Veintiuno [I]

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Brad

Observé a esa chica con el pelo ahora oscuro poniendo su ropa en mi armario. Durante estos días, había vaciado alguno de mis cajones, y echo un espacio en el armario para que ella pudiera poner su ropa.

También le había dejado sitio en el baño para que pudiera poner sus cosas. Nunca había vivido con una mujer y estaba nervioso. Lo máximo que había compartido con Madison era dos días en su casa, no solíamos quedarnos en la mía.

Ahora, a veintiocho de Septiembre, todo iba a cambiar. Scarlett había aceptado mi oferta no muy segura, por mí. Yo tampoco estaba seguro, no sabía si era cariño lo que me unía a Scarlett o pena.

Sabía que la quería, no dudaba de ello, pero no sabía de que manera.

Le había enseñado donde estaban todas las cosas y ella había asentido constantemente.

Vi a Scarlett levantarse y la observé. - ¿Donde guardo la maleta? - me preguntó señalando su gran maleta.

Me quedé mirandola, sus ojos marrones, su pelo largo hasta sus pechos, su nariz pequeña y miré a sus orejas, ella tenía tres pendientes en una de ellas. ¿Desde cuando?

- ¿Brad? - volvió a llamarme.

Me levanté y me acerqué a ella para coger la maleta. - La meteré debajo de la cama. - metí la maleta debajo de la cama mientras me observaba.

Me levanté y miré a Scarlett. - ¿Desde cuando tienes piercings en tu oreja?

Ella alzó sus cejas realmente sorprendida ante mi pregunta. - ¿Me lo estás diciendo en serio? - sonrió un poco.

Parpadeé varias veces y ella salió de la habitación diciendo que iba a hacer la cena. ¿Los tenía antes y no me había dado cuenta? Ella había recorrido todo mi cuerpo, conociendo todos mis tatuajes y con ello mi historia, pero yo...

Fui a la cocina y la vi mirando en el frigorífico. Me puse detrás de ella. - Mañana tengo que ir al hospital a ver a los niños.

- ¿A que hora?

- A las cuatro.

- Vale.

- ¿Quieres venir?

- Claro - giró su rostro para sonreírme un poco y volvió a mirar al frigorífico.
Al final hicimos una ensalada de aguacate, queso y sésamo tostado. Scarlett no se mostraba muy convencida de mi receta, pero su cara cambió cuando lo probó.

No tardamos en acostarnos porque estábamos cansados del viaje. Ella se acostó mirando hacia un lado y yo hacia el otro. Estaba tan cansado que no podía pensar bien en todo.

A las tres del día siguiente, Scarlett ya estaba lista para ir a comprar algunos regalos para los niños. Quise coger su mano mientras paseábamos por las calles de los juguetes y no lo hice.

Escogimos varios juguetes y los cargamos en el coche. No tardamos en llegar al hospital y Scarlett me esperó mientras entraba en la sala de descanso de los enfermeros.

- Buenas - les sonreí a Emma y Penelope.

- Hola chico, los niños estan impacientes por tu llegada - dijo Emma bebiendo de su café. - Dicen que traes a tu amiga y están revueltos porque hace tiempo que no la ven.

Sonreí de lado y me puse la bata con la identificación. - Parece que es más que una amiga - Penelope codeó a Emma y me fijé en esas dos señoras de cuarenta años que estaban tomando café.

- Algo así - me encogí de hombros sin quitar la sonrisa.

- Los niños lo rumoreaban.

No tardé en salir y vi a Scarlett esperandome con las bolsas. - ¿Vamos? - ella asintió y cogí las bolsas.

ADOPTA A UN TIO / NO CORREGIDAWhere stories live. Discover now