Capítulo 1

876 63 8
                                    


- ¿Qué pensaste de mi cuando me viste por primera vez?

- Mejor otra pregunta, que esa no me cae

- Es que 'esa' era mi última pregunta - hice un hincapié marcado  - ¿qué pensaste de mi cuando me viste por primera vez?

- Ay Ed, - resignada soltaste un suspiro cansado, dejando caer los hombros, como si quisieras formar una u con tu columna - ¿sinceramente?

- Oh vamos Beth, para eso son los amigos, a qué sí - oprimí el botón de siguiente del walkman de Ald.

- Pero es tu cumpleaños - pero como eras tú, el ser más desafiante de la faz de la tierra oprimiste el botón de reversa, regresando lo que yo no queria escuchar.

- No le veo lo malo

- Se supone que es tu cumpleaños, - pausaste subiéndole dos rayitas de volumen para después acomodarte mejor el auricular - se supone que es el día en el que todos te queremos y adoramos hipócritamente

- Ya me adorarás los otros 364 días, - volví mi mirada hacia tu rostro y cuando te percataste de ello, sólo volteaste los ojos soltando otro suspiro de derrota, que un poquito más y agarras un mal aire. Lo bueno fue que entendiste mi punto.

- Pues que eras un desgraciado infeliz - sonreíste tímida y yo me límite a canturrear un "¡Lo sabía!" Mientras saltaba otra vez esa canción que no recuerdo muy bien.

Querida Beth:

¿Puedo llamarte amiga?

Pero amigos de verdad, amigos sin fecha de caducidad, amigos sanos, amigos que conocimos por otros amigos. ¿Puedo? Pero no Beth, no te estoy pidiendo que me respondas con tus respuestas popechas, las cuales siempre les encontraba buen sentido del humor. Incluso, más humor que aquella vez, en la que inhalamos gas helio por despecho. Demonios, Beth, amigos.

Sé lo mal que te sientes cada que recuerdas nuestro (intento de) amistad, porque te conocí lo suficiente como para darme cuenta de tus intenciones puras, a veces nobles, que ni tú misma sabías que tenías, que para el bien de tus males, resultaban contraproducentes, metiéndote en líos que no debieron caer en tus manos.

Pero más que eso estuviste enojada (y por un largo tiempo) contigo misma; y conmigo, clarísimo está, no hace falta que rechines los dientes y ruedes los ojos.

Me atrevería a decir que estabas de ese modo porque no podías volver al pasado, porque no podías enmendar tus errores (perdón, nuestros errores). Pero de eso se trata, ¿a qué no? de eso se trata, Beth. ¿Imagínate que todos fuéramos perfectos? Qué triste sería la vida porque gracias a muchos de esos errores nuestra felicidad temporal brotaba como flores en plena primavera, de esas que te gustaba oler cuando íbamos camino a Candies & Sugars.

¿Te acuerdas de Monín? Yo sé que sí, y no imaginas cómo reaccioné (o sea que, sólo abrí bastante los ojos y asentí lentamente) en cuanto me percaté que mi vecina tenía un gato (y de esos bien gordos) pero no cualquier gato, un gato especialmente igual a Monín, y fue inevitable no sentir una especie de nostalgia, sin embargo, aunque no lo creas, eso me animó a escribirte esta carta. Lo triste fue, que el gato me arañó. Sí, sí, como lo haz leído. Me arañó. Me acerqué para darle un bocadillo, (queriendo sacar a la luz esta amabilidad pura que me cargo los sábados en la mañana) esos que mi mamá le solía dar a nuestros gatos y en menos de 5 segundos el (para nada) enternecido gato me rasguñó el brazo. Lo maldije de muchas maneras compulsivas y por milagro de Dios no lo mandé a volar de una patada al otro lado de la acera. Espero y no te estés riendo Beth, tampoco intentes mirarme mentalmente de esa manera. Abraham Bancho, (nomás lee el nombre, qué podía esperar) se lo merecía. Pero sólo bromeo Beth, no lo hice, eso estaría mal y probablemente me iría al infierno, es un gato adorable, aunque muy en el fondo.

Te digo esto porque sé que me merecía tanto como tú ese rasguño salvaje. Es un ejemplo básico de como estaba nuestra situación. Si no te parece puedo decir "la" situacion.

Fue como "no me toques Ed, aún recuerdo lo que hiciste el verano pasado. Aún recuerdo que me prometiste escribir." Hay que joderse.

Ya me acordé, era All Alone  de ACID GHOST. Esa era la canción que saltaba mucho en el walkman de Ald. Nunca me gustó.

Por cierto, ¿cómo estás?

No sé tú, pero hace años que no te veo, y sinceramente caí en la cuenta que de cierta forma extraño la manera en la que me hacías sentir. No lo tomes a mal. No sé ( bueno, tal vez sí) si recuerdas esa manera, esa especie de sofocación revuelta con alegría y emoción, como cuando me sentía sofocado porque no estabas a mi lado, pero también me sentía sofocado cuando estabas tan cerca y teníamos que fingir casi todo el tiempo. Ya sabes, sofocándome con tu mal y agrio genio, tus pensamientos fuera de lugar e ilógicos, tus puntos de vista sumamente estudiados, tu estúpida risa... pegajosa como chicle, cuando tropezabas cada 15... no, cada 5 segundos y luego querías fingir que estabas de maravilla, más guay que nunca, hasta cuando me criticabas inconscientemente, (podría apostarte mi almuerzo vegano a que estás criticando y que por lo menos ya has encontrado 20 errores, con tu mirada biónica) y un sinfín de cosas más que me tomaría ésta vida y la que sigue para poder describirte la clase de persona que eres, o al menos eras cuando nos conocimos. No miento, yo soy el mismo.

Me sentía sofocado porque no me sofocabas. Qué confuso suena.

Me creas o no, después de comer dos tazas seguidas de cereal caí en la cuenta que extrañar ciertas cosas me hace pensar en lo masoquista que me he vuelto; y suena dramático. Es más, voy por la tercera ración de cereal, y eso que no me gusta, y tú lo sabes. Es que rompe con mi dieta.

Mi dieta de papas, fajitas y pollito frito.

Desviándonos un poco del tema pero no mucho, ¿recuerdas el papel tapiz viejo y gastado que había (perdón, hay, aclaro) en mi habitación el cuál le arrancaste un pedazo en un ataque de desesperación sólo para anotar la clave de esos juegos de escape que nos gustaba jugar pero a la vez nos desagradaba porque estaban online? Qué mal educada eras, Beth, bueno, pues ese tapiz viejo y arrugado, cada que lo veo, el primer recuerdo que me cruza por la mente es el día en el que nos conocimos.

¡Deja de rodar los ojos y pon a maquinar esa mente pagana, deja de lamentarte del pasado y por alguna vez en la vida, haz algo por ti sin ver por el bien de los demás! ¿Cómo lo sé? ¡Intuición!

Si estás dispuesta a contradecir tu conciencia y 'el qué dirán' aquí estoy. Búscame, escríbeme. Pero si sigues complaciendo a los demás, no hace falta que contestes esta carta; querida Beth.

Aún así contarás conmigo, porque se supone que para eso... que para eso están los amigos, Beth.

Ed xx

Dear Ed: [Ed Sheeran] Where stories live. Discover now