Cuarenta y dos [I]

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Christian me esperaba en la puerta del restaurante donde habíamos quedado con Amanda Meyer, mi primera clienta. Caminé, nerviosa, hasta encontrarme con mi jefe. Llevaba unas gafas de sol y miraba su teléfono. Me puse a su lado.

— Hace calor, ¿Verdad?

Christian me miró y sonrió. - Sí. - terminó de escribir en su teléfono y lo guardó en el bolsillo. - Entremos, antes de que llegue Amanda. - abrió la puerta del restaurante y me dejó pasar primero.

El maitre nos guio hasta la mesa que habíamos reservado. Me senté y Christian se sentó a mi izquierda, esperando a Amanda. - No dejes que te intimide, ¿Vale?

Asentí. Unos tacones se escucharon y giré mi rostro para ver a Amanda en sus altos tacones louboutin. Un vestido rojo se pegaba a su figura bien cuidada. - Hola - nos saludó. Ambos nos levantamos y le dimos la mano. Christian separó la silla para ella y Amanda se sentó sonriendo. Christian volvió a ocupar su lugar. - ¿Lleváis mucho tiempo esperando? - guardó sus gafas de sol.

— No.- dijimos a la vez.

El camarero se acercó y Amanda pidió un vino blanco. - Bien - nos miró y juntó sus manos. - Siento hacerte participar en esto, Chris. Vuestra empresa siempre ha organizado todos mis eventos y sois los mejores. Siento que lo tuyo con mi hija no haya funcionado.

Alcé mis cejas realmente sorprendida y lo miré. Vaya, vaya.

— No se preocupe - se encogió de hombros. - No funcionó.

Amanda sonrió con tristeza. - Siempre te preferiré a ti, pero no se lo digas a ella. - soltó una risita.

Cuando pensé que yo aquí sobraba, empezamos a hablar del evento y como ella quería hacerle una boda a su hija por todo lo alto.

Después del almuerzo, nos despedimos de Amanda y Chris me miró, metiendo sus manos en sus bolsillos. - Nadie me había comentado que habías estado saliendo con su hija.

— Bueno, hablar de la vida privada del jefe en la misma empresa no creo que sea una buena idea.

Sonreí - Tienes razón.

— Vamos, te acompaño al coche - puso la mano en la parte baja de mi espalda y me invitó a caminar junto a él.

— Buscaré un sito grande y lujoso donde quepan tantas personas. ¿En tu lista hay alguno así? - lo miré.

— Sí.

— ¿Has averiguado quien envió las fotos? - le pregunté.

— No, no saben nada. Lo echaron en el buzón de la empresa.

Me paré frente al coche de Brad y vi que la ventanilla del conductor estaba rota. - ¿Este es tu coche? - preguntó.

— Sí.

Me acerqué a él y abrí la puerta. En el asiento había una rosa negra. La cogí entre mis manos y la miré asustada, muy asustada. - Llamaré a la policía, ¿Se han llevado algo? - escuché. Pero no podía dejar de mirar la flor que tenía en mis manos. - ¿Scarlett?

— Voy a ver. - le di la rosa negra y miré si me habían quitado algo, nada. - No me han quitado nada - murmuré.

— ¿Quién rompería un cristal en pleno día? ¿Y esta rosa? - la movió.

— No lo sé - me agaché a quitar todos los cristales del coche que pudiera clavarme mientras iba a recoger a Brad, ya después los quitaría todos, ahora lo único que quería era estar con él y contarle lo que había... mi vista se encontró con la de Charlie.

Aún estaba agachada dentro del coche, sacando cristales, dándole a los transeúntes una bonita vista de mi trasero. Levanté mi cabeza con rapidez, queriendo mirar fuera del coche y me golpee la cabeza. - ¡Ay! Joder - puse mi mano en la cabeza y no pude contestarle a Christian cuando me preguntó si estaba bien.

ADOPTA A UN TIO / NO CORREGIDATahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon