✖ Propuesta inconveniente ✖

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Antes de subir al ascensor, Norman ojeó a todas partes con un gesto lánguido que me puso la piel de gallina. Daba igual si era un Detective y su intelecto moral era el mejor: cuando Norman se encontraba serio tenía una mirada peculiar, como la de un asesino en serie buscando un objetivo.
Al llegar a su habitación, aparentaba estar llevándome a escondidas, temeroso, como si no debiera estar conmigo o yo junto a él.

Cuando me echó un vistazo, atiné a cubrirme las heridas con mis manos frías, casi rojizas.
Lara Jury me había hecho pasar penurias junto a las demás chicas.  Primero, la pisoteada en la espalda.
Segundo, correr 120 vueltas sin el más mínimo descanso alrededor de la pista.
Tercero, escalar un muro repleto a más no poder de espinas y piedras afiladas —gracias a Dios tenía puesto los dichosos guantes; aunque de todos modos mis brazos sufrieron las consecuencias—, hasta finalmente llegar a la cima y deslizarme por una rápida tirolesa no muy confiable.

Resultado: caí 15 veces, maldije 5 veces, resbalé 18 veces y por demás me hice unas veinte cortaduras en los brazos, el torso y la espalda.
Después vería cómo curarme. Lo menos que me importaba era eso.
Por suerte, por divina suerte, no me hicieron luchar cuerpo a cuerpo. En menos de tres segundos habría estado Knock-Out.
Pero siendo honestamente optimista, había conocido a muy buenas personas durante el entrenamiento: por ejemplo, a Isokan y Eris Pentino, unas gemelas muy simpáticas y dulces. Ambas estaban en la categoría C-3. Tenían el cabello oscuro al igual que sus ojos. La única manera en la que podía diferenciarlas era por un grueso mechón de cabello teñido de diferentes colores: Isokan gris, y Eris azul.
Con toda la voluntad del mundo, ellas me explicaron el "Arte de Espiar con Sigilo." Lo único que hice mientras daban sus aburridas explicaciones fue asentir con la cabeza como un zombi, y dejaba que hablasen sin parar. Me había quedado inmersa en mis pensamientos.

Y eso, ahora que lo pienso con claridad, era lo que me ocurría en la secundaria, y la razón por la cual no aprobaba los exámenes.



Empecé a preocuparme al ver que Norman adoptaba un semblante de nerviosismo estando junto a la puerta de la habitación.

—¿Por qué me haces entrar a escondidas? —espeté. Su actitud tan meticulosa me hastiaba un poco.

Apretó los labios.

—Porque los Detectives no tenemos permitido tener relaciones amorosas o sexuales con Agentes. Nos distrae del trabajo, o crea conflictos. Explicar el porqué sería muy extenso.

¿Qué clase de ley era esa? ¡Qué estupidez más grande!
¡Ni que fuéramos a acostarnos en vez de trabajar!

—Solo podemos vernos en los tiempos libres y demás cosas —continuó—. Se supone que entre Detectives y Agentes deberíamos comunicarnos por videollamadas, mensajes, audífonos y micrófonos. Es una relación meramente de trabajo. No debería existir ningún vínculo personal entre individuos de ambos bandos para que una misión se lleve a cabo.

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