Cuarenta y uno

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SCARLETT

Había pasado un fin de semana maravilloso con Brad y Med. Después de esa noche, al día siguiente habíamos almorzado con Stella y Taylor y  habíamos ido a dar un paseo.

El domingo, visitamos a  los padres de Brad y e hicimos una barbacoa en su jardín. Todo eso consiguió que olvidara la rosa negra y el cuadro roto.

Ahora, en la oficina, eso vino a mi mente y fruncí el ceño frente a la pantalla del ordenador.

— ¿De mal humor? - Tobías apareció con dos cafés y me dio uno.

— Gracias - le sonreí. - Y bueno, es lunes, lo llevo como puedo.

Tobías me regaló una sonrisa y se sentó en su escritorio. - Jones. - levanté mi cabeza y vi a Christian, llamándome, tan imponente con su traje negro como siempre. Me hizo una señal y me levanté.

No tardé en estar a su lado y ambos empezamos a caminar hacia su oficina. Abrió la puerta, me dejó pasar, y la cerró.

— Siéntate. - me ordenó.

Lo hice, él rodeó la mesa del escritorio y se sentó. Abrió uno de los cajones y sacó un sobre. Lo tiró en la mesa y miré el sobre marrón. - Ábrelo.

Lo cogí entre mis manos y lo abrí. Saqué lo que había dentro. Fotos. Brad y yo. En el coche. Pasé las fotos con manos temblorosas. - No soy quien para meterme en la vida privada de mis empleados. Pero no me gustaría que una clienta me diga que no quiere que tu organices su evento porque te vio follando en un coche.

Seguí pasando las fotos. - ¿Quién te las ha dado? - dije con un hilo de voz.

— Las han enviado por correo. Esta mañana estaba en mi mesa. ¿Has comprendido lo que te he dicho?

— ¿Sabes dónde se compran rosas negras? - lo miré. Sujetando las fotos con fuerza.

Chris frunció el ceño. - No, nunca compro rosas.

— ¿Estás seguro?

— Yo nunca miento.

Quizás había sido Madison, ella nos vio en el club y pudo seguirnos. Miré de nuevo las fotos. No había ni un coche en kilómetros. ¿Cómo pudo esa persona llegar ahí sin que lo viéramos?

— ¿No puedes averiguar quién las envió?

— ¿No te interesa perder el trabajo?

Me levanté y puse las manos en su escritorio. - Están siguiéndome, violando mi intimidad. ¿Crees que en este momento me interesa el trabajo? Estoy asustada. - le confesé.

La puerta se abrió. - Señor. - Lola, su secretaria. - La señora Meyer quiere verlo ya, dice que tiene asuntos que atender.

— Esa vieja loca va a acabar conmigo - murmuró Chris. - Hazla pasar.

Guardé las fotos en el sobre y me dispuse a irme. - No te vayas, será tu primer evento.

— Christian. - una señora de unos cincuenta años en un vestido color crema de Dior, entró. Su bolso de Yve Saint Laurent iba a juego, al igual que sus tacones Christian Louboutin.

Su pelo rubio iba minuciosamente recogido.

— Amanda.

Christian se levantó y le estrechó la mano a la imponente mujer. - ¿Cómo está tu padre? - me fijé en su manicura francesa.

— Perfectamente, señora. ¿Cómo está su hija?

— Mi pequeña va a casarse. - sonrió emocionada, o eso creía.

ADOPTA A UN TIO / NO CORREGIDADonde viven las historias. Descúbrelo ahora