— ¿Entonces no te duele nada?-volví a insistir.

— No. — contesto ella y sonrío. — Estoy bien, en serio.

Me quede mirándola sin decir nada. ¿Y si no hubiera frenado? ¿Y si no hubiera tenido tiempo a hacerlo?

— ¿Se puede saber que coño estabas mirando? ¿No aprendiste a fijarte antes de cruzar?-grite regañándola.- Podría haberte matado.

— Cameron.-me llamo para que dejara de hablar. — No ha sido para tanto. No ibas a tanta velocidad como para matarme. Tranquilízate.

Me lleve las manos a la cara y me moví de un lado a otro.

— ¿Que no ha sido para tanto? ¿Tienes alma suicida o algo? ¿Siempre cruzas la calle de ese modo? — seguí gritándole.

— Yo-yo llegaba tarde a mis ensayos con la orquesta. — dijo ahora con la cabeza gacha.

— ¿La orquesta?

— Tengo que darme prisa. — dijo hablando con ella misma. — Lo siento, Cameron. Estoy bien.

Vi como se marchaba y me pareció notar que cojeaba.

— ¡Azul! — la llame y ella se giro.

— He dicho que estoy bien. — grito y se despidió con la mano.

— Estas cojeando. — dije, pero ella ya no podía oírme.

Volví a mi coche y me quede sentado sin moverme. Millones de pequeños recuerdos venían una y otra vez.

— Parad-dije sujetándome la cabeza con ambas manos.

Pero aun que lo pidiera los recuerdos seguían viniendo a mi sin importarles el dolor que me causaban.

— Por favor. — rogué y sentí como una lagrima me recorría la mejilla. La seque rápidamente. No puedo ser débil, no otra vez. Suspire, una y otra vez. Tenia que volver a la realidad. Mi móvil empezó a sonar, sacándome de golpe del trance en el que me encontraba.

— ¿Hola? — conteste.

— ¡Cameron! ¿Se puede saber donde estas?

— Jazmin, lo siento. Ahora-ahora voy.

— ¿Estas bien?

— Estoy bien. Voy en camino. — avise y colgué. Pose mis manos en el volante y vi como esta me temblaban.

— Todo esta bien. — me dije a mi mismo. — No le ha pasado nada.

(...)

— Cam, ¿estas bien?

— ¿Eh?

— No has dicho nada en todo el trayecto a casa. ¿Que te pasa?

— Estoy bien, Jaz. — le conteste y seguí preparando la comida.

— No me mientas. — me pidió Jazmin. — Te conozco. Eres mi hermano.

— Mierda. — susurre y me lleve el dedo a la boca.

— ¿Estas bien? — pregunto mi hermana acercandose a mi a toda prisa.

- Estoy bien, ha sido un pequeño corte.

— ¿Cameron que te pasa?

— Deja de preguntarme eso. Solo he tenido un mal día.

Solo ha sido un mal día.

— ¿Puedes servirte tu la comida? Me voy a la cama, necesito dormir.

— Sí, sí. Tranquilo, ve a dormir. Mamá dijo que llegaría a las doce.

— Buenas noches. — me despedí y me fui a mi habitación.

Entre al baño para darme una ducha, necesitaba relajarme. No puedo quitarme las imágenes del accidente. No puedo dejar de sentir miedo.

Después de desvestirme deje que las gotas de agua cayeran sobre mi. Era refrescante, pero aun así seguía sintiéndome mal. Cerré los ojos y respire lentamente, pero los volví a abrir rápidamente. Todo es culpa de Azul, si ella... si ella no hubiese corrido sin fijarse... si ella no hubiese aparecido. Yo ahora no estaría así.

Salí de la ducha y enrolle una toalla en mi cintura. Limpie con la mano el espejo empeñado que ahora tenia delante y me quede mirando mi reflejo.

— Si no hubieras corrido...-dije mirando mi reflejo.

— Vamos no seas tonto. — le reclame mirándolo mal.

— He ganado yo.

— Que no.

— Cameron no seas infantil.

— Tenemos la misma edad.

— Eres tan infantil.

— No te creas mayor solo por haber nacido tres minutos antes. — le dije enfadado.

— Tres minutos hacen la diferencia. — dijo Michael sonriendo. — Esos tres minutos me convierten en el hermano mayor.

— Tonto.

— Vale, vale. — dijo acercandose a mi. — Hacemos otra partida, esta no cuenta. ¿Vale?

— Vale. — dije y sonreí. Él hizo lo mismo.

Comenzamos a jugar con la pelota y por el momento Michael iba ganando.

— No pongas esa cara, te ves muy feo. — dijo mi hermano riendo.

— Tenemos la misma cara. — replique.

— Tu eres más feo — se burlo.

Aprovechando que ahora mismo Michael no se encontraba totalmente concentrado chute el balón a portería con toda la fuerza que un cuerpo de siete años podía tener. Pero él balón no entro a portería sino que salió volando y se fue hasta la carrete. Fui corriendo a buscarlo, pero Michael me detuvo.

— Ya voy yo. — dijo. — Tienes muy mala puntería. — rio y corrió en busca del balón.

Yo me quede donde estaba y vi como iba a buscar él balón, pero Michael no llego a recogerlo.

— Michel. — susurre. Se encontraba en el suelo, no podía verlo bien. Vi como un hombre salía del coche que había golpeado a Michael y se acercaba a él. Me acerque corriendo.

— ¿Niño estas bien? — oí que le decía mientras lo agitaba un poco.

— No lo toque. — le ordene, él me miro sorprendido y volvió a mirar a mi hermano. Michael se encontraba tumbado en el suelo con los ojos cerrados. Tenia heridas en la cara y en el suelo comenzaba a aparecer cada vez más sangre que salía de la cabeza de Michel.

Intente decir algo más, pero las palabras no salían de mi boca. Ese hombre dejo de intentar que yo le respondiera a las preguntas que me hacia y llamo a la ambulancia.

Quería gritar, quería hacer tantas cosas pero no podía moverme... Quería ayudar a mi hermano, pero solo pude mirarlo hasta que la ambulancia llego.

— Cameron. Cameron, hijo despierta. — sentí que me sacudían. Me levante de golpe. — Tranquilo, soy yo; mamá.

Respiraba con dificultad, estaba sudando.

— ¿Estas bien, cariño? — me pregunto y yo solo la mire. — ¿Cameron, estas bien? ¿Por que no respondes?

Seguí mirándola sin contestar.

— Cameron, por favor, otra vez no. Respóndeme cariño.

— Estoy-estoy bien mamá. — susurre y ella me abrazo. — Michael... no debería de haber corrido a buscar el balón.

Mamá me abrazo con más fuerza, estaba llorando.

— Yo-yo no debí haberme enfadada... yo-yo no debí haber chutado el balón tan fuerte...

— Shh.

— No debí haberme enfadado. — repetí y esta vez no pude retener el llanto.

Vas a enamorarte de miWhere stories live. Discover now