Capítulo 3

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Querida Beth:

Me estoy riendo y no sé porqué mierda.

Con que soy un aprovechado oportunista. Súmale lo cínico y lo egocéntrico... ah sí sí, también desgraciado e infeliz.

No cambias Beth y no sé si eso está bien o mal.

Es cierto. El último par de sodas Beth, cuanto lo siento.

La verdad no. Porque sin querer, pensaste en mi, tuve tu atención y para bien o para mal ya estábamos conectados.

Si mal no recuerdo...

¡Ya lo recuerdo muy bien Beth! ¡De verdad! Mira qué milagro se puede hacer hoy en día. Diablos, Beth, sí que lo recuerdo bien. Después de muchos años de amnesia (idiotez) temporal (casi todo el tiempo), quién diría que lo puedo recordar muy bien ahora. Se siente como esa clase de resaca que sí recuerdas a la perfección, todo el desastre que hice.

Esto no es lo mismo que recordar el lugar exacto donde dejo mis anteojos, o las llaves de casa, o mi llavero de la suerte (por favor, cállate. Espero que ya no creas que no era de la suerte). E incluso es más importante que recordar la última vez que fui al dentista, uff, hace muchísimo. No, no, claro que no.

Es la historia de nuestra torpe y terca juventud, y por eso tengo que escribir a la perfección como sucedieron ciertas cosas desde mi humilde (y soberbio) punto de vista. Como cuando fue la primera vez que cruzamos palabras.

Fíjate que era un jueves, estaba nublado.

Imagínate a Bonn en esta situación: Si un niño soltara su globo de gas helio en forma de dinosaurio y este se fuera lejísimos en cuestión de segundos, Bonnie, sería el globo. 

Lo recuerdo muy bien porque fue de esos días en los que Bonnie compartía su paraguas justamente contigo, el cual solía burlarme porque estaba enorme (no enorme, muy enorme) y nos daba miedo que un día de estos se la llevara el viento muy lejos a la mierda, y no me vas a dejar mentir de lo enorme que estaba porque podía hacerse pasar hasta por una canoa. Si sucediera el Apocalipsis, no sé tú pero yo me aferraría a ese paraguas (claro, si existiera). Si existiera; ya lo dije.

Bonnie le decía: "El espanta ratero". Ay de aquel ratero que se atreviera a rebasar las leyes de su paraguas.

Te imagino riendo al igual que yo, estábamos bien estúpidos. Qué tiempazos.

- Vamos, vamos ¡muevan esas piernas! - dijo la maestra de deportes, donde todas las chicas de tu salón corrían dispersas, unas tras otras pisándose los talones, a excepción de Bonnie y tú, quienes iban hasta el final trotando, y cuando digo trotando, hasta mucho es porque parecía que lo hacían con el alma en pena. Sinceramente parecía que venían de un Apocalipsis zombie, contrabajo y estaban de pie. Pero sé que dirás: era un JUEVES, 7 DE LA MAÑANA, donde Deportes era LA PRIMERA HORA.

- BONNIE, ERES LO SUFICIENTEMENTE DELGADA COMO PARA SER LA MÁS RÁPIDA, ¡MUÉVETE YA! QUE BETH NO TE AYUDARÁ -. Al escuchar gritar a la maestra comenzaste a movilizar aquellas piernas largas, en cambio Bonnie comenzó a quejarse en voz baja deseando no ser escuchada.

- ¿Por qué discriminan a las delgadas? Que esté hecha todo un maldito saco de huesos no quiere decir que sea una liga elástica, con trabajo y me puedo tocar la punta de los pies sin que me duela la columna... A las delgadas también nos duele, nos duele... - sin embargo, a pesar de su emotivo argumento comenzó agilizar las piernas también.

Te preguntarás cómo logré escucharles, bueno pues Benji resintió esas pequeñas acciones ya que durante ese tiempo estuve ignorándolo.

-... Por eso, pienso tomar primero el curso de iconografía pero tú, ¿qué piensas Ed?, ¿qué harías tú? - en cuanto escuché su pregunta giré mi cabeza lenta y pausadamente. Traté de improvisar, de decirle algo como: "Yo que tú, ya hubiera tomado aquel curso amigo" "Qué interesante, qué bien Ald". Pero realmente lo miré y traté de explicarle que no fue mi intención ignorarle.

Dear Ed: [Ed Sheeran] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora