Trece

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Scarlett

Me quité las botas de tacón cuando llegué a casa. Brad había estado raro desde que lo abracé y ahora me sentía estúpida por haber hecho eso. Las cervezas se me habían subido y no me había controlado. Que Brad me besara me había dejado aún más confusa.

Me había dicho que le gustaba, pero que no estaba preparado para una relación. Lo entendía, por lo que entendía que fuéramos amigos y eso estaba bien conmigo.

Lo que no estaba bien conmigo era que cogiera mi mano y durmiera en su casa. No me quejaba, pero hacía que mi corazón se ilusionara y se sintiera realmente bien, para volver después a lo mismo.

La luz de la cocina estaba encendida. Madison estaba allí, bebiéndose un vaso de agua. Decidí pasar como un fantasma pero ella me llamó. Me quedé en la puerta y la miré.

- ¿Estáis... saliendo? - Fruncí el ceño. - Brad y tú.

- No, solo somos amigos.

Madison cogió un sobre y me lo dio. - El dinero que te cogí del alquiler. Lo siento, Scarlett -Cogí el sobre y me quedé mirando el sobre para después mirarla a ella. - Me iré a Miami dentro de una semana, ya avisé al casero para que fuera encontrando a alguien.

- ¿Por qué te vas?

- Nada me retiene aquí ya - se encogió de hombros.

Volví a mirar el sobre y me sentí realmente mal por todo, aunque nada de esto era mi culpa, ¿No?

Al día siguiente, estuve hablando con Kim mientras esta lloraba porque su novio la había dejado. Escuché a mi hermana decir cuanto lo odiaba y lo amaba a la vez.

- Kimberly - suspiré - Ambas sabíamos que ese no era el chico indicado. Por dios, tienes toda la vida por delante para encontrar a alguien que valga la pena.

- ¿Y tú qué sabes si era o no el indicado? Me dices eso porque no sabes lo que es el amor, porque nadie te ha querido, ni te querrá. Eres una persona fría, borde y sería que no sabe mostrar sus sentimientos y causa daño a los demás.

Y me colgó.

Eso me había dejado tan alucinada que aún tenía el teléfono en mi oreja. Una sensación de malestar se posó en mi pecho y quise llorar, porque sus palabras me habían hecho daño. Pero no lo hice. Respiré hondo e intenté tranquilizarme y en dejar de pensar en lo que me había dicho.

Todos somos crueles a veces con las personas que queremos, estamos enfadados y decimos lo primero que se nos viene a la cabeza, haciéndole daño a la otra persona. Y en ese momento, te das cuenta, lo que realmente las personas piensan de ti.

Sabía que no era la persona más alegre y divertida del mundo. Sabía que la mayoría de las veces mis contestaciones dejaban mucho que desear. Me gustaba la soledad para no tener que socializar con nadie y que esa persona no aguantara mi mal humor.

Me imaginaba sola toda mi vida. Y mi familia también.

Me tumbé en la cama y cerré los ojos. Solo era mediodía y yo deseaba dormir más horas.

Había estado toda la noche dando vueltas pensando en lo que me había dicho Madison. ¿Le habría dicho a Brad que se iba? ¿Qué iba a hacer si nuestro casero no encontraba a otra persona para vivir aquí? ¿Tendría que pagar todo el alquiler sola?

Esa semana, cuando terminé el último examen, no tardé en llegar a casa y dormir antes de ir a trabajar. Ahora tendríamos las vacaciones de primavera y ya sabía que días tenía de vacaciones. Madison se iba el domingo y ya tenía casi todo preparado.

Me desperté antes de que el despertador sonara y lo apagué. Bostecé y recogí parte de mi pelo con una pinza. Me puse los zapatos y cogí el bolso. Salí de la habitación y me topé en el salón con Brad y Madison abrazándose.

ADOPTA A UN TIO / NO CORREGIDADove le storie prendono vita. Scoprilo ora