✖ Sin salida ✖

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Todo fue culpa de nuestra querida Lime, líder absoluta del Escuadrón de los Agentes Secretos

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Todo fue culpa de nuestra querida Lime, líder absoluta del Escuadrón de los Agentes Secretos.

Lo primero que atinamos a hacer fue correr despavoridamente de allí, evitando lo mayor posible la mirada sagaz de las cámaras.
Detrás del cuerpo inerte del gángster que había golpeado Lime, nos encontramos de golpe con una adolescente, y otro chico, parados en medio del pasillo como idiotas, quienes probablemente le habrían hecho compañía al pobre desafortunado cuando salió a inspeccionar los alrededores de la guarida.

Las alarmas sonaban intensamente con un pitido ensordecedor, pero luego de unos instantes interminables se apagaron como por arte de magia, tan abruptamente que me pareció levemente sospechoso.
Ninguno de los dos chicos que encontramos por el pasillo se veían lo bastante fieros como para asesinar a alguien sin pestañear.

Por instinto, la chica se apresuró a tomar un arma de fuego de su cinturón y a apuntarnos con ella sujetándola con su mano temblorosa, pero decidida.
Su compañero, aprovechando nuestra distracción, no tuvo mejor idea que atacar a la persona que tenía más cerca de su alcance: sujetó violentamente a Lease del cuello, con la idea de asfixiarlo.

Antes de que yo pudiera reaccionar a ello, Crista se aproximó rápido hasta la adolescente que tenía el arma, y de una patada —alta y fuerte, y directa— arrojó el revólver al suelo.

Lease logró zafarse del chico dándole un brusco puñetazo en el estómago que lo hizo sentarse en el piso, causando que tropezara a su vez con su compañera, quien volvía a la carga. Ambos estaban ya muy cansados. Se dieron por vencidos.

—¡Morton, agarra el arma de la chica! —gritó Lime—. ¡Guarda la pistola bajo tu sombrero!

—Como digas, jefa —hizo lo anteriormente dicho con rapidez.

No sabía qué guardaría Mort bajo su sombrero; lo único que sabía era que suponía todo un misterio. Francamente, esperaba que guardase una bomba atómica o similar; algo que nos haga salir del apuro tan veloz como eficaz.

A nuestras espaldas, los padres de Crista corrían a duras penas.
Si no tomábamos las precauciones debidas, podrían resultar heridos de gravedad; o peor, muertos.

Di media vuelta, y le dirigí una mirada severa a Lime y a Lease.

—Confío en ustedes —musité, resollando—. Protejan a los padres de Crista lo más que les sea posible. Yo protegeré a los pequeños.

—No hace falta que nos digas cuál es nuestro deber, Detective Niss —sonrió Lime, imitando una voz solemne—. Los Agentes fuimos entrenados para proteger a las personas.

—Haremos lo posible —aseguró Lease con optimismo.

La guarida de la Mafia me recordaba al edificio de la A.J.D, nada más que tenía musgo, telarañas, y en su ambiente se percibía una intensa aura de destrucción mezclada con penurias.
Si existieran mundos paralelos, el cuartel sería la antítesis de la Agencia: un edificio de aspecto turbio, en el que nadie quisiera vivir.

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