Capítulo 26

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El endemoniado ruido del teléfono de casa acaba de despertarme de la forma más brusca posible.

Mi móvil marca las ocho y cinco de la mañana.

Mientras me quejo internamente por el hecho de que alguien haya decidido llamar tan temprano, me pongo en pie de forma lenta, dispuesta a correr las dos cortinas que cubren las ventanas de mi habitación.

Al abrirlas compruebo que, una vez más, está lloviendo a cántaros el día de mi cumpleaños.

Sólo espero que al igual que todos estos últimos años, mamá y papá no se hayan olvidado de prepararme “el desayuno especial”.

Termino de calzarme las zapatillas de casa para acto seguido envolver mi cuerpo con la bata más cálida que poseo. Mis piernas se encuentran todavía adormiladas cuando doy un diminuto paso hacia la salida del cuarto.

Lo primero que siento al abrir la puerta es algo esponjoso estampándose contra mi cara.

-¡Muchas felicidades, Logan! -la nata que tapa mis ojos no me permite ver con claridad, pero apostaría a que toda la familia se encuentran frente a mí.

Una lluvia de confeti cae entonces a lo largo de todo mi cuerpo, provocando que rompa en carcajadas junto a los demás.

-Esto -señalo la nata esparcida con mi dedo índice- no era para nada necesario, Chris.

Lo único que consigo es que sus risas se tornen más sonoras a la vez que, detrás de Vel, los cinco miembros de mi familia me encierran en un abrazo grupal.

-No puedo creer que mi niña ya haya cumplido los dieciocho -mamá parece estar al borde de las lágrimas.

-A mí me pasa lo mismo, cariño.

-¡Oh, vamos, no seáis tan dramáticos! -Chris suelta un chillido a mi izquierda- No lo fuisteis cuando yo cumplí sus mismos años.

Más carcajadas.

Como si el momento dramático que acabamos de vivir la hubiera llamado, Shannon aparece por la esquina del pasillo cargando consigo una tarta de calabaza descomunal.

Entre pasos torpes y algún que otro desvío, la pelirroja consigue llegar hasta mí con una sonrisa de satisfacción dibujada en sus facciones.

-¡Felicidades, Hyland! -Shan suelta algún que otro grito al tiempo que me abraza cuidadosamente- Dios, ya te estás volviendo demasiado mayor para mí.

-Tus comentarios dramáticos no podían faltar, ¿verdad?

El hecho de que niegue con su cabeza consigue que estalle en risotadas de nuevo.

El momento, sin embargo, resulta ser muy breve.

Empujada por mis hermanas, quienes están probablemente ansiosas por probar el bizcocho, me veo obligada a avanzar hacia las escaleras dando pasos gigantescos. Tanto Dakota como Riley no paran de cuchichear mientras descendemos como cohetes hacia la cocina.

El olor a café recién hecho inunda mis sentidos de forma instantánea, lo que al enseguida me hace pensar en que el desayuno de hoy será más que delicioso.

•   •   •

Sólo pido que todas las personas que me rodean sean felices, pues se lo merecen tanto como cualquiera.

Al tiempo que formulo mi deseo mentalmente, apago en un par de soplidos las dieciocho velas colocadas alrededor de los bordes del pastel.

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