Capítulo 36

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 Melissa suspiró, afligida-. que tú me pediste hace unos meses cambiar de compañero; las razones por las cuales me sugeriste el cambio no me parecieron demasiado graves, por lo que, como sabes, no acepté tu propuesta. Luke, sin embargo, acaba de informarme sobre ciertos asuntos familiares, los cuales no voy a mencionar por respeto a él, que le conciernen y que, por desgracia, me han parecido lo suficientemente preocupantes como para tomar la decisión de que no continuéis trabajando en vuestro proyecto.

 Sacudo la cabeza durante varios segundos, intentando despejarme.

 Mis pensamientos han vuelto a volar -por centésima vez en los últimos cinco minutos- hasta la luna.

 Ojeo la pizarra, la cuál está ahora llena de miles de oraciones que, para mi desgracia, no me aclaran absolutamente nada.

 Logan, ¿se puede saber desde cuando eres incapaz de prestar atención en tu clase favorita?

 Meneo la cabeza por segunda vez consecutiva; tengo que ponerme ya las pilas si quiero poder terminar de copiar el esquema que reúne las características de la Literatura jacobita.

 Ni siquiera llevo escritas tres líneas cuando mis ojos se dirigen -en contra de mi voluntad- hacia el chico de cabello dorado que se encuentra totalmente concentrado en su primer examen semanal. Una de sus piernas bailotea de arriba abajo a una velocidad vertiginosa; sus mejillas, pintadas de un color rosa suave, se hinchen y desinflan cuando exhala esos leves suspiros tan típicos suyos; su tupé está extrañamente caído hacia abajo, lo que al instante me recuerda...

 Aparto la mirada de Luke antes de que se de cuenta de mi interminable inspección. Siento una aguda punzada en el estómago en cuanto lo hago.

 Me es casi imposible no pensar en él en algún momento del día. O, mejor dicho, durante todo el día.

 Bueno, Logan, no dramaticemos tanto la situación; tan sólo han pasado dos días desde que te dejó colgada. Ya se te pasará.

 Sin embargo, sigo sin entender a Luke; y lo cierto es que de verdad me gustaría poder comprenderle.

 Lo único que consigue es mantenerme en una confusión que es cada vez mayor.

 El chirrido que emite la tiza que está utilizando Melissa hace que me de cuenta de que -cómo no- he vuelto a desconcentrarme completamente. Sujeto el lápiz entre los dedos de mi mano izquierda y, a regañadientes, me pongo a copiar el dichoso esquema todo lo rápido que mi propia palma me lo permite.

 Cada palabra que escribo va acompañada, aún así, por maldiciones dirigidas a mí misma debido a haberme fijado en -seguramente- el chico más indescifrable de todo Illinois.

***

 Shannon y yo intercambiamos una mirada de frustración.

 Para decirlo con tacto... Botwright es un idiota integral. 

 Mi mejor amiga, a su lado, es una campeona por haberle soportado desde que Melissa nos asignó nuestros compañeros de Literatura.

 Compruebo el reloj que decora la pared que tenemos en frente de nuestra mesa de trabajo; han pasado unos quince minutos desde que nos hemos puesto manos a la obra.

Literature » lrhWhere stories live. Discover now