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Hannah había mentido. No quería molestar más a Stiles ni ocasionarle más estrés y problemas pero sí que lo había sentido. Había sentido en el fondo de su alma cuando Scott McCall había muerto. La había quemado viva. Había sentido el dolor como si fuera propio. Había sentido el momento en que su corazón había dejado de latir porque el de Hannah también lo había hecho. Había sentido su último suspiro como si hubiera sido el de ella.

Y cuánto hubiera deseado que fuera así. Que ella hubiera muerto. Cuánto había deseado en ese momento que su corazón fuera el que dejara de latir, que el dolor se volviera suyo y que su último suspiro fuera aquel porque el mundo podía vivir sin Hannah Hale pero no sin Scott McCall.

Era su deber protegerlo. Era su deber haber sacrificado su cuerpo por el de él. Haber muerto en su nombre. Su único propósito en la vida era proteger a su Alfa, incluso si significaba dar su vida por él.

Le había fallado.

Pero no podía concentrarse en eso. No. Hannah tenía dos metas en mente: encontrar a Lydia y acabar con Theo Raeken.

Y al menos ya tenía una teoría de donde estaba Lydia.

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Scott McCall murió, como Hannah pensó que lo hizo. O al menos por quince minutos. Quince largos minutos en los que Melissa pudo revivirlo y traerlo de nuevo a la vida después de que Theo lo matara. 

Solo que por un instante, Scott deseó haberlo hecho.

—Perdí, mamá —musitó Scott quedamente, bajando la mirada mientras ella intentaba curarlo. Melissa asintió.

—Todos los líderes sufren alguna pérdida. A veces hasta más de lo que crees poder soportar.

—Pero esta vez perdí a todo —Scott hizo una pausa—. Incluso a Hannah.

—No creo que alguna vez la puedas perder. Pero no te preocupes, los recuperarás. Tienes qué.

—¿Por qué regresarían?

—Porque tú eres su líder. Y aun cuando un líder piensa que ya no puede más, siempre queda algo que dar. Esperanza. Dales esperanza.  

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—¡No! —fue lo que gritó Hannah cuando vio a Lydia. O al menos eso pensó que había dicho. No sabía. Cuando la vio tirada cerca del Nemeton, el mundo dejó de sonar y todo lo que escuchaba era un zumbido. No. No. No.

No se movía. Estaba con la mirada perdida y los labios sellados. No respondía. Estaba ida. Con vida, pero su mente estaba muy lejos de ahí. Hannah supo lo que había pasado, lo había visto antes. Alguien había intentado ver sus recuerdos y se había forzado a través de ellos sin ninguna experiencia en ello. Sin delicadeza. Agresivamente.

Theo lo había hecho.

Hannah aulló de dolor. Por Lydia. Por Scott. Por Stiles. Por Malia. Por Kira. Por su manada. Aulló a la luna, reclamándole por ser tan injusta. Por ser capaz de arrebatar tan fácil.

Aulló, y mientras lo hacía, sus ojos se iluminaron de un rojo escarlata. Un rojo tan intenso como la sangre. Un rojo de venganza.

Un rojo que solo le podía pertenecer a un Alfa.  

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Nos vemos el 5 de julio en Killing. No olviden que en unos días subo extras como es costumbre y un agradecimiento y cositas que no se deben de perder. Las amo.   

Breaking /Teen Wolf |running#4|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora