- Así que lo rechazaste - afirmaste comenzándome a creer.

- Sí, – salió en un susurro - tú...

- Y, y -ese tartamudeo Ed, cuanto lo extrañaba - y por qué lo haz hecho... Se supone que lo querías, porque me dijiste que lo querías y lo querías muchísimo

- Sé lo que dije, te acuerdas –otra vez me encontraba retrocediendo en el tiempo - cuando te pregunté que preferías, si al perro o al gato y tú me dijiste que querías a ambos pero sí tendrías que elegir, elegirías al gato porque es tu animal favorito y yo te dije que ninguno porque... - pero ya no éramos estudiantes, Ed.

Te diste la vuelta y desapareciste de la sala. Me dio mucho coraje el comenzarme a sentir estúpida. No sabía si me dejarías ahí, si tus papás estaban escuchando nuestro drama romántico, si me echarías de tu casa, me esperaba todo, hasta que me cayera un rayo y deseaba que así fuera, deseaba que el cielo me hiciera por primera vez un favor.

De la nada apareciste y en las manos traías lo que aparentaba ser una manta, caminaste en mi dirección y no supe que hacer hasta que me rodeaste con la manta y me envolviste en ella, y me brindaste un abrazo cálido, de esos abrazos que se sienten realmente bien, abrazos de oso, abrazos de cariño, de verdad que quería hundirme en tus cómodos brazos.

- Lo siento muchísimo Ed - susurré, - lo siento tanto, de verdad - ese nudo, ese miedo de llorar y mostrarme débil se asomaba - lo siento por lo de Katherine, por tus discusiones con Ald, por lo de Monín, por las veces que me enojé sin motivos, por hacerte esperar en la línea, por rentar un traje, por haberte hecho sentir culpable, por la bod...

- Shhh... no renté el traje, compré uno - susurraste y a cambio me hiciste reír por la nariz melancólicamente, que sentía el rostro desfigurado. Y con eso, me di cuenta de lo débil que me hacías.

Una vez sentados y calmados (más bien calmada, porque era la única loca desquiciada llorando) en aquel sofá, tuviste el valor de preguntarme mis motivos por el cual me encontraba allí.

- ¿Qué pasa, Beth? - estabas tan calmado - dime porqué haz venido.

- ¿Con lujo de detalle? - sentía otra vez esas emociones.

- Beth... - sonó como un "Oh vamos, ya estas acá, suéltalo de una vez"

- ¿Tú para qué fuiste a la boda? - te pregunté porque quería comprobar si teníamos los mismos planes.

- Qué lista eres pero eso no contesta la pregunta - sonreíste, dándome un poquito más de confianza.

Silencio, Dios mío santo. Esto nos iba a matar.

- Beth Salmon, mi pregunta no es como una pregunta del otro mundo, ni esas que hacen en la tele en el canal de trivias...

- Qué pasa si te digo que rechacé al hombre que pidió mi mano porque estoy esperando a alguien más - lo solté como si no fuese nada, y antes de darme cuenta de tu reacción lo primero que hice fue cubrirme el rostro de la pena que causaba el sentirme tan expuesta, como nunca antes.

- ¿Alguien más? - cuestionaste casi para ti mismo -  Alguien más cómo quién - sentía tu respiración contra mis manos, estabas muy cerca.

- Alguien más guapo, es obvio - yo sólo quería apaciguar la situación, delatándome con una risilla nerviosa pero que gracias a mis manos pude sofocar.

- Mmmn

- Alguien diferente

- Alguien más como...

- Como tú

No sé cuantos segundo o minutos pasaron cuando sentí tus manos sobre las mías, intentando apartarlas de mi rostro. Ahora me causa gracia pero en ese instante estaba aterrada. Como cuando encontramos una rata en el horno y la tuvimos que cazar entre los dos, y no queríamos matarla pero a ti se te pasó la mano con ese zapato y nos sentimos mal pero a la vez aliviados porque sabíamos que no llamaría a sus otras amigas ratas para terminar de invadir nuestro horno.

Dear Ed: [Ed Sheeran] Where stories live. Discover now