XI

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—Hey —musitó Hannah en voz baja, sacudiendo a Parrish levemente para despertarlo. Parrish no tardó en hacerlo, abriendo sus ojos desconcertado como si no recordara haber dormido ahí. Al ver que no se movía, Hannah se tomó la confianza de sentarse a su lado, dándole un sorbo a su terrible café en vaso térmico y después pasándoselo al policía.

—Buenos días —murmuró Parrish con voz adormilada, aceptando el café—. ¿Cómo ha estado todo?

—Scott quiere verme en una hora, antes de ir a la escuela. Quiere contarme algo y honestamente no sé si esté lista —Parrish no dijo nada, simplemente hizo un ruido de que la estaba escuchando—. No estoy de ánimo para malas noticias, ¿sabes?

—¿Preferirías que te lo ocultara? —dijo Parrish, sabiendo la respuesta pero queriendo que Hannah lo comprendiera.

—No, pero eso no es problema. Scott y yo no tenemos secretos entre nosotros.

—Todo el mundo tiene secretos, niña.

—Scott y yo no —Hannah se quedó callada, recordando a Theo. Parrish adivinó que se había dado cuenta de que él estaba en lo cierto así que Hannah se apresuró a cambiarle de tema antes de que se lo restregara en la cara—. Además, ¿niña? —Bufó Hannah—. No puedes ser mucho más grande que yo si quieres besar a mi mejor amiga —Parrish casi escupió el café, sorprendido. La rubia rió complacida por su reacción y le arrebató el café de las manos.

—Lydia y yo... —Parrish se quedó callado, sin saber cómo discutirle a una chica que pocas veces perdía una pelea.

—Mira, tienes mi aprobación y eso ya es mitad del juego ganado.

—Gracias, me siento halagado —dijo Parrish sarcásticamente.

—No hay tanta diferencia de edad, obviamente hay algo entre ustedes o no me traerías a mitad de la noche para que vea a Lydia mientras tú duermes incómodamente en la sala de espera.

—No fue ninguna molestia traerte.

—Lo dices tan sinceramente que me dan ganas de golpearte en la cara —Parrish la miró, sin entender a dónde quería llegar. Hannah suspiró—. Mira, lo único que importa es que te preocupas por Lydia. Es más, ese es el ochenta por ciento del por qué somos amigos.

—Y el ochenta por ciento del por qué somos amigos para mí es porque ordenas mi escritorio.

—Bueno, me tengo que ir —Hannah le dio su café a Parrish para que lo terminara y se paró. Parrish lo hizo después de ella.

—¿Quieres que te lleve?

—No quiero que Lyd despierte y esté sola, ¿te puedes quedar con ella? ¿Y mandarme un mensaje para decirme cómo está?

—Claro —accedió Parrish sin dudarlo. Hannah le dio una última sonrisa antes de irse.

🌙🌙🌙🌙🌙

—¿Así que qué aprendimos con lo de ayer? —preguntó Hannah a Scott mientras esperaban a que el timbre anunciando el inicio de clases sonara.

—Tracy tenía garras de águila, probablemente de un cambiaformas...

—Llamado garuda —asintió—. He oído hablar de eso, ¿qué más?

—Sus garras también eran de hombrelobo.

—Eso suena imposible, pero es Beacon Hills —dijo Hannah, incapaz de sorprenderse—. Y también era kanima, ¿cierto?

Breaking /Teen Wolf |running#4|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora