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✖ Oportunidad perdida ✖

Todo el mundo sabía que, realmente, mi madre no había muerto por un paro cardíaco, un ACV y nada más. 

No, no. Esa excusa entrañaba un suceso más particular.
Mi madre había formado parte del escuadrón de los Agentes en su juventud. Papá, Nicholas Cardinal, la conoció en una Misión que llevaron a cabo un día, y para él, un Detective habilidoso, era más que un Caso por resolver: había caído prácticamente fulminado bajo la mirada de mi madre.

Una vez que los dos cumplieron veinticinco años, decidieron unirse en matrimonio, y para ello debieron abandonar la organización porque la edad máxima que la A.J.D permitía en los jóvenes había llegado a ellos.
De todos modos, teniendo en cuenta ambos pasados, papá no quería que Miles y yo nos incluyéramos en temas policiales, alegando que siempre resultaban catastróficos, para un bando o para el otro. Y de verdad, tiene razón.
Yo estaba seguro que, si yo le contaba la verdad absoluta a Crista (la verdad de que mi madre había sido Agente, y ahora estaba muerta debido a sus acciones), se aterrorizaría por su futuro y dejaría en el olvido el plan: confiar en nosotros para poder salvar a sus padres.

Lo cierto era que mi madre había sido fatalmente envenenada en una de sus Misiones por culpa de la Mafia.
No estoy exagerando al contarte esto, pero esa es la oficial causa de su fallecimiento y su anterior enfermedad, aquella por la que tenía que controlarse diariamente en el hospital de la ciudad para evitar que sucediera lo peor...
Y lo más irónico y triste, es que lo que ella trataba de evitar a toda costa fue lo que terminó acabando con su vida.

Ella le daba vida a nuestra familia. Ponía de excelente humor a mi padre, Nicholas.
Nick (Nicholas) era idéntico a mí en todos los sentidos, apariencia y personalidad. Mamá era idéntica a Miles en cuanto su aspecto, pero con la enorme diferencia en que su carácter era muy dulce y compasivo, que contrastaba bastante con el melancólico y solitario de mi padre, que en enorme cantidad de ocasiones se encerraba en su estudio a reflexionar un rato, olvidándose de todo y de todos.
En nuestros días más felices se ocultaban algunas nubes de tormenta. No todo era perfecto: mamá empeoraba su humor y su salud día a día que tachábamos del calendario. Papá se encerraba aún más en sus problemas, y hablaba casi con lágrimas en los ojos.
Miles no sabía qué hacer con su vida. Yo huía de mi hogar para visitar a mis abuelos y no vivir en un ambiente tan tenso como el de casa.

Todo por culpa de la Mafia.
Arruinó mi vida. La vida de Miller.
Arruinó la vida de Crista.

Aún no estaba arruinada del todo, pero de ninguna manera permitiría que algo malo le pasase a Crista y su familia, que tanto me había brindado por aquellas épocas difíciles.

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En cuanto a mi vida social corresponde, todos mis compañeros de clase en la secundaria, además mis "compadres" Detectives en la organización, tenían la expectativa de que yo era un líder nato, una persona inquebrantable...
A veces me parece desagradable que me traten como si tuviera todas las respuestas, como si nunca me equivocase y aprendiera de mis errores como cualquier ser humano.
La verdad, me sentía triste, pequeño, gris, y solitario por dentro. Y lo que era peor, cuando las cosas parecían torcerse de mi lado de la balanza, esos presuntos amigos desaparecían, se borraban del mapa como tragados por la tierra.