ENTRE DOLOR Y SUEÑOS

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Se sentía atrapado en una de esas terribles pesadillas,de las cuáles  se corre de forma fortuita y los pulmones arden incontenibles y los pies parecen no avanzar nunca a la velocidad necesaria. 

Las piernas,al igual que los demás miembros de su cuerpo parecían renuentes a su orden de seguir. 

Su lucha por mantener alejado a su ángel de aquel demonio voraz de tan engañosa apariencia,por fin había sucumbido. 

Seguía en las sombras,tratando de forma desesperada que sus ojos se acostumbraban a la falta de claridad. 

Su cuerpo temblaba,pero no de frío,temblaba de rabia. Una rabia incontenible que no lograba apaciguar.

En alguna parte de esa temible noche,Matías se arrancaria el corazón por convicción propia y llenaría el hueco con amargura y soledad. Sollozó al percatarse que estaba siendo simplemente usado por alguien sin el menor atisbo de escrúpulos.

Noé remolineaba su cuerpo bajo las sábanas. Estaba dormido teniendo una pesadilla.

Matías, que había sucumbido ante la tentación de verle de vuelta se había pasado por su habitación para tenerle cerca,aunque fuera un corto tiempo,el suficiente para seguir torturando sus sentidos.

Un silencio absoluto albergó la habitación

Noé seguía dormido.

—No puedes seguir haciéndote esto—se pronunció para si mismo. 

Las palabras no cobraban convicción a medida que las pronunciaba. Aunque sonaban muy seguras y esa era su mayor pesadez,que no fuera capaz ni de convencerse a si mismo de forma convincente que debía mantenerse alejado de Noé en el sentido amoroso.

Al tiempo que vacilaba con eso,sintió el cuerpo de Noé restregarse bajo las mantas. 

Inconscientemente en una fracción de segundo apoyó el rostro de Noé junto a su pecho. Aún asi podía sentir los pulmones de Noé,como se inflaban y desinflaban para recuperar su ritmo. Limpió la frente aperlada de sudor de su hermano con su propia mano,preocupado de que fuera alguna fiebre la culpable de su inquietud.

Los ojos de Noé pesados se abrieron más para mirar el rostro de Matías,que permanecía en su regazo acunandolo con una ternura que rayaba en lo maternal. 

Era como sentir la caricia de su propia madre.

—¿Matías?. No estaba complacido,eso saltaba a la vista en cuánto salió el nombre de su boca.

—¡Shhh!—descansa.

—¡De acuerdo!—dijo con voz rabiosa que mostraba su desaprobación.

—¿Pasa algo?—preguntó el rubio en tono cansino.

Pero la respuesta de Noé no llegó,todo seguía a oscuras y en calma, tanto que apenas se vislumbran sus cuerpos en la oscuridad. Matías seguía quieto esperando paciente su respuesta.

—¿Pasa algo?—su voz ya no sonaba tan cordial,ya no se notaba tranquila. Pudo notarlo por el temblor con el que salió,apenas cómo un suspiro.

—No—Fue la respuesta de Noé. Tan fría y tajante como una cuchilla de hielo que bien hubiese podido atravasarlo y fácil hubiera muerto.

Su respuesta tan corta y tan dura le helaba la piel. Algo pasaba con Noé, ni por asomo solía ser tan cortante con él. Pero daba a entender con su actitud que no hablaría del tema. Así que decidió dejarlo solo,si en todo caso cambiaba de parecer quería suponer que él mismo iría a hablarlo.

Se levantó de su lugar sin pronunciar palabra y estaba  apunto de abrir la puerta para dirigirse de vuelta a su habitación, pero el sonido de la voz de Noé lo detuvo en seco.

MEDIA NOCHEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora