Capítulo 45 - Luke

1.2K 90 148
                                    

Los nervios empiezan a revolverme el estómago en el mismo momento en el que me despierto de golpe.

Menuda noche de mierda que acabo de pasar.

Decido que lo mejor será dejar de intentar conciliar el sueño y me pongo en pie sin siquiera comprobar la hora en mi móvil. A juzgar por la poca luz que entra en la habitación no deben de ser más de las siete.

Lo mismo da.

Busco a tientas los calcetines de los que me deshice en cuanto llegué de casa de Logan; me los pongo sin dar importancia al hecho de que se encuentren al revés.

Próximo reto: bajar las escaleras sin patinarme para así no acabar descendiéndolas usando el culo como trineo.

Estado de la misión: completada; y cabe añadir que con éxito.

Siguiente debate: desayunar y, probablemente, potar todo lo engullido o envolverme en una manta y ver un par de episodios de cualquier dibujo animado.

Termino por decantarme por la segunda opción, siendo más segura que la otra en estos momentos. Sin embargo, un agudo ruido hace que frene en seco a medio camino del salón; el timbre.

Joder, ¿quién cojones va de visita a una casa a las siete de la mañana?

Reúno toda mi irritación, la conservo en un escondido rincón de mi mente y la uso como combustible para poder llegar hasta la entrada en unas pocas zancadas. Freno a tiempo de no chocarme contra la madera.

Un hombre de pelo corto, canoso y grasiento me contempla desde el otro lado de ésta. Sus ojos están inyectados en sangre, pero la frialdad y la dureza que los caracterizan siguen siendo tan palpables como hace tres años.

Es papá.

El estómago se me revuelve incluso más, y de repente, el vomitar no me parece una opción tan terrible; es más, disfrutaría manchándole toda la ropa al jodido cabrón.

Él no parece reconocerme.

-Buenos días -su leve sonrisa resulta repugnante. Le contesto con una mueca de disgusto-, ¿serías tan amable de decirme si Liz Hemmings y sus dos hijos siguen viviendo aquí?

Las manos me empiezan a sudar ante su pregunta. El muy cerdo vuelve a dirigirme ese asqueroso gesto de superioridad; cojo una gran bocanada de aire antes de responderle.

-No. Soy Francisco Smith y la verdad es que no conozco a nadie con ese nombre. Sin hijos, debo añadir.

Sus ojos se abren con sorpresa. Siento el latido de mi corazón en los oídos.

-Está bien. Gracias de todas formas, este...

-Francisco -le recuerdo. Trago saliva-. Francisco Fernando Smith.

-Eso mismo. Hasta otra.

Lo último que consigo ver antes de cerrarle la puerta en las narices es una maleta pequeña y estropeada. Y su escalofriante sonrisa. Por tercera vez.

Apoyo la cabeza contra la pared. Joder, ¿por qué ese trozo de mierda siempre consigue hacerme llorar de rabia?

-¿Luke? -la aterciopelada voz de mamá resuena desde lo alto de las escaleras- ¿Quién estaba en la puerta?

Decido no contárselo. Ella ya ha sufrido bastante; y no merece un sólo segundo más de angustia.

-Nadie importante, tranquila -me giro hacia ella y simulo un bostezo para poder usarlo como motivo de mis lágrimas-. Buenos días, mamá.

-Buenos días a ti también, Luke -ella me envuelve en un cálido abrazo, acariciándome el pelo lentamente. Las piernas me flaquean-. Ya está, cariño. Ya no volverá más.

Literature » lrhOn viuen les histories. Descobreix ara