✖ Viaje de vuelta ✖

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Decidí sin más sentarme junto a Gwen

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Decidí sin más sentarme junto a Gwen.
¡La había extrañado tanto...!
Ahora que estaba de vuelta, me parecía increíble que su humor estuviera intacto a pesar de todos los situaciones espantosas que había vivido en la Mafia durante su cautiverio.

Durante el viaje, no paraba de hablar sobre lo valiente que se comportó Lease.
A veces tocaba el asunto acerca de su ídolo pop, Keith Loid, pero cada vez que se refería a él yo observaba de reojo a los demás —detrás de mí— para evitar que soltaran algún comentario sobre la Agencia.

Justamente, les había hecho prometer que no soltarían palabra sobre Keith en presencia de Gwen: cuando lo conociera, tendría que ser una sorpresa.

Contemplé con cariño el elegante rostro de Norman; se encontraba en el asiento diagonal al mío, así que nuestras miradas se cruzaban con frecuencia, y de vez en cuando él extendía la mano para juntarla con la mía en una caricia tranquilizadora.

—¿Y tu pantorrilla, amor...? —interrogué, acariciando el dorso de su mano con el pulgar.

Él bajó la mirada, examinando el suelo. 

—Me duele, pero no tengo problema. La herida sanará. Calculo exactamente un mes, tres días, y seis horas según la trayectoria de la bala, el impacto, y la zona donde se produjo la lesión.

—¿No corres riesgo de perder más sangre, o algo así? ¿Alguna infección?

Norman frunció los labios.

—La sangre se coaguló, así que no creo que pueda perecer por su pérdida. En sí, ipso facto lleguemos a la Agencia tendré que ir a la enfermería para desinfectar la zona... —respiró entrecortadamente y cerró los ojos—. ¡Pero no te preocupes! —rio con nerviosismo—: Todo saldrá bien.

Si bien su expresión no denotaba seguridad en lo absoluto, confiaba en él y en sus palabras.
Incliné mi torso, y besé su mano con ternura. Norman sonrió, y pasó los dedos por mi cabello, finalizando el recorrido con una caricia en mi mejilla.

—Eso espero, Fraudetective —abandoné la sonrisa, y lo observé seriamente—. Pero... ¿estás seguro de que te sientes bien?

—Siempre estoy seguro de lo que estoy seguro —afirmó mirando la ventana, pasando la vista por el descampado oscuro y hostil del paisaje. 

Respiré hondo, y me recosté en el respaldo del asiento al tiempo que dejaba escapar el aire en un largo suspiro. 
En sumo sentido, me sentía aliviada de que la peor parte de la Misión hubiera pasado.

—Ahora, me preocupa más el estado deplorable de mi cadena... —añadió Norman, sacando los fragmentos del accesorio de su bolsillo. Los analizó con una mirada dolida—. Hay cosas que no se pueden reparar.

Selló su puño flexionando sus dedos en torno a la cadena, y cerró los ojos como si estuviera meditando.

—¡Yo puedo arreglar tu cadena, Norman! —chilló Mort desde atrás, alzando el pulgar en el gesto de "Ok"—. No está tan rota del todo. He reparado cosas más estrambóticas.

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