Cuarenta y dos [II]

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Habíamos pasado unos buenos días en Chicago con Stella y Taylor. Mi piel y la de Brad estaban más bronceadas y me había encargado de ponerle mucha protección solar a Mederith para que no se quemara.

Ahora, estábamos llegando a Michigan para ver a mi familia. No tenía muchas ganas, pero tenía que hacerlo. Ambos estábamos cansados e intuía que Mederith también, ya que se llevó llorando la mitad del camino.

No habíamos vuelto a recibir nada después de ir a denunciar a la policía los sucesos. No le había comentado a Brad que tenía planeado ir a ver a Charlie a la cárcel. Necesitaba saber si él estaba allí.

Brad aparcó frente a la casa de mi madre. - Vaya manera de terminar unas vacaciones - murmuré mirando la casa donde había crecido, o por lo menos una parte de mí.

— No seas negativa - Brad se bajó del coche y yo lo imite. - Intenta pasar un buen día.

Arrugue la nariz. - No sé si sabes que eso con mi madre no es posible. - abrí la puerta de Mederith y la cogí de su sillita.

Brad cogió su bolsa y se puso a mi lado. - ¿Preparado? - le pregunté.

— Si tú lo estás, sí.

Reí. - Entonces nunca.

Brad puso una mano en la parte baja de mi espalda y caminamos hacia la puerta. Tocamos el timbre y una sonriente Kim no tardó en aparecer y abrazarnos a los tres a la vez. - No me creo que por fin os pueda abrazar. ¿Cómo está mi sobrina favorita? - le tendió las manos a Med y esta no tardó en irse con ella.

- Se va con todo el mundo. - murmuró Brad.

Suspiré y seguí a Kim. Se escuchó a mi madre saludar a Med y entramos en el salón. - Hola - nos saludó mientras cogía a mi hija. - ¿Qué tal el camino?

— Bien - contesté.

— ¿Habéis almorzado?

— El bebé sí, nosotros no.

— Os prepararé algo. - le dio el bebé a Kim. - Siéntate, Brad. Como en tu casa - le sonrió.

Mi novio le sonrió, agradecido y cuando se fue a la cocina lo miré interrogante. - Voy a hablar con ella, ahora vengo.

Brad asintió. - Vale.

Lo vi sentarse junto a Kim y Med y me dirigí a la cocina para poder hablar con mi madre.

Entré y me apoyé en la encimera, viendo como ella sacaba una lasaña del congelador. Me la enseñó y asentí.

— Tengo que hablar contigo.

— ¿Qué ocurre? - abrió el paquete y no tardó en encender el horno y meterla dentro. - ¿Estás embarazada de nuevo?

Fruncí el ceño. - No. ¿Por qué?

— Estás más gorda.

Para nada. - Sí, qué le vamos a hacer. No tengo muy buenos genes.

Me miró mal. - ¿Qué es lo que quieres? - empezó a fregar.

— ¿Sabes algo de Charlie?

El vaso que estaba fregando se le resbaló de las manos y cayó al fregadero. - No. No sé nada ni quiero saberlo.

— Lo vi en Columbus, dos veces. Quizás ha salido de la cárcel.

— No. Cállate.

— Mamá, nos han estado acosando, pensamos que es él, incluso han entrado en casa.

— ¡Cállate! - gritó y vi un vaso volar hacia mí.

Me aparte y el vaso se rompió a mi lado debido al golpe con el mueble.

ADOPTA A UN TIO / NO CORREGIDAWhere stories live. Discover now