C A P I T U L O 02

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   SAN FRANCISCO CALIFORNIA
Meses antes


Había sido un fin de semana largo sin la compañía de mi hermana, ella estaba de fin de semana con su novio y llegó feliz.

Pronto me di cuenta porqué.

Sira, ¡Te hiciste un tatuaje! —tapé mi boca para no chillar cuando entré a su habitación justo en el instante que se quitaba su camiseta—¡Maldita sea, Sira, te has hecho un tatuaje! —dije más alto logrando que me mirara con sus ojos bien abiertos y pusiera un dedo en sus labios, mientras bajaba de vuelta su camiseta.

Sí, pero no hables tan duro —me dijo riendo y luego relamiéndose los labios con picardía.

¡No lo podía creer! Mi hermana se había hecho un tatuaje.

¿Qué dice, Sira? Dime —ella levantó su camiseta morada y me mostró el tatuaje que estaba a un lado de su pequeña cintura, con unas letras ladeada perfectamente, formando una hermosa frases que me dejó sintiendo un escalofrío en todo mi cuerpo y un pequeño tambor en mi pecho.

"No Me Dejes Caer Jamás"

¡Wow, Sira. Quiero uno! —estaba saltando en la cama al instante y ella me detuvo.

Cuando quieras hacerte uno, procura que tenga un gran significado en tu vida, hermanita —murmuró para mí, mirándome directamente a los ojos y atravesándome con sus infinitos pozos azules.

¿Y por qué te hiciste ese, Sira? —le pregunté curiosa.

Me miró a los ojos otra vez.

Sabes hermanita, hay momentos en la vida que debes decirte a tí misma....No me dejes caer jamás —ella puso su mano en mi corazón—Éste a veces nos duele mucho, solo tienes que tener mucho coraje y valentía, así como el significado de tu nombre, hermanita.

Sus palabras me hicieron un hueco que me hizo desear hacerme el mismo tatuaje.

Un nombre que nunca me dices —protesté al instante, dejando el tema de lado  — Sira, Solo me dices, hermanita, hermanita. No soy una niña ya tengo diecinueve años.

Siempre serás mi hermanita, aún si pasan mil años y siempre seremos las mejores amigas. Te lo prometo.

Te quiero —le dije con admiración.
Pero hay cosas que ya no me dices Sira, aún no has querido contarme cómo conociste a Samuel.

Yo te quiero más y ahora vamos a vestirnos, porque me está esperando mi chico y tú tienes que salir de aquí y divertirte un poco —Sira obvió por completo mi curiosidad, así que rendida asentí un poco insegura y así salí de su habitación dirigiéndome a la mía, aunque solo unos cuantos minutos después regresé desesperada por verla y que vea mi vestido.

¡Sira! —grité llamando a mi loca hermana mayor que tardaba una hora en arreglarse.

¡Ya voy! —me gritó desde el baño.

¿Podrías salir? Ya quiero verte —le dije, sabiendo que se vería hermosa, siempre lo hacía. En mi mente solo me decía ser tal y como ella, y sabía no pasaría mucho, un día iba a tener un novio como el de ella, uno que me mire así, como que yo soy su todo.

Salió con su vestido hasta medio muslo y unos tacones que combinan a la perfección, su pelo recogido en una cola elegante y un maquillaje sencillo.

Se veía hermosa.

¿Sira? —le dije.

Ella me miró.

¿Sí, hermanita? —me miró esperando.

Un día quiero ser como tú —murmuré, aún sabiendo lo que siempre me decía. La abracé.

Pero tu también estás hermosa, mírate! —me animó separándose de mí y dándome una vuelta.

Gracias —le dije mirándome al espejo. Tenía un vestido negro ajustado y unos tacones negro con mi cabellos suelto sobre mis hombros cayendo hasta mi cintura. Un maquillaje sencillo que le daba un hermoso toque a mis ojos grises a diferencia de los azules de mi hermana.

Una hora después salimos de casa despidiéndonos de nuestros padres que llegaban de una reunión en la empresa que mi padre había levantado desde hacía mucho años y luego llegamos al club donde se encontraba Sam, el novio de mi hermana. Me pidió que fuera con ella para que me divirtiese un poco, pero sabía que no se separaría de él y necesitaban su espacio.

Saludé a su novio que parecía todo un príncipe sacado de un cuento, pero es que era todo un encanto, desde sus ojos azules igual que los de mi hermana, hasta la manera en la que la amaba, sin embargo, nunca pude conocer a fondo a Sam, tampoco cómo mi hermana lo conoció, era un tema que Sira no trataba, aunque ella me contaba todo, excepto eso y a mí me bastaba con verla feliz. Entonces luego los dejé solos y me fuí a tomar algo. Así la noche pasó volando, entre bebidas y muchas platicas divertidas con diferentes chicos que se habían acercado a mi mesa, pero al fondo del bar, al donde del club había cierto chico que había pasado la noche completa mirándome y me encanta su forma de mirar, tan sensual y única, incluso aterradora y no sabía porque su toque de peligro llamó tanto mi atención, pero luego llegó Sira y me dijo que ya era hora de irnos. Estaba muy feliz, se le notaba en el rostro, pero la detuve.

Sira, ese chico de allá al fondo me ha estado mirando, es muy guapo. Mira disimuladamente —le pedí.

Lo hizo.

Sira volteó muy lentamente hacia el fondo del club, hasta que ví como sus ojos se retuvieron justo donde le indiqué y luego me miró, pero allí ya no había una sonrisa.

No —niega — No lo mires hermanita, los chicos como él no son para chicas como tú.

—No —niega — No lo mires hermanita, los chicos como él no son para chicas como tú

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No Me Dejes Caer Jamás #1 [COMPLETA] En EdicionWhere stories live. Discover now