Capítulo 35 - Luke

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Pestañeo unas cuantas veces seguidas.

Luego suspiro pesadamente, como si el Rey de Villacientífica me fuera a sentenciar una muerte inminente por no saber a qué elemento corresponden las letras Mn.

Joder. Tiene narices que en octavo grado me viera como el próximo genio matemático que dejaría por los suelos el autoestima de cualquiera que ya se dedicaba a esa profesión.

Ojeo la segunda pregunta; un jodido problema.

Paso a la tercera.

Y después a la cuarta.

Y a la quinta.

Imagino que la punta afilada de mi lápiz se clava violentamente en la hoja de periódico que Seboso está leyendo. Su cara redonda y sus inmensas orejas se pondrían rojas de furia al tiempo que su apretada camisa de flores hawaianas se empaparía del asqueroso sudor que siempre parece estar expulsando.

¿Cómo cojones aguanta su mujer sin desmayarse cuando su querido maridito entra en casa despidiendo tal tufo?

Eso si es que tiene una. Apostaría mi cuello a que todavía vive bajo los cuidados de su pobre madre.

Ella sí que es una verdadera heroína. Y una superviviente de categoría.

Esa mujer necesita que alguien le construya un altar en su honor.

Y a este paso, seré yo quien termine fabricándolo; suspenderé el jodido examen, me convertiré en un vago amante de la comida basura, alguna empresa de mierda me ofrecerá un trabajo de obrero de mierda, ganaré un estúpido concurso de comer el máximo de hamburguesas posibles (el cuál me hará sentirme orgulloso de mí mismo por un tiempo) y acabaré pensando que construir altares a la gente es lo más guay que alguien podría estar haciendo con su penosa vida.

Wow. Acabo de inventarme la mejor historia corta del mundo durante un examen sorpresa de Química.

Luke Hemmings; autor de la novela best seller inspirada en su futura vida.

Elijah Greenwood; sabio estudiante que estará dispuesto a proporcionarle ciertas respuestas a Luke el idiota Hemmings.

-Psst, tío.

El muy huevón dirige su mirada hacia mí para acto seguido volverla al frente de nuevo, ignorándome como si mi persona fuera invisible para él.

Vaya. Hoy todos mis pensamientos suenan realmente poéticos.

Releo de forma rápida la primera pregunta, seguro de que la inspiración acudirá a mí esta vez.

Pero cómo no, no lo hace.

Menuda mierda.

-Elijah, joder -ya era hora. Greenwood alza sus cejas, haciéndolas parecerse a dos arcos romanos.

-¿Qué?

Señalo con un par de golpecitos la pregunta que encabeza el puto examen. Él lo pilla al segundo. Su boca comienza a vocalizar las benditas letras que corresponden a Mn.

M-a-n-g-a-n...

-Perdone, Greenwood, ¿podría explicarme claramente lo que está haciendo?

***

-Ni se os ocurra moveros de aquí. Estaré de vuelta enseguida.

Ahí viene.

Aguanto mi respiración tanto tiempo como puedo.

Pero, como siempre, no resulta ser suficiente.

El repulsivo perfume del director Perry se apodera de la enana sala de espera en la que Elijah y yo estamos encerrados. Tengo las tripas más que revueltas.

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