Capítulo 34

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El espejo del cuarto de baño me devuelve mi reflejo. El mismo gesto que me ha acompañado estos tres últimos días continúa estando plasmado en mi expresión;

Una sonrisa de lo más amplia.

Las imágenes de este viernes recorren mi mente por millonésima vez desde que Luke se marchó de casa, dejándome con la sensación de estar en el quinto cielo.

-Creo que -la voz de Luke sonó entrecortada, grave-, este juego acaba de convertirse en mi favorito.

Un beso perezoso, dulce; igual al calmado final de la quinta canción.

We are selected;

Immaculate fools.

Separé mis labios de él a regañadientes. Lo único que me pedía el cuerpo en ese instante era no dejarle marchar nunca; ansiaba susurrarle al oído esas dos palabras que tanto tiempo llevaban encerradas bajo llave en algún diminuto rincón de mi corazón.

Luke me abrazó cuidadosamente, como si fuera de cristal y tuviera miedo de que me hiciera añicos frente a él.

Las ganas de llorar me invadieron de golpe; acababa de darme cuenta de que jamás había experimentado un sentimiento tan placentero y maravilloso al estar con una persona.

-Tengo que irme -sus palabras originaron que varios pinchazos recorrieran mi corazón. Asentí tenuemente contra su pecho-, Jackie y mi madre deben de estar esperándome.

Luke se incorporó de mi cama. Esbozó una sonrisa bellísima antes de acercarse hasta el marco de la puerta, vacilante.

The Best Of todavía continuaba sirviéndonos de banda sonora.

-¿Nos vemos el lunes? -la pregunta que musité sonó aguda.

-En clase de Literatura.

Su respuesta quedó flotando en mis pensamientos hasta mucho después de su partida.

En cierto momento, una de las oraciones más conocidas de Orgullo y Prejuicio se coló en mi mente:

¿Se puede morir de felicidad?

Sí. La única respuesta correcta me parecía ser esa.

-¿Logan? -los golpes que alguien está aporreando a la puerta del baño me traen de vuelta a la realidad- Cariño, ¿te encuentras bien?

Ese es el inconfundible tono dulce de mamá. Me dirijo dando traspiés hacia la salida del cuartito, tropezándome con mi madre al dejarme al descubierto.

Sus manos se posan directamente sobre mi frente. Pongo los ojos en blanco sin siquiera pretenderlo.

-No, mamá, no tengo fiebre. Me encuentro perfectamente -ambas soltamos una risa entre dientes; papá, Dakota y Riley continúan estando dormidos.

-Espero que así sea -asiento enérgicamente con tal de convencerla. Ella, por su parte, me propina una palmada en el trasero en cuanto comienzo a encaminarme hacia las escaleras. No logro contener la risa-. ¡Date prisa o llegarás tarde a clase!

-¡A sus órdenes, mi capitana!

Diviso el autobús al llegar hasta el piso de abajo. Justo a tiempo. 

***

Juraría que incluso empieza a faltarme el oxígeno.

Shannon se ha lanzado a mi cuello en cuanto he puesto los pies fuera del autobús y, desde entonces, no se ha despegado de mí un sólo centímetro.

Literature » lrhUnde poveștirile trăiesc. Descoperă acum