Capítulo 1: ¿Es un capricho?

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Falling Slowly

Capítulo 1: ¿Es un capricho?

La vida parece ser muy simple cuando aparentemente está todo a tu favor, pero la naturaleza innata del Hombre de codiciar lo inalcanzable ha contribuido en la creación de inventos que revolucionaron al mundo, o en berrinches en alto decibel de niños malcriados. De igual manera, tales polos opuestos bifurcan en ese anhelo por lo dispuesto en el más allá. El espíritu altanero que nos incita a ser transgresores de nuestra propia convencionalidad. Y ese es el caso de Lee HongBin, quien bajo el amparo de una de las familias más poderosas de Seúl conoció de lujos apenas abrió los ojos, y a su vez, de las más altas exigencias. A pesar de la ausencia de sus padres por el asfixiante trabajo, podía deducirse que se crió con valores y principios, quizás, muy fuera de sintonía de su entorno saturado de la auto complacencia y doble moral.

A diferencia de sus hermanas, quienes astutas aprovechaban de su estatus para hacerse de popularidad y amistades a llenar las palmas, HongBin al entrar a la adolescencia percibió el clasismo que dificultaba su deseo de abrirse a las personas diferentes a él.

Parecía tenerlo todo; dinero, estatus y ninguna preocupación distinta a los frívolos problemas de la juventud. Además de ser un jugador destacado en el campus y un estudiante de notas más que aceptables para el nivel de exigencia que se le inculcó. Su nombre era tendencia entre los cuchicheos de los vestuarios de chicas, atraídas por su físico y naturaleza serena que les hacía soñar despiertas con siquiera obtener más que un cordial saludo.

Pero para él sólo era el resultado del trabajo duro autoimpuesto y la recompensa obtenida tras las aburridas clases extracurriculares que forjaron su disciplina y perfeccionismo. Tenía la necesidad de complacer a sus padres, y seguía en la búsqueda de un camino que él mismo pudiese elegir. Labrar un sendero en donde fuese más que el niño de papá del Instituto. No deseaba ser Lee HongBin el deportista, o el estudiante ejemplar, o el rompecorazones, en esos tres aspectos que resonaban en la opinión pública no quería estar. Encestaba para ganar el partido, aprobaba para librarse de innecesarias preocupaciones y huía de cualquier atisbo de pretensión femenina, desconfiado de la excesiva complacencia e interés que ellas fijaban.

Sólo había una clase del Instituto por la cual sus pupilas centellaban de entusiasmo, al igual que de impotencia: la clase de música. Tras llenar los vacíos en casa con las canciones de quién regía su admiración pueril, su sueño de ser cantante crecía día con día. Irónicamente, parecía ser el único capricho al cual su estricto padre no cedería en cumplir. Por su cuenta aprendió lo básico e intentó audicionar en la banda, pero ello supondría burlas y restricciones en casa, y miradas cuan puñales de sus compañeros que subestimarían su presencia sólo por ser una cara bonita.

Quería expresar lo que no podía decir con palabras. Todo a través de una voz sin pulir, pero valiente en cada entonación temblorosa y tímida al practicar encerrado en su habitación. No obstante, HongBin ya pensaba tirar la toalla. Necesitaba de alguien que acelerara sus conocimientos. Lo deseaba más que cualquier otra cosa. Pero aunque contase con el dinero, este no le era accesible porque no le sacaban nunca un ojo de encima.

Tenía su última esperanza vertida en un nuevo as bajo a la manga. De quien esperaba le ayudase a cumplir su sueño. Más allá de un capricho.

—¿Estás seguro? —inquirió dudoso Lee JaeHwan. Miraba de reojo la pantalla celular que el jovencito de dieciséis años pegaba a su rostro sin dejar de sonreír. Ajustó sus lentes de montura circular de alambre, y tras un exhalo de resignación giró sobre su silla alcanzó el teléfono fijo a un extremo de su escritorio. Entre los papeles encima se reconocía el expediente y perfil psicológico de su joven paciente.

Falling Slowly (LeoBin, Neo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora