El beso mas profundo

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Llegué al departamento, me quité los zapatos en la puerta, la camisa en el sofá, el pantalón en el comedor y me tiré en la cama con mis cuadernos, no iba a perder tiempo, empecé a escribir el ensallo de termodinámica en el primer nivel, mientras comía chucherías que había comprado en el camino.

Acabé a la una de la madrugada, me dormí sin darme cuenta y caí rendido, pues estaba demasiado cansado. Dormí por horas como un bebé.

Sonó mi teléfono a las ocho treinta de la mañana, abrí los ojos, tenía la cara sobre un Turrón de azúcar y la cama llena de hormigas, nisiquiera sabía Como pude dormir así.

—¿Si?. -respondí el teléfono celular.

—Hola Alejandro. -respondió mi madre del otro lado de la linea.

—Ah, Hola mamá.

—Te llamaba para ver si podías pasar por aquí, te tengo una sorpresa. -dijo mi madre muy emocionada.

—Sorpresa? -pregunté un poco sorprendido.

Pues había olvidado que era mi cumpleaños, y en ese momento caí en cuenta.

—No recuerdas tu cumpleaños José Alejandro, hoy es 17 de enero. -dijo mi madre.

—¿Cómo voy a olvidar mi cumpleaños mamá?, claro que lo sé. -mentí.

—Y no es mucha sorpresa si me terminas diciendo que me tienes una sorpresa -Dije mientras reía.

—Hahaha, tienes razón mi niño, te espero en una hora- y colgó.

Me paré , recogí la habitación y guardé la primera parte de mi ensayo. Me duché y me alisté.

Mientras me iba hacia la parada de bus me choqué con la chica otra vez, y en el mismo sitio.

—Haber vecina, me está siguiendo? -Dije riendo.

—Hahaha, ¿yo?, le iba a hacer justo esa misma pregunta, ¿acaso le gusto vecino? -respondió ella.

—Hahaha, no vecina usted es una niña. -le dije mostrando madurez.

—Hahahahahaha, Ajá?, vecino pero usted toma mucho puesto, a usted se le ve que tiene unos veinte años, tan niño. -dijo tratando de provocarme.

—Haha, y usted debe tener 16 o 17 sin temor a equivocarme, hahaha. -dije mientras me burlaba.

Se me pegó al oído y me dijo:

—si para usted fuera tan niña, no se me hubiese quedado mirando en el bus ayer.

Se retiró con una risa maquiavélica.

—Adiós vecino. -Dijo riendo.

Me dejó pensando, ¿acaso estaba coqueteandome? , para mi mente ella me estaba haciendo llamar su atención, así que rápidamente dejé de pensarlo.

Tomé un bus y fui a la parada de metro mas cercana hasta llegar a casa de mi madre.

—Buenas tardes.

AL llegar habian varias personas, entre ellas una de las mejores amigas de mi madre, quien era la madre de mi primera novia.

—Hola mi niño, Felicidades ¿como estás?.

Se paró y me dió un abrazo fuerte.

—Hola Doña Inés, bien y usted ¿como esta?.

—Bien mi hijo, te traje a la pollita, digo la gallina, porque bastante grande que está. -dijo ella riendo.

—Haha, Ahorita la veo. -Respondí.

Entré al cuarto y mi padre me felicitó.

—Felicidades mi hijo, yo si te tengo la real sorpresa. ¿Cuanto dinero tienes para el auto que quieres?.

—Pues tengo 490. -dije sabiendo las intenciones de mi padre.

—Te tengo los 110 que te faltan y antes de que te quejes y me digas que no, quiero decirte que por favor los tomes, de verdad quiero hacerlo.- dijo mi terco padre.

—Papá, sabes que...

—No digas nada, tenemos eso listo, no quiero que me digas nada, es tu regalo, por fin tienes los 21 años. -dijo papá interrumpiéndome.

—Está bien papá, hagámoslo así. -dije sabiendo que no desistiría.

Salí al cuarto de mi hermana, y cuando entre mi ex estaba ahí.

-Hola. -Dije.

¡Hermaniito!. -Gritó mi hermana.

Se paró y me dio tremendo abrazo.

—Felicidades mi amor. -Dijo

—Haha, gracias manita. -agradecí muy contento.

—Felicidades Alejandro.

Me felicitó y me dió un abrazo mi ex.

—Gracias Daniela -dije mientras la miraba.

—Que seco hermano. -dijo mi hermana mientras me empujaba hacia Daniela, cosa que terminó en un
beso.

Sentí como tantos recuerdos se inscriptaban en nuestras venas, un beso tan apasionado, tan mojado y suave, posaba sus labios sobre los mios de forma tan hermosa, se podía notar su amor en cada caricia.

Me separé despacio, cuando abrí los ojos ella aun los tenía cerrados, tenia la boca abierta y un aroma que me estaba dejando tonto de solo sentirlo.

Nos quedamos mirando en un lapso de 10 a 15 segundos, sin decir siquiera una palabra, salí de la habitación de la misma manera, pues no quería que la situación se tornara incomoda.

Al salir mi padre estaba listo para ir a comprar el auto que quería.

—Nos vamos -dijo, con una sonrisa enorme en su cara.

Era la persona que mas admiraba, mi padre era el mejor, era perfecto, nunca nos falló, ni a mi ni a nadie.

—Vamos pues -dije siguiendo la corriente de papá.

Mil y una aventurasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora