UNA PEQUEÑA ESPERANZA

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—Entra.

Mirando por encima del hombro,Tadeo vio que su padre seguía ahí detenido mirándole.

Los sentidos de Tadeo quedaron embargados por mil sensaciones en cuanto lo había visto entrar en la habitación.

Al momento supo lo que él esperaba,pero aún asi se sorprendió al sentir que le puso las manos en los hombros. Él se tensó,no de miedo,sino de expectación. Lo oyó respirar hondo,cómo si estuviera aspirando su aroma. Era un acto muy propio de él. Era un hombre en armonía con su condición; Un de depredador. Pero él también lo era en cierto aspecto y ahora mucho más fuerte. Se fiaba bien de sus sentidos, su instinto y cómo buen depredador que era, dejó que su padre se aproximara todo lo que quisiera. Sabía que Manuel se sentía muy atraído por esa parte de su personalidad,lo único que logró fue despertar su fiera interior.

—¿Puedo?.—preguntó él señalando su cuello.

Tadeo no habló.

Manuel retiró la cortina de cabello que cubría su cuello y parte del rostro dejando al descubierto su cara y luego se detuvo sin poder simular la excitación que eso le provocaba.

De repente el sencillo acto que había iniciado se convirtió en un juego peligroso. Mucho mas al comprender que él lo había invitado hacerlo al guardar silencio.

Con rudeza quitó la mano de Manuel. Y aquella mano era la primera de las muchas cosas que Tadeo quería quitarle esa noche. La maldita sonrisa que curveaba sus labios bien podría ser la segunda.

Ahogando una exclamación, Manuel se estremeció. Apoyó la cabeza de nuevo en su coronilla,mientras volvió aspirar el aroma de su cabello.

—Lo siento —.dijo con voz ronca.

Tadeo lo dudó.

—¿sí?.

Trató de relajarse,algo que no consiguió. ¿Cómo hacerlo? Cuándo había dejado que él se acercara tanto cómo antes. Iba a matarlo.

Apartó esa idea de su cabeza,había tomado la decisión de dejarlo con vida para que pudiera ver su venganza,no podía echarse para atrás. Pero su cuerpo tembló al darse cuenta de que por voluntad propia lo dejó tocarle.

—¿Te iras,verdad?.—lo sorprendió en cambio con la pregunta.

—Quizás—respondió su hijo. Sin mover su cuerpo un sólo centímetro.

Tadeo pasó los ojos por la habitación, la mezcla de tonos grises con el color caoba de la madera le gustaba. Los sillones acojinados y los mullidos sofás revelaban su gusto por la comodidad.

—Entonces,creo que esto es una despedida.

Su respuesta física a la pregunta fue tan fría como violenta que tomó a Manuel por sorpresa.

—No me vengas con que te pesa—Gritó. Tadeo aprovechó la ocasión para dejarle clara su postura.  

Manuel sujetó su muñeca cuándo lo vio levantarse. Tadeo lo miró enfurecido,mientras sus demás partes del cuerpo seguían inmóviles ; Cuándo un gruñido salió de sus labios y soltó bruscamente la mano que le había tomado.

—¿Jamás me perdonarás acaso?—.preguntó con sarcasmo.

Dando un paso hacia atrás y poniendo los ojos en blanco,Tadeo le respondió.

—No me diste una tunda por portarme mal,Manuel,abusaste de mi cuerpo,me robaste la niñez ¿que esperabas?.—miró su rostro,sin dar un ápice de la furia que lo calcomio en ese instante,cómo buen depredador debía esperar a que su presa estuviera vulnerable.

MEDIA NOCHEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora