✖ Bajo presión ✖

220 38 27
                                    

—¡Crista! —gritó Lime a través de la puerta

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

—¡Crista! —gritó Lime a través de la puerta.

—¡¿Qué sucede?!

—Norman está aquí.

«¡¿Cómo?!»
¡Sabía que el muy impaciente no me esperaría!
Por mucho que me gustase Norman, no podía tolerar que me hiciera esto.

—¿Está dentro de la habitación? —pregunté—. ¡Sé más específica!

Quise gritar, o golpear algo. No me dio el tiempo suficiente de aprontarme por la charla que había tenido con Lime. Debería organizar mis horarios tal vez.

—¡No me he vestido aún, así que espera un rato más! —exclamé, pegando el oído a la puerta para escuchar mejor lo que pasaba del otro lado.

—Acordamos que a esta hora te vería, ¿no? —inquirió a lo lejos.

—Deberás salir de la habitación, porque de ningún modo te dejaré entrar aquí, vete a, eh...  —insistí. Me estaba quedando sin palabras.

El silencio se dejó oír a través de la puerta. Escuché la puerta principal cerrarse con un ruido seco. Se había ido. Suspiré de alivio. Me separé a centímetros de la puerta cuando escuché nuevos pasos dirigirse hacia ella.
Lime tocó la puerta del baño tras decir "¡soy yo!", y luego la abrió; afortunadamente me ofreció la ropa justo a tiempo, además de toallas femeninas.

—Estuvo cerca, ¿eh? —bromeó—. Apostaría a que ese Detective quería entrar a verte en paños menores.

—Qué graciosa. ¡Yo no le gusto! —murmuré, observando las prendas sobre mis brazos—. Y gracias por la ropa. Y por todo.

—No hay de qué —se encogió de hombros—. Siempre estaré ahí para cuando me necesites.

Sonreí.

—Y yo para ti, perra-chan.

Sin más agarré la ropa y las toallas. Cerré la puerta suavemente. Capté que en una esquina se encontraba una mesa ratona lo suficientemente grande como para alojar la ropa allí.
No dudé un segundo.

Lime me había traído un suéter de color rosa —ella amaba el color rosa, pero a mí me daba alergia—, un jean gris (tuve que forcejear bastante para que pudiera deslizarse por mis gordas piernas), un conjunto de ropa interior, botas de plataforma negras y, por último, pero no menos importante: una bufanda azul. Ésta última me hacía cosquillas en el rostro, pero era cómoda.
Salí del baño con una expresión triunfante. Lime estaba en su escritorio, dibujando algo en la computadora con su tableta gráfica. Había aprendido a utilizarla viendo videos en YouTube, y ahora tenía una destreza majestuosa.

Le dije lo primero que me vino a la cabeza:

—No sé por qué me has dejado ser Agente.

Ella abandonó la vista de su computadora.

—¿Disculpa? —replicó sonriente.

—Estás loca por haberme integrado al Escuadrón de los Agentes.

—Oh, Crista. No fue decisión mía. Lo hizo Keith. Yo sólo la aprobé... ¿Sientes que cargas demasiado peso sobre tus hombros? —añadió—. No... No es algo muy complicado, Crista. Tal vez, como no has experimentado nunca lo que es ser un Agente, piensas que fracasarás o nos defraudarás. Te entiendo, yo antes me sentía así.

Asentí. Sí, en eso tenía razón. Sin embargo...

—No lo merezco —argumenté con firmeza—. No me imagino cuántos Agentes reclutas lucharon por su vida para lograr ser aceptados... Y lo único que han recibido es el mensaje de que una novata, una chica sin experiencia alguna de pronto se ha integrado de la nada. Pensarán que yo te he sobornado a ti para obtener esa chance. No me tomarán en serio —suspiré—. No me parece justo, Lissa. Ni para mí, ni para nadie. Sé honesta.

Ella lo pensó nuevamente.

—Esa decisión fue tomada porque estábamos en una emergencia... —respondió—. Digamos que ahora estás en período de prueba. Cuando entrenes y veamos lo que realmente puedes lograr, entonces certificaremos que eres una Agente Secreta.

—O sea...

—Estaremos probando tus aptitudes, Crista —continuó—. Sólo tendré que informarle a Keith sobre eso y el asunto estará cerrado. Por ahora, digamos que no eres oficialmente una Agente.

"¡Perfecto!", pensé.

—¡Gracias por considerarlo! —corrí para abrazarla, y ella se levantó del escritorio. Sus brazos elegantes rodearon con fuerza mi torso. Curiosamente su cabello olía a limón.
Desde que la conocí, su presencia entera huele a limón.

—Norman está afuera, ¿lo recuerdas? —me advirtió—. Solo sé que él odia esperar.

Reímos mientras abrimos la puerta de su cuarto. Del otro lado esperaba Norman, Lease y Keith, con esa perfecta y torcida sonrisa de superestrella.

"¿Keith irá con nosotros a la casa de Norman?"
"¿Quién cuidará de la organización si él no está?"

Lime apagó la luz de la habitación y cerró la puerta tras ella. Contempló a Lease con tristeza.
Ahora que ella estaba enterada sobre los sentimientos de Lease, tendría remordimientos y se sentiría más que incómoda al verlo...
¿Escogería algún momento para hablarle a Lease cara a cara, contárselo todo y disculparse?

Sin embargo, para mi gran incomodidad, Keith Loid salió de esa expresión de estupor y se aproximó hacia Lime; la besó con ganas.
Lease evitó ver la escena, mirando hacia otro lado. Yo hubiera querido salir corriendo de allí para tratar de no sentir rencor de mí misma. Si yo le hubiera dicho antes a Lime —sobre lo que sentía Lease por ella— no habría ocurrido nada malo. Esperaba que no se destruyera ninguna amistad. No quería ni imaginarme lo que pensaría Lease en esos momentos.

—Chicos, hey... —interrumpió Norman, con sarcasmo—. Si quieren ponerse románticos hay una habitación más allá, por las dudas.

Ellos se separaron de inmediato.

—No, no... —respondió Keith, tartamudeando y sonriendo—. N-no es necesario que...

—Tranquilos —maticé—. Tendrán más tiempo para hacer eso cuando volvamos del paseo. Espero que sea rápido y no tengamos contratiempos.

—No los tendremos —objetó Lease—, a menos que tengamos que organizar alguna persecución.

Norman hizo un gesto despectivo.

—Bueno —replicó—, de seguro no habrá ninguna.



Clasificados © [En edición]Where stories live. Discover now