Capítulo 43

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Me siento como en una nube de algodón de color rosa en el momento en el que entreabro los ojos, adormecida; aún así, tardo poco en espabilarme, pues los brillantes rayos de sol que se cuelan por entre las cortinas enseguida contribuyen a incitarme a salir de la cama.

Shannon, por desgracia, no es de las mías.

-¡Buenos días, Shannie! -chillo con entusiasmo al tiempo que aparto las telas en un sólo movimiento- ¡Hoy hace un día precioso!

No puedo contener las carcajadas al contemplar cómo mi mejor amiga, desde debajo de su especie de cueva, alza uno de sus brazos en el aire, estirando acto seguido las mantas y dejándome ver su expresión dramática.

Dios, ¿dónde están las cámaras de vídeo cuando se necesitan para inmortalizar este tipo de momentos?

O los móviles con almacenamiento libre. Cosa de la que, desgraciadamente, no dispongo desde hace un par de días.

-¡Vamos, levanta ese culo, bonita! -Shan cambia su semblante por un ceño fruncido, decisión que solamente consigue que sea incapaz de incorporarla debido a mis risas.

Termino por rendirme unos cuantos intentos fallidos después; un plan infalible se idea en mi mente poco después de haberla dejado tranquila.

Sus quejidos llegan hasta mí mientras ordeno la escasa ropa que llena mi parte del armario en busca de los pantalones holgados que vestía cuando llegamos. Por suerte, no tardo demasiado en encontrarlos, así como en ponérmelos y en abrocharme una chaqueta por encima del pijama.

Unos pantalones holgados y una camiseta de pijama azul abarrotada de ovejas del color del arcoíris. Buena combinación, Logan.

-Desde luego, no tendrías mucho éxito como estilista, Log -me sobresalto en cuanto escucho la primera palabra proveniente de mis espaldas. Shan me sonríe de forma somnolienta al girarme hacia ella, todavía tendida en su cama-. Buenos días, futura señorita Hemmings.

Luke Robert Hemmings. Enamorado de mí. Sus suaves manos, su espectacular sonrisa, sus profundos ojos celestes, sus dulces labios...

Me sonrojo de golpe al recordar lo ocurrido anoche.

-Tía, se te han puesto rojas hasta las orejas, ¿no sufrirás de la ardiente y peligrosa fiebre Hemmings, verdad?

-¡No digas tonterías, Banes! -Shannon estalla en risotadas ante mi queja. Es ahora o nunca; o pones en marcha tu plan o te quedas sin desayuno. Cinco minutos.- Bueno, ya que veo que prefieres quedarte metida en la cama desternillándote en vez de disfrutar por última vez de Marvin y Wade -sus risas cesan al tiempo que abre los ojos de par en par. Bingo-... Yo me voy a desayunar. ¡No olvides que a las diez en punto cogeremos el metro para ir a casa de mis tíos! ¡Hasta luego!

Doy unos pocos pasos hacia la salida, conteniendo las carcajadas que amenazan con estallar al mínimo sonido que emita Shan.

Sin embargo, no es su voz lo que me hace frenar en seco, sino el ruido de algo estampándose contra el suelo.

Rompo en carcajadas en cuanto vislumbro una espesa mata de pelo rojizo cubriendo gran parte de la oscura madera. Su dueña, para mi alivio, alza la cabeza pocos segundos después.

Las risas continúan brotando de mis labios al comenzar a hablar atropelladamente.

-Bueno Shan, miremos el lado bueno; ahora tu frente irá de conjunto con mis orejas de color carmín.

***

La mano me tiembla frente al timbre de la puerta 6B. Termino por dejarla caer sobre mi costado y girarme hacia Shannon.

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