C A P I T U L O 23

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Salgo de la cama mirando a Zab dormir plácidamente y se aprieta mi pecho al mirarlo.

Hoy no es un buen día.

Hoy me duele el alma.

Me siento en el sofá al lado de la cama, sintiendo que las piernas me fallan y siento las lágrimas bajar por mis mejillas, pero no quiero que Zab despierte.

Necesito un momento a solas.
Necesito un tiempo para mí.

Estoy desnuda por lo cual agarro la camiseta que Zab tenía puesta ayer y la llevo a mi nariz, respirando su colonia aún en ella y luego la pongo sobre mi cuerpo. Lo miro una vez más, antes de salir de la habitación y es la imagen más hermosa. Mi chico de ojos verdes, dormido. Salgo al pasillo con mis pasos temblorosos. Hoy debería de ser un día lleno de alegrías para mi, debería de estar celebrando, debería de estar feliz.

Llego a la cocina y saco del microonda un pastel, el cual hice anoche mientras le preparaba la cena a mi chico, él fué muy romántico la otra noche al hacerme una cena especial y pues anoche yo quise hacer lo mismo y fué muy hermoso todo, pero en éste momento no puedo recordarlo con detalles, ahora sólo me siento triste y con muchas ganas de llorar, gritar fuerte y correr, pero sólo llevo el pastel a la mesa de cristal de la cocina y lo dejo a un lado, mientras me siento frente a él mirándolo con nostalgia.

Agarro una pequeña velita y la coloco en el centro del pastel de chocolate.

Respiro temblorosa y enciendo la velita.

Hoy es el cumpleaños de Sira.
Hoy no debería estar aquí mirando simplemente un pastel.
Hoy ella debería soplar ésta vela.

Suelto el aire contenido y decido tener una pequeña charla con el fantasma de mi hermana, dónde quiera que se encuentre.

—Sira —digo, sintiendo el dolor en mi pecho —Esto debería ser diferente hermanita, no sabes cuánto me hubiera gustado llevarte éste pastel a tu habitación, darte un fuerte abrazo y un beso —siento mi voz quebrarse pero aún así continúo —No sabes cuánto he deseado que esas máquinas del tiempo que aparecen en las películas existan, no pediría mucho Sira, te lo juro, solo quisiera volver a verte a los ojos y darte un fuerte abrazo, sin importar si no decimos nada... —agarro mi pecho en un reflejo de mi dolor —¡Pero esas malditas máquinas no existen! Y hoy más que nunca me demuestras que mis deseos no se pueden cumplir...conocí una bella persona Sira y no sabes cuánto lo amo, me hace sonreír a pesar del dolor que guarda mi corazón y cada vez que lo miro siento que tengo la esperanza de volver a ser yo, pero aquí Sira, haces falta tú, hacen falta nuestros padres —veo que la pequeña velita ya se está por apagar y decido terminar mi conversación con mi querida hermana —Encontré uno de esos amores que se están extinguiendo... te amo Sira, ¡Felicidades! —digo soplando la vela.
Entonces apoyo mis codos en la mesa y entierro mi rostro entre mis manos y lloro.

Lloro por Sira, lloro por mis padres, lloro por mi y lloro por Zab, porque lo amo y temo perderle, como mi hermana perdió a Samuel. Lloro por esa esperanza que crece en mi pecho cada día y mis deseo de ser feliz. Me siento egoísta.

Entonces siento unos fuertes brazos rodear mi cuerpo y escucho que dice en mi oido.

—Yo te amo a tí, bonita —toda mi piel se eriza. Volteo mi cuerpo entre sus brazos y hundo mi cara en su cuello. Lloro con fuerza mientras él acaricia mi espalda con ternura y besa mi cabeza.

—Te necesito —le digo entre sollozos.

—Siempre estaré aquí —me dice con su voz cargada de tristeza. Alza mi cuerpo entre sus fuertes brazos y como un oso pegado a su cuerpo, me lleva a la habitación. Me coloca suavemente sobre la cama, aún desordenada y cuando pretende soltarme me aferro aun más fuerte a sus brazos haciendo que su cuerpo caiga sobre mí.

No Me Dejes Caer Jamás #1 [COMPLETA] En EdicionWhere stories live. Discover now