Capítulo 21

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-¿Quién quiere jugar a algún juego para bajar la comida?

Todos y cada uno de los presentes en el salón observamos a Abu con expresión adormilada; aún así, con los ojos entrecerrados, asiento perezosamente con mi cabeza, indicándole que, a diferencia de la mayoría de mi familia, yo estoy preparada para hacer cualquier actividad con tal de no quedarme incluso más aturdida.

Hemos terminado de comer hará diez minutos. Nana, en honor a Velia, ha cocinado varios entrantes italianos, de los cuales no ha sobrado una sola migaja por estar exquisitos; para cuando ha llegado el postre, una tarta nevada a la que no me he podido resistir, sentía que iba a explotar en pedazos para luego esparcirme por toda la estancia. Sin embargo, y para la suerte de todos, he conseguido ingerir un trozo sin causar daños mayores.

Doy un rápido vistazo al panorama que me rodea. Dakota y Ryl, para mi sorpresa, se encuentran encajadas en un mismo sillón, jugando mediante susurros con sus nuevas muñecas; Chris, Vel, los abuelos y mis padres acaban de decidir incorporarse de sus asientos para, seguramente, proponernos jugar a nuestro juego más típico: el bingo.

-¡Chicas! -la italiana, con una sonrisa radiante, da unos cuantos aplausos para llamar la atención de mis hermanas- ¿Qué os parece si jugamos a la Regina? Consiste en elegir a uno de nosotros como reina para que reproduzca canciones diferentes y las pare cuando le apetezca; quien mueva un sólo músculo mientras no haya música, queda eliminado.

-¡Nosotras jugamos!

Dac y Riley tardan menos de tres segundos en colocarse junto a todos nosotros, inquietas por empezar con la diversión. En cuanto coincidimos en que Nana sea nuestra primera Regina, nos esparcimos por la ancha alfombra india del salón y esperamos pacientemente a que la abuela elija uno de los muchos discos de vinilo que decoran una pequeña esquina del lugar. Con una sonrisa de oreja a oreja dibujada en mis facciones, me acerco hasta ella para poder ayudarla con el tocadiscos almacenado bajo la antigua mesita de madera.

-Mira, cielo... -Nana susurra justo a mi lado, acercando su cuerpo al mío- Confío en tus dotes; así que, no decepciones a la abuela y gana esto como la mejor chica que eres.

Una risita sale inevitablemente de entre mis labios entrecerrados.

-Pienso ganar, Nana -ambas nos sonreímos de forma cómplice-. El equipo que formamos es infalible.

-Esa es mi chica -con tono orgulloso, la abuela acaricia mi mejilla tiernamente antes de incorporarse aparentando inocencia-. ¡Comencemos! ¡Vuestra Regina está más que lista para haceros bailar!

Nana me dedica un guiño disimulado tras poner en marcha el anticuado tocadiscos. Siendo incapaz de esconder la sonrisa que acaba de hacerse presente en mis facciones, comienzo a moverme al ritmo de Sweet Caroline de Neil Diamond. Tanto Nana como todos los demás parecen estar divirtiéndose a más no poder y yo, desde luego, no me quedo atrás. De repente, mis oídos dejan de percibir la pegadiza melodía de la canción, por lo que paro todo mi cuerpo de forma instantánea.

Rompo en escandalosas carcajadas en cuanto visualizo cómo papá pierde el equilibrio y cae de costado a la suave alfombra del suelo.

Si todas las eliminaciones continúan siendo así de cómicas, estoy segura al cien por cien de que quedaré eliminada por mover mis hombros a causa de intentar controlar la risa.

-Maldigo la postura en la que has hecho que me pare, mamá -las quejas de mi padre parecen divertir a Nana muchísimo, ya que no es capaz de parar de sonreír-. ¡Un poco más y me confunden con un flamenco!

-Vamos, cariño -al tiempo que la abuela contesta, vuelve a reproducir la canción-, no tengas un mal perder.

La corta discusión entre los dos me recuerda a los tontos piques que solíamos tener Chris y yo de pequeños; esos enfados que no duraban apenas un minuto.

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